삼십사

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Y después de tanto tiempo, volver a aquellos lugares que evocan los recuerdos más bonitos y tristes a la vez es algo realmente difícil. Por eso, mirarme a mí misma coger el tren de regreso a Busan no era nada fácil sobretodo porque sabía que él no me estaría esperando.

Jimin... ¿cuánto tiempo ha pasado desde que nos nos vemos?

Nuestra relación fue una de las cosas de las cuáles nunca me arrepentiré en mi vida, sin embargo, a veces es difícil mantenerse a lado de quien amamos a punta de sólo amor.

Él en Busan, yo viajando a Seúl toda la semana para trabajar. Él me visitaba, a veces yo volvía los fines de semana. Dos años en eso no es nada, ¿o sí? 

Empieza a significar algo cuando no estás a tiempo en las citas, cuando el trabajo no te deja estar con él en fechas importantes. Empieza a significar algo luego de dos años en aquella rutina y, sinceramente aunque duele sabes que es mejor dejarlo.

Es así como luego de seis meses trabajando en Seúl no habíamos vuelto hablar desde la última vez.

— Lo dejamos.

— Supongo que sí —respondí intentando sonar tranquila.

Pero en aquel entonces ambos teníamos roto el corazón porque aún nos queríamos, aún intentábamos sostener nuestra tonta casa de papel, aún me esperaba en la estación de Busan con una soda de limón en la mano y un ¿cómo te fue?

Y esa gran sonrisa de ojitos pequeños...

Ahora Jimin y yo no teníamos esa rutina y por eso tuve que tomar fuerzas para bajarme del tren y recoger mi equipaje.

Lo sabía. 

Eché una mirada hacia los bancos donde siempre me esperaba sentado con su chaqueta verde militar y su hermoso cabello rubio que resaltaba entre todos los demás.

Que idiota fuimos al dejarnos. 

Dejarnos... pero no de querer.

— Jimin —llamé bajito suspirando como si algún hada madrina hiciera que apareciera.

Asentí para mí e inicié la marcha hacia una Busan sin Jimin.

— ¿Qué... —sentí una sensación fría en la parte posterior de mi cuello y me sobresalté tanto que dejé caer mi maleta al suelo.

Me giré dispuesta a reclamar a quien hubiese sido el idiota responsable de ello.

— Tú —abrí mis ojos sorprendida.

— Hola —saludó el castaño con una gran sonrisa y una soda de limón en las manos —¿Ha sido un viaje duro?

— ¿Jungkook? —pregunté confundida mirando la lata detenidamente.

¿Qué es esto?

— Ah —miró la lata en sus manos —Te la han mandado —miró de reojo por encima de su hombro y sonrió para finalmente poner la lata en mis manos —Nos vemos.

Ahí a unos metros de Jungkook, estaba el chico de ojos chiquitos, cabello rubio y chaqueta verde militar cabizbajo mirando al suelo apenado, se estaba acercando a paso lento hacia mí y en ese momento todos los recuerdos me golpearon el pecho sin misericordia. 

— ¿Cómo te fue? —preguntó.

Y no sé a qué conllevaba esa pregunta, si a una simple respuesta de cordialidad o a volver a nuestra rutina de seis meses atrás donde nos amábamos a pesar de la distancia.

Y como yo quería la segunda opción, contesté como de costumbre.

— Todo hubiese sido mejor contigo, Jimin. 

microcuentos → bangtan boysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora