Despertar

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El silencio entre Diane y King era incómodo para los dos. Sin saber que decir, King miró al su alrededor buscando indicios de no ser espiados por sus amigos. Diane, con su usual tamaño, ocultaba su mirada con sus cabellos.

- Estoy feliz... - Dijo King con cariño. Y realmente lo estaba. - Tú y yo siendo padres... Es fantástico...

Diane asintió algo apenada. Después de todo, ella no fue quien le dijo sobre su bebé. - King, yo lo siento. Debí haberte dicho.

- No, yo debía haber estado al tanto. Pero en cierta forma, ya me lo suponía. - Se acercó hacia ella, quedando frente a su hermoso rostro sonrojando. - He estado observando cada movimiento tuyo... ¡Ah, rayos! Eso sonó pervertido.

Diane rió ante la cara y gestos apenados de King. - ¡Eres muy lindo!

- Sí... Me lo dices muy a menudo. - Dijo el hada algo avergonzado.

Sin previo aviso, Diane besó a King en los labios, y gran parte inferior del rostro, con cariño. - Te amo...

- Yo también. - Exclamó King con felicidad. - Estoy seguro que seremos grandes padres.

- Oh, King. ¿De verdad lo crees? - Sonrió Diane ante esa posibilidad.

- No lo creo. ¡Será así! - King se elevó un poco más para besarla en la frente. - Yo estaré contigo en todo momento.

Diane se levantó con entusiasmo. - Sin importar que sea un hada o gigante, lo voy a querer.

King sonrió ante su entusiasmo. Deseaba con todo su corazón un lugar ideal para su familia, por eso debía asegurarse de ayudar en todo lo posible con respeto al rey Demonio.

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Elizabeth miraba con cierto temor el lugar, podía sentir las miradas de odio o repulsión sobre ella de los demonios y servidores. Delante de ella iba Zeldris con la mirada en alto, como todo un comandante. Drake lo miraba con entusiasmo así como el lugar, al parecer no había venido en muchos años. Merlín caminaba sin importarle el lugar, en cambio Escanor estaba igual que Elizabeth.

- Oigan... ¿Esto es normal? - Balbuceó Elizabeth nerviosa.

- Sí... - Dijo Escanor temeroso. - Pero nunca te acostumbras...

- Está bien. Solo no están acostumbrados a recibir visitas. En especial, de humanos y un demonio pequeño con gran energía. - Dijo Merlín con cierta gracia al ver a Drake correr alrededor de Zeldris.

Elizabeth sonrió al ver el niño, le recordaba a su hijo. Escanor se mantuvo igual de nervioso.

Todos se adentraron a una de las habitaciones. Ésta era el trono del castillo, a pesar de lucir viejo y algo anticuado, la habitación lucía perfectamente limpio.

- Ya han avisado a Cusack sobre nuestra visita, solo debemos esperar unos minutos. - Dijo Zeldris serio.

- Papá... - Le habló Drake al demonio.

- ¿Qué paso, Drake? - Preguntó Zeldris suavemente. - ¿Alguien te miró feo?

- Oh... Adoro cuando se pone agresivo. - Dijo Merlín con una sonrisa. Al ver la cara de confusión de Elizabeth, continuó. - Me deja experimentar con los demonios rebeldes.

- Ah, ok... - Dijo Elizabeth algo confundida y preocupada por las vidas de los demonios.

- No es eso. ¿Puedo obtener un dulce? - Preguntó el niño con hambre.

Zeldris miró a su hijo por unos momentos, antes de levantar su vista hacia la puerta. - Claro, en Camelot te busco... Al parecer, ya está aquí.

La puerta se abrió, dejando ver a Cusack seguido de un pequeño demonio azul quien cargaba una caja.

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