Capítulo 3

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Despierto sobresaltada debido a una terrible pesadilla relacionada con los sucesos ocurridos recientemente. Cada vez que cierro los ojos soy capaz de imaginarme en aquella cámara, rodeada de cadáveres desprediendo un fuerte hedor, pálidos e inmóviles, perdida en la eterna oscuridad y en un prolongado e inquietante silencio que lograba atemorizarme. Acompañada de esta pesadilla se presenta otra escena, en la que se me puede observar en el interior de un ataúd de madera, gritando con todas mis fuerzas, golpeando la cumbre de la caja de madera hasta herir mis nudillos, con las lágrimas surcando mis mejillas ante la impotencia de no ser escuchada, ante el miedo de ser partícipe de qué es sentir en primera persona como tu cuerpo se va calcinando poco a poco. El final de la pesadilla no es feliz, a pesar de haber sido así en la realidad, gracias a John, quien se convirtió en mi héroe sin capa. En lugar de ese fin, todo acaba sucumbiendo en llamas abrazadoras y anaranjadas que me consumen lentamente.

Localizo al vampiro de pie junto a una ventana cercana a los pies de la cama, con el cuerpo ladeada en mi dirección, observándome con expresión preocupada.

-¿Otra pesadilla?

-Es siempre la misma- confieso, echándome hacia atrás el pelo para evitar que el sudor que baña mi frente humedezca mi cabello. Tomo asiento sobre el colchón y el vampiro salva la distancia que nos separa para terminar por situarse a mi vera-. Estoy en la cámara con decenas de cadáveres, embriagándome con la oscuridad y el olor a putrefacción que trae consigo la muerte, inquieta ante el silencio. Luego la escena cambia y me encuentro en el ataúd, gritando, pidiendo ayuda, pero nadie me escucha.

-Estás a salvo, Liz- admite, en un intento de devolverme la calma perdida-. Yo no permitiría que te sucediera nada.

-Fue horrible.

-Tardarás un tiempo en recuperarte de una experiencia tan fatídica como ésta. No es tarea fácil olvidar el miedo que sentiste al ver tu vida amenazada.

-No tenía miedo por mí- aseguro, desconcertando al vampiro, quien frunce el ceño y entreabre un poco sus labios-. Cuando estaba en el ataúd, camino del peor de los desenlaces, no podía dejar de pensar en algo.

-¿A qué te refieres?

Me aferro a la mano del vampiro con delicadeza, provocando que John baja la mirada hacia nuestros dedos entrelazados y esboce una media sonrisa.

-No pensaba en la muerte, ni en el dolor que le causaría mi pérdida a las personas más cercanas, ni siquiera en la venganza hacia Regina. Lo único que ocupaba mi cabeza eras tú, John. Tenía miedo de no poder tener la oportunidad de hacerte saber lo importante que eres para mí.

-Tú también significas mucho para mí, Liz- inesperadamente, se muestra cabizbajo, con la mirada perdida en nuestras manos entrelazadas. Le observo, en silencio, intentando descubrir qué se ocultan tras sus ojos. John alza la vista y me mira con las pupilas cargadas de dolor-. Y es por esa misma razón por la que tengo que dejarte ir.

-John, te estoy diciendo que te quiero- comienzo a decir, herida por su confesión-, y tú me estás dejando marchar.

-Es lo mejor para ambos.

Le miro ofendida, liberando su mano y poniéndome en pie.

-No me quieres como yo te quiero a ti, ¿es eso?

-Te quiero más de lo que puedes llegar a imaginar.

-Entonces, no nos hagamos esto- sugiero, mirándole demandante-. No hagas esto.

-Tu vida no merece ser amenazada por estar viviendo bajo el techo de una familia de vampiros que carga con una infinidad de enemigos sobre sus hombros- justifica, apretando los labios-. Mereces vivir una vida lejos de preocupaciones.

The Creatures; Origins (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora