Eternidad

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Era un bello día, el clima era cálido, los animales cantaban, todo parecía perfecto para Elizabeth. La tercera princesa de Lionés se observó con entusiasmo frente al espejo, su hermoso y esponjoso vestido le daba un toque único a la chica. Manteniéndose parada mientras Margaret y Elaine acomodaba los últimos detalles del vestido, Diane estaba escogiendo los adornos que su amiga llevaría en el cabello.

- Te verás muy hermosa, Elizabeth. - Comentó Margaret con cariño y orgullo en cada palabra, su pequeña hermana se casaría.

- ¿Eso creen? - Dijo Elizabeth algo avergonzada, sin embargo mostró una gran sonrisa. Cualquiera que la viera diría que iluminaría a quien sea que le dedicara una sonrisa.

- Hemos terminado de arreglar tu vestido, ahora vamos por tu cabello. - Dijo Elaine mientras le sonreía tranquilamente. - Diane, ¿ya te decidiste por un adorno?

- ¡Sí! - Exclamó la gigante mientras se acercaba a sus amigas.

- Bueno, yo me retiro porque aún no me he arreglado y deseo estar presentable para ver a mi hermana casarse. - Margaret acarició una de las mejillas de Elizabeth con cariño, haciendo que la chica se mostrara complacida por el contacto. - Además, debo ayudar a Verónica con su vestido.

-Sí, estaré aquí hasta que sea la hora. - Comentó Elizabeth apretando su vestido, sus nervios la estaban traicionando. El simple hecho de pensar en la boda le hacía sentir inquieta, pero sonrió al ver las miradas de alegría de sus amigas.

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Gelda peinaba los cabellos rebeldes de Drake, quien se encontraba sentado frente al espejo. Tristan terminaba de arreglarse las ropas elegantes, y estorbosas, de colores verdosos cerca de su tía y primo. Estaba feliz, no sólo por la boda sino que él y sus padres podrían vivir como una familia. Todo había salido bien durante el sello, bueno, Merlín y Zeldris habían salido algo cansados debido a que ellos fueron los que más energía dieron.

- Mamá... - Habló Drake algo curioso, llamando la atención de su primo. - ¿Iremos a vivir al castillo?

- Sí, aunque solo será un tiempo. - Comentó Gelda mientras dejaba de peinar a su hijo, éste bajó de la silla para que Tristan se subiera y fuera él a quien le tocara que lo peinaran.

- ¿Eso quiere decir que solo estaremos los siete pecados capitales en la taberna? - Preguntó Tristan algo triste por la falta de compañía que le haría Drake, quien compartía el mismo sentimiento.

- No... Tengo entendido que solo serán tú y tus padres, pero estarás unos días con nosotros en el castillo. Ya sabes, la luna de miel. - Dijo Gelda con cierta burla al ver que los niños no entendían el concepto de lo último que mencionó. - Por un par de días estarás a nuestro cuidado, los pecados capitales tienen muchas cosas por hacer y eso significa que no estarán presentes por unos meses.

- Que aburrido... - Murmuró Tristan algo triste pero al ver Gelda sonreírle se animó.

- Piensa de esta manera, podrás pasar todo el tiempo que quieras con tus padres. Aprovecha cada minuto que los tendrás solo para ti. - Comentó Gelda con cariño, dándole un nuevo significado a la ausencia de todos sus conocidos. Tristan sonrió al imaginarse a su padre y a él jugando con su madre, como si no hubiera un mañana

Como una familia.

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Meliodas se encontraba arreglando su traje, no quería que nada saliera mal en este día especial para Elizabeth y él. Incluso los miembros del grupo de los siete pecados capitales se habían emocionado y se unieron a este evento, dándole un toque fraternal. Respiró profundamente intentando calmar sus nervios, así es, el capitán del grupo más temido de toda Britannia estaba nervioso ante una boda.

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