Capítulo 18

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Jamie entra a las apuradas en la casa y nos encuentra en la sala de estar, enfrentados a una chica de aspecto moribundo que descansa sobre la mesa de madera recubierta por una fina sábana blanca, con sudores fríos y dolores agonizantes, intentando buscar una solución al problema que se presenta ante nosotros.

-¡Elizabeth!- grita con todas sus fuerzas, acercándose a la mesa de una carrerilla y aferrándose a una de sus manos-. ¿Qué le pasa?

El brujo me mira en primer lugar y luego repara en la presencia de mi hermano, quien sostiene entre sus manos un bisturí.

-Su corazón está fallando- anuncio con la voz rota por la tristeza, conteniendo las lágrimas sentadas sobre mis párpados inferiores-. Tenemos que realizarle una cesaria antes de que sea demasiado tarde.

-Ella no quería este tipo de parto.

-No tenemos tiempo para contemplaciones- rebate Kai con voz ruda-. La realidad no es un cuento de hadas y nosotros no somos los genios que conceden deseos.

-Es cuestión de tiempo que su corazón falle, Jamie- los ojos del chico se desbordan ante la impotencia que siente ante el hecho de perder a la mujer a la que tanto quiere y admira, sin poder hacer nada por salvarla-. Necesito que estés sereno. Te necesito.

Se enjuga las lágrimas con ayuda de las palmas de sus manos y asiente un par de veces, armándose del coraje necesario para enfrentar la situación.

-¿Qué tengo que hacer?

-Liz necesita algo de magia para poder soportar el nacimiento del bebé.

-No puedo ofrecerle ni un ápice de ella, aunque quisiera. Estoy débil, no he conseguido dar con una fuente de magia en las proximidades, por lo que la poca magia que conservo la emplearía para llevar a cabo el hechizo.

-Yo le daré mi magia- ofrezco sin dudarlo, ignorando la mala cara de mi hermano-. Por mi sangre corre la magia, quiero que uses un hechizo para cedérsela a ella. Eso nos hará ganar algo de tiempo.

-¡Me cuesta respirar!- alerta Liz con los nervios a flor de piel, buscándonos, en vano, con la mirada, con tal de recibir nuestra ayuda.

Jamie se aferra a mi mano y comienza a elaborar el hechizo, valiéndose hasta el último ápice de magia que queda en su interior, quedando débil temporalmente. Mi magia pasa a la sangre de la chica que está acostada sobre la mesa y recorre su organismo a una velocidad de vértigo, ofreciéndole la fuerza necesaria que pide su corazón para continuar latiendo. Liz abre los ojos, algo aturdida, con la frente bañada en sudor, y mira a su alrededor con ojos vidriosos.

-El bebé tiene que nacer ya o de lo contrario morirá- informo a Jamie y a Kai, pasando por alto que Liz está al tanto de nuestra conversación.

-Hacedlo ahora- pide la chica de cabello dorado-. No dejéis que le ocurra nada malo. Tenéis que sacarle ahora, antes de que sea demasiado tarde.

-Ni siquiera tenemos epidural- lamenta Jamie, mirando a Liz con temor-. Va a sufrir mucho. No quiero que esto acabe así.

-Aguantaré el mayor tiempo posible y, entonces, estaré lista para irme.

Kai intercambia una mirada conmigo antes de hacerle un profundo corte horizontal en el vientre a la futura madre, manchando el bisturí y sus manos de una espesa sangre que escapa a borbotones. Liz aulla de dolor con todas sus fuerzas, clavando sus uñas en la mesa, incorporándose en alguna ocasión para manifestar el sufrimiento tan atroz por el que está pasando. Sus gritos, acompañados de pequeñas gotas de sudor y saliva, se apoderan de la estancia por completo.

The Creatures; Origins (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora