Elizabeth se pone en pie en cuanto una doctora abre la puerta de su consulta y asoma a través de ella, indicándole que ella es la siguiente persona a la que ha de atender. La chica me dedica una última mirada, temblando de pies a cabeza, y se adentra en la estancia, dejándome atrás, sentado sobre una de las sillas del corredor. Desaparece tras la puerta blanca, aunque puedo seguirle la pista gracias a los pequeños huecos que hay entre lámina y lámina de la persiana grisácea. Liz saluda con una sonrisa a la doctora, quien le indica que tome asiento sobre una cama cubierta de sábanas blancas. Ella hace lo que le pide y se levanta un poco la camiseta, dejando al descubierto su vientre, preparándose para la ecografía. La doctora impregna su piel con un gel y con ayuda de un pequeño aparatito comienza a extenderlo.
Agudizo el oído para estar al tanto de la conversación.
-¿Eres primeriza?
-Sí. Estoy aterrada ante la idea de ser madre.
-Es normal. Todas tenemos miedo ante esta nueva etapa que se abre paso ante nosotras. No te preocupes, estoy convencida de que lo harás bien.
-¿Cómo voy a ser una buena madre si ni siquiera sé por dónde empezar?
-Cuando tengas a tu pequeño entre tus brazos, lo sabrás.
La doctora cambia el rumbo de su mirar en mi dirección y hace una mueca con los labios. Liz sigue el rumbo de su mirada para descubrir qué es aquello que despierta su atención. Yo, en cambio, opto por mantener la vista fija en la página por la que está abierto el libro que sostengo entre mis manos, en un intento de disimular mi interés por saber acerca de los sentimientos que surgen en Liz durante la ecografía.
-¿Es tu compañero de vida?
-Es complicado- admite, bajando la cabeza y mordiéndose el labio inferior-. Nuestra historia no forma parte de los finales felices.
-Entiendo.
-Es el padre de este bebé que llevo en mi vientre y estoy segura de que va a ser un padre increíble.
-¿Quieres que entre para compartir este momento contigo?
Asiente una sola vez.
La mujer sale de la consulta y me hace una seña con la mano para que le acompañe. Cierro el libro que sostengo entre mis manos y le sigo sin demora hacia el interior de la estancia. Sello la puerta detrás de mí y camino con pasos breves e indecisos hacia la chica que está acostada sobre la cama, mirándome con sus preciosos ojos verdes. Detengo mi caminar a su vera y me tomo la libertad de depositar una de mis manos sobre el colchón.
-Aún es pronto para conocer el sexo del bebé- comienza a decir la doctora, observando una pantalla oscura en la que se muestra el útero de la paciente-. Todo va muy bien. El feto se está desarrollando correctamente.
Liz sonríe ampliamente.
-Es éste- señala un pequeño cuerpo que se protege en el interior de una bolsa-. Éste es la placenta, aquí veis el cordón umbilical, y está flotando en el líquido amniótico.
-Qué pequeño- añade Liz.
-Tiene el tamaño de una semilla de amapola- confiesa alegremente, dejándonos alucinados-. Dentro de poco el corazón comenzará a formarse y a latir. Si queréis, puedo poneros un cd con los latidos de un feto de aproximadamente cuatro semanas- ante nuestra cara de ilusión decide colocar un disco en una ranura específica y esperar a que se manifiesten los latidos-. Esos son los latidos.
-Guau, qué rápido va su corazón- admite Liz, abriendo los ojos de par en par-. Es como si fuese a salírsele por la boca de un momento a otro.
-Es el milagro de la vida- asegura la doctora, observando a Elizabeth, quien palpa su vientre con ternura-. Demuestra cuán grande son las ganas que tiene ese pequeño por vivir.
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The Creatures; Origins (1)
FantasyLa aparición de un criptex de forma inesperada devuelve la incertidumbre a la vida de la familia Spinnet, quien lucha contra todo pronóstico por mantener a salvo a todos sus miembros. Una ligera pista les lleva a sospechar acerca de quién puede ser...