El ahora

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Meliodas se encontraba sentado en una colina, sus ojos verdes observaban con un toque de tristeza el hermoso amanecer.

- Elizabeth... - Susurró para sí mismo.

Había fallado en eliminar la maldición, se habían cumplido los tres días y ella había desaparecido frente a sus ojos... Él la había matado...

- Aunque tengas el poder de nuestro padre, no significa que puedas hacer lo mismo que él. - Esas habían sido las palabras de su hermano Zeldris.

- Soy un idiota. - Dijo con broma pero conservando un tono melancólico.

Él no merecía a sus amigos, quienes lo aceptaron como si nada hubiera pasado, no sin antes recibir una tremenda golpiza de parte de ellos y un regaño. Ban fue el que más lo había lastimado, antes de entregarle sus emociones.

- Usted me perdonó y me trato como si nada hubiera pasado cuando yo mismo lo intenté asesinar. - Había dicho Ban mientras sonreía. - Supongo que es lo mismo para usted.

Todo había vuelto a la normalidad, bueno, al menos había paz. Su padre, quien se mostró sumido en la ira porque sus subordinados habían fallado en convertir a Meliodas en su sucesor fue detenido y sellado con su propio poder, con la ayuda de Meliodas junto a sus hermanos y algunos mandamientos.

Al haber fallado, los demonios no tuvieron otra opción que hacer ese acto de traición para sobrevivir. Con esto, todos los clanes decidieron mantener una alianza estable. Los demonios que habían sido reacios a unirse fueron asesinados. Aquellos que aceptaron, aunque no estaban conformes, se establecieron en una parte de Britannia viviendo tranquilamente.

Él había intentado hablar con la Diosa suprema sobre su hija, Elizabeth, pero ella simplemente negó cualquier contacto con él u otro ser vivo.

- Supongo que siente algo de dolor por su hija... - Dijo Meliodas mientras se acostaba en el pasto.

Un niño se encontraba a cierta distancia del rubio, quien yacía dormido. El pequeño sigilosamente se empezó a acercar mientras sonreía con malicia.

Cuando ya decide que el espacio entre ellos dos era lo suficientemente corto, se preparó para atacar. Abrió su boca dejando al descubierto unos pequeños pero filosos colmillos. El niño, tal depredador hacia su presa, salta hacia Meliodas quien rápidamente despierta.

- Bueno, bueno, bueno... ¿Pero que tenemos aquí? - Dijo Meliodas con una sonrisa burlesca, mientras sostenía al niño de su brazo derecho.

El niño de cabellos oscuros, piel clara y una mirada negra junto a una marca demoníaca en su lado superior izquierdo, sonrió antes de levantarse un poco para morderlo con malicia.

- ¡Oye, eso duele! - Exclamó fingiendo dolor.

El niño dejó de morderlo para después soltar una carcajada. - Lo tome desprevenido, ¿verdad, tío?

- Jaja... Claro, pero noté tu presencia al saltar. Deberías mejorar eso, Drake. - Meliodas toma al niño y lo pone en sus hombros para que este tome asiento.

- Papá estará orgulloso de mí, cuando le digas. - Dijo con alegría. - Tío Meliodas, ¿crees que Ban pueda cocinar algo de cerdo?

- Estás igual que Diane, pero creo que por respecto a Hawk, no será posible. - Dijo el rubio mientras avanzaban a la taberna.

- ¿Aunque sea tu sobrino favorito? - Preguntó Drake con esperanza.

- Eres mi único sobrino. - Contestó Meliodas bromeando.

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