Sus ojos se abrieron con pereza, quería seguir durmiendo. Meliodas escuchó el grito de Zeldris, se oía furioso. Suspiró de manera cansada, estaba tan a gusto con Elizabeth, pero debía ir con su hermano.
Se sentó en la cama, solo para ver que Elizabeth no estaba. Asustado, Meliodas se levantó de la cama con la intención de buscar a su amada.
Pero fue detenido por una voz chillona muy familiar. - ¡Meliodas! ¿Pero qué demonios te pasa?
Era Hawk quien había entrado a la habitación. Meliodas se detuvo para respirar profundamente, pudo sentir el aroma de Elizabeth cerca. - ¿Has visto a Elizabeth?
- ¿Elizabeth? Ella está con Gelda y Diane, le están buscando ropa porque la que traía era muy vieja. - Comentó Hawk con simpleza. - Escuché a Zeldris gritar... Estás muerto.
- Se nota que quieres dormir afuera. - Le dijo Meliodas con una sonrisa.
- Pero seamos honestos. Eres su hermano mayor, tú los pondrás en su lugar. - Comentó Hawk nervioso ante la amenaza de Meliodas.
- Cobarde... - Susurró el rubio aburrido. - ¡Bien! Es hora de hablar.
Meliodas abandonó la habitación con tranquilidad. - Tal vez no esté tan enojado.
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Con alegría, Elizabeth disfrutó el baño de burbujas que se estaba dando. Por fin podía mover su cuerpo a su antojo, incluso usar sus poderes de Diosa.
- Elizabeth, te hemos puesto ropa encima del mueble que está a un lado del retrete. - Dijo Diane desde afuera del baño.
- ¡Sí, muchas gracias! - Agradeció Elizabeth con ánimo.
Diane había sido tan amable en ofrecerle un baño de burbujas para que se relajara. Incluso le había ofrecido un cambio de ropa.
Cuando decidió que ya era suficiente, Elizabeth salió de la tina para secarse y cambiarse con la ropa que le había sido ofrecida. Era una blusa sin mangas de color negro y de botones junto a una falda corta de color rosa pálido.
- El señor Meliodas conserva los mismos gustos... - Murmuró Elizabeth con melancolía, pues le recordaba a su antiguo traje de mesera.
Habiendo terminado de arreglarse, se dispuso a salir del baño con una sonrisa. Se encontró con dos miradas en ella. Era Diane junto a la chica que le había ayudado a caminar hasta el cuarto.
- ¡Me alegro que te haya quedado el uniforme! -Exclamó Diane con alegría, quien se encontraba parada junto la ventana.
- Pero creó que le hace falta algo... - Comentó Gelda pensativa. - Ah, sí...
La vampiro se acercó a un mueble para sacar un pañuelo blanco de él. Se dirigió hacia con Elizabeth para entregárselo.
- Oh, muchas gracias... - Agradeció Elizabeth con duda, pues no sabía su nombre aun.
- ¡Oh, perdón! Estaba tan emocionada que se me olvido presentarlas. - Comentó Diane avergonzada.
Gelda y Elizabeth sonrieron ante la sonrisa avergonzada de su amiga.
- Soy Gelda. Un placer conocerte. - Dijo la vampiro sinceramente.
- ¿Gelda...? - Se cuestionó Elizabeth pues ya había escuchado ese nombre, mientras se colocaba el pañuelo en el cuello. Hasta que recordó donde lo había oído. - ¿De casualidad no eres una vampiro de la realeza?
Gelda se vio sorprendida, pues hace mucho que no la identificaban como la realeza. Los únicos que sabían sobre que ella era de la realeza, era Zeldris y sus hermanos, algunos demonios y posiblemente Merlín.
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Lo que nos une
FanfictionDespués de tanto sufrimiento, Meliodas y Elizabeth comprendieron que la maldición continuaría... o eso es lo que creían. Elizabeth deberá entender que la vida sigue más rápido de lo que ella pensaba, y Meliodas a aceptar el hecho de que él tiene un...