이십삼

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Después de varios días de haber roto nos habíamos vuelto a encontrar, sólo que en un contexto completamente distinto y con una sensación en mi corazón que no tenía nada de reconfortante.

La sensación de ir cerrando una herida, de ir olvidando a la persona que quieres y en el proceso ir volviendo arena todos los recuerdos para que el tiempo los barriera lentamente.

Ahora yo lo veía desde el otro lado de la acera y quise escapar antes de que fuera tarde pero su mirada se posó en la mía y supe que otra vez los recuerdos se habían pegado en pedazos incompletos y medio agrietados, y cada uno de ellos quiso aferrarse a qué quizás, sólo quizás podía haber un atisbo de esperanza.

Pero no, ¿en qué tonta cabeza cabía la idea de que volveríamos? Ahora estabas saliendo con alguien más o por lo menos sabía que entre ella y tú existía cierta complicidad, lo vi en la forma en que te disculpabas con ella para cruzar hacia mi lado.

La forma en la que te sonrió denotaba cercanía entre ustedes y la sonrisa que tú le regalaste yo la conocía muy bien. Ella te gustaba, incluso tus ojos brillaban.

¿Por qué te acercaste a saludarme? Te hubieses ahorrado mi rostro empapado de lágrimas al ver aquella escena. Nunca he sido muy fuerte y lo sabes Park, ¿cómo pensaste que iba a reaccionar? Me conoces bien, soy una llorona de montones.

  — ¿Por qué...? —¿acaso tenías que poner esa mueca de confusión acompañada de una leve sonrisa?

No me sonrías.

Eres tan tonto, ¿por qué más estaría llorando? 

Tú sonreíste con delicadeza como si tuvieras que decir una palabra más pero aún así me preguntaste por qué lloraba. 

No me sonrías así.

— Porque todavía te quiero, Park Jimin. 

Y tengo miedo de que nunca deje de hacerlo. 

Aunque te prometo una cosa, la próxima vez que nos veamos. Esconder mis lágrimas tras una sonrisa falsa, tal como la tuya.  

microcuentos → bangtan boysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora