Capítulo 22

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Con ayuda de mis manos abro la puerta del salón de forma violenta, provocando que impacten contra las paredes, marcándolas con una fina línea, y amenacen con salirse de sus goznes. Avanzo hasta una de las ventanas más cercanas y me aferro con ambas manos al alféizar, preso de la furia que me corroe y del pánico que se desata lentamente en mi interior por la llegada de padre. Alzo una de mis manos y me quito un botón de la camisa para despejar mi cuello y poder respirar con mayor facilidad, ya que siento que hasta el aire me falta del disgusto con el que acaparo.

-¿Ese era tu plan genial, hermano?- pregunto, elevando el tono de voz-. Por un momento pensé que harías las cosas bien, que te las ingeniarías para dar con una solución que nos alejara de los problemas que amenazan con asfixiarnos. Y resulta que tu plan era hacer sonar esa campana, aún conociendo las complicaciones que traería consigo.

-Era nuestra única alternativa. No iban a detenerse a menos que consiguieran quedar satisfechas. Ahora tienen esa satisfacción que buscaban y ni siquiera hemos tenido que luchar.

-¿Y de qué ha servido? Ahora tenemos un problema mucho mayor. Nuestro padre ha vuelto. ¿Te haces una idea de qué significa eso? Yo te lo diré. Cientos de muertes cobradas de vidas inocentes, conflictos constantes con los diversos colectivos, temor ante sus desconocidas intenciones, venganza hacia nosotros.

-No contaba con su aparición.

-Elián tampoco contaba con la vuelta del Diablo o también conocido como su padre. Ninguno esperaba volver a encontrarse cara a cara con los fantasmas del pasado, pero ha ocurrido y tenemos que hacerle frente.

Kai respira con fuerza a mis espaldas.

-Me pediste que confiara en ti y lo hice- me doy media vuelta y enfrento a mi hermano-. Aún no están manifestándose los efectos de de decisión y ya estoy arrepintiéndome. Te has metido en la boca del lobo, Kai. Y lo has hecho tú solito. Así que ahora te toca dar con la forma de solucionar el mal que has sembrado.

-No necesito tu ayuda ni la de nadie.

-Bien. Porque a partir de este momento cada uno toma sus propias decisiones y se responsabiliza de los posibles daños colaterales que traigan consigo.

-Lo mejor será que cada uno tomemos una dirección y nos distanciemos. A fin de cuentas, este intento de familia nos quedaba demasiado grande.

El vampiro de ojos color miel se da media vuelta y se marcha a buen ritmo de la estancia, ignorando a la chica de cabello castaño que aparece a los pies de la escalera, sosteniendo entre sus manos un cuento infantil que probablemente le haya leído al pequeño para que se quedase dormido. Sophie observa la ida del chico con expresión indiferente y procede a acercarse a mí.

-He dejado a Ayden durmiendo arriba. Ha costado un poco que se quedara dormido, pero finalmente le ha podido el cansancio- se hace con una bolsa de color verde que yace colgado de un perchero y se acomoda el asa en el hombro derecho-. Tengo que volver al hospital para hacer mi turno de mañana.

-Gracias por cuidar de Ayden.

-Ha sido un placer- sonríe y se coloca un mechón de su cabello tras su oreja-. Da un pelín de guerra pero todo esfuerzo es recompensado con una de sus sonrisas.

Sophie se despide de mí agitando con sutileza la mano y se pierde tras la puerta principal, dejándome nuevamente a solas en una casa que cada vez se me hace más grande. No es un lugar al que llamar hogar cuando no tienes con quién compartirlo. Mi hermano ha decidido tomar la vía fácil, desprenderse del nido y echar a volar, la alegría de la casa murió tras perder la inocencia y se fue a un millón de millas, y la mujer a la que amo, se ha ido a hacer un viaje sin retorno que durará para siempre. Sólo me queda Ayden. Temo que pronto vaya a perderle a él también.

The Creatures; Origins (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora