Capítulo 23

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Recorro rápidamente con la mirada el charco de sangre que rodea el cuerpo de la canguro que contrató mi hermano antes de disponerse a salvar el día. Lo único que ha conseguido es que una vida haya sido arrebatada de forma violenta y otra esté amenazada. Es un hecho más que comprobado que John no puede lidiar con todas las adversidades que surgen por el camino. Está sometido a tanta presión que apenas es conscientes de los pasos que da, corriendo el riesgo de equivocarse una y otra vez.

Subo rápidamente hacia la habitación del pequeño acompañado por mi hermano y la abro de par en par, descubriendo la ventana abierta de par en par, con la cortina ondeando al viento. En el suelo está la figurita de madera que le hizo Jamie al niño, aunque de ése último no hay rastro. Apuesto a que Regina debe estar detrás de ésto. Una parte del trato con respecto a Ayris debía consistir en exterminar la amenaza que viene en camino.

-Ha sido mi culpa- lamenta John, dejando caer el peso de su cuerpo sobre el marco de la puerta, resignado-. Le he condenado a morir por haber sido lo suficientemente ingenuo como para desprotegerle aún sabiendo las amenazas que se ciernen sobre nosotros.

-No vamos a permitir que le suceda nada.

-Puedo hacer un hechizo de seguimiento para saber dónde está el pequeño- anuncia Irina, intentando ofrecer su ayuda-. Sólo necesitaré algo que haya pertenecido a él.

Recojo a figurita de madera del suelo y le hago entrega de ella.

-Espero que te valga un caballito de madera- le presiono con la mirada, pero ella parece no sentirse intimidada, pues mantiene la compostura y me sostiene la mirada con valentía-. El tiempo empieza a contar ya. Demuestra que eres digna de formar parte de esta familia antes de que decida darte de comer a los lobos.

-Habría preferido un "gracias por tu ayuda".

-Lo primero que debes saber es que hay tres cosas que jamás digo. La primera es lo siento, la segunda dar las gracias y la tercera reconocer que me he equivocado- explico, escupiendo cada palabra con frialdad-. Quizás, cuando se alineen todas las estrellas del cielo decida romper por primera vez mi propia regla. Hasta entonces, disfruta de la decepción.

-Las personas como tú acaban solas.

Finjo no sentirme dolido al escuchar esas palabras. Aún después de haberlas oído tantas veces no he sido capaz de hacerme a la realidad, a ese futuro que me deparará mi actitud.

-Yo siempre he estado en compañía de la soledad, amor. No es nuevo para mí. Es más, prefiero mil veces antes estar en completa soledad a estar mal acompañado.

Le doy la espalda y camino hacia el frente. Apenas he dado unos pasos cuando me detengo en seco y comienzo a recordar un momento del pasado que afirma que Irina es mi hermana. Mas nunca me atrevería a confesarlo por miedo a ser decepcionado, a sufrir como lo hice en el pasado. Nunca he sido deseado ni querido por mi propia madre. Siempre me ha faltado una figura paterna. He tenido que abrirme paso como he podido, abandonando de forma precoz la inocencia y conociendo de muy de cerca la crueldad del mundo en el que habito. Desde pequeño he conocido el dolor, la soledad, la decepción, la traición. Poco a poco he ido fortaleciéndome con los golpes, protegiéndome con una coraza para enmascarar mi debilidad, mis sentimientos. He comprendido que es más fácil desconfiar de primera mano de todo para evitar sufrir después. La realidad es que alejo a las personas de mí por miedo al dolor que pueda provocarme la decepción o la pérdida. El amor te destruye de una forma u otra. Tarde o temprano sucede. Es más fácil mantener a las personas alejadas de mí que cerca.

Recuerdo estar escondido entre unas cajas de madera, observando a Agatha salir por la puerta trasera de su casa con una capa negra, sosteniendo entre sus brazos a un bebé, mirando de un lado a otro para asegurarse que nadie le sigue. El bebé tenía una marca espiral en el hombro, la misma que tiene Irina.

The Creatures; Origins (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora