Capítulo 31

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-Me has fallado. Has huido de nosotros- dijo, mientras acariciaba la cabeza de Nagini.- He sido muy amable contigo, podría haberte matado, pero tienes potencial, con esas voces, podrías llegar a ser alguien importante, como tu madrina. Pero, aunque te dejaré vivir, es obvio que mereces un castigo. 

   Comenzó a hablar en parsel y Nagini se acercó a mi. Ya sabía lo que venía, no era la primera vez, y, si no escapaba y la serpiente no me mataba, tampoco sería la última. Intentaba controlar mi pánico y temblor mientras la serpiente comenzaba a enroscarse alrededor de mi cuello. Gritar y/o forcejear podría empeorar todo, lo había aprendido por las malas la primera vez que había pasado. Lo mejor que podía hacer en ese momento era aguantar hasta que pase y rogar por salir viva. Empezó a ajustarse, quitándome el aire de los pulmones. No podía respirar. La desesperación por conseguir aire me invadió y comencé a rasguñar la mesa y a golpearla. Se mantuvo ahí por al menos un minuto, pero parecieron años. El habló en parsel y la serpiente me dejó.

-Vete. 

  Hice lo que me ordenó sin dudarlo, mientras luchaba por respirar. Tenía que llegar a mi habitación, nadie podría verme de esa forma, tan... débil. Probablemente estaba pálida y al borde de las lágrimas. A penas podía caminar, estaba mareada. Acababa de despertarme después de haber estado meses en come y una serpiente acababa de intentar asfixiarme, así que era un milagro que estuviera de pie por mi cuenta. 

  A penas salí, me encontré con todos mirándome, especialmente Draco. Dio dos zancadas y me abrazó. Yo hacía todo lo posible por no romper en llanto ahí mismo. Mi cuello dolía mucho, quemaba. 

-Vamos a mi habitación- susurró en mi oído, antes de tomar mi mano y hacer que lo siga. 

   Lo seguí hasta el cuarto espacioso, con paredes grises y muebles negros. Detrás de la cabecera de la cama, había un ventanal enorme cubierto por cortinas verdes. Al pie de la cama había una puerta que daba a un baño y exactamente del otro lado de la habitación otra puerta que daba a un vestidor.

   Hizo que me sentara en la cama y comenzó a revisar mi cuello. Hice una mueca de dolor cuando lo tocó. 

-Lo siento- dijo. 

  Abrió un cajón de su mesa de luz y sacó un pote con algo cremoso dentro, de un color morado. Recordaba que su madre me lo había puesto una vez cuando me había caído de mi escoba jugando Quidditch con Draco en el patio trasero. Cuanto extrañaba esos momentos...

-Esto va a curarte- dijo, mientras me lo pasaba por el cuello. Estaba frío. Tomó mi mano, con la que había golpeado la mesa y besó mis nudillos, que estaban lastimados- Lo siento. Si no te hubiera traído de vuelta...

   No parecía capaz de terminar la oración. El nunca había tenido que aceptar la culpa de nada, pero ahora debía crecer de repente. Había vivido en una burbuja todos estos años, sin darse cuenta de la oscuridad que había a su alrededor, sin darse cuenta de que, tal vez, todo lo que le habían enseñado desde niño estaba mal. El no era malo o egoísta, simplemente quería complacer a los demás, pero se estaba dando cuenta de que no estaba dispuesto a hacer ciertas cosas por la aprobación de sus padres, y eso me enorgullecía mucho. A su discreta manera, estaba comenzando a rebelarse.

-No podías haberlo sabido- dije- Nunca te lo conté. Nadie sabía de esto. Yo me lo busqué. 

  Era verdad. Había acelerado las cosas. Si hubiera esperado un poco más, si hubiera planeado todo mejor, tal vez hubiera resultado bien, pero lo había arruinado al apurarme. 

-Listo- dijo, guardando la crema.

   Se sentó a mi lado y me abrazó. El estar con el me tranquilizó bastante. No sabía porque, el parecía más preocupado que yo, pero su presencia simplemente me tranquilizaba. Tal vez porque era lo único que nunca había cambiado, lo único firme. No importaba si era mi amigo, mi novio, si estuviéramos bien o si quisiera matarlo, el estaba ahí y punto, eso no cambiaría nunca. 

   Alguien tocó la puerta.

-Solo quería ver como estaban- dijo Narcissa Malfoy, asomándose por la puerta- Los elfos les traerían la cena en un rato. 

-Gracias.- dije. La garganta todavía me molestaba. 

   Ella sonrió de una manera extraña y se fue. Fruncí el ceño. Siempre le había agradado a los padres de Draco, pero ahora Narcissa parecía... distante. 

-¿Que le pasa?- pregunté.

   El dudó antes de responder, lo que me preocupó bastante. 

-Ella... bueno, mis padres... estuvieron pensando que tal vez... lo mejor sería que estuviera con alguien más, alguien como Astoria.

    En ese momento, casi me volví loca. NO había FORMA de que Draco terminara casándose con ella porque sus padres le dijeron que debía hacerlo. La idea de perderlo me enloquecía. En especial si no era decisión suya. 

-No pueden hacer eso- dije - ¡No pueden!

-Tranquila, princesa, tranquila- dijo, acercándome más a el, antes de dejar un beso en mi frente- Ya los convenceré de que no cambiaría nada. Y si no lo logro, no es su decisión. 

   Puse mi mano en su mejilla y lo besé. Lo había extrañado demasiado. Mi otra mano se enredó en su cabello mientras que las suyas aferraban mi cintura. Nuestros labios se movían en perfecta sincronía hasta que mis pulmones comenzaron a exigir oxigeno, así que tuve que cortar el beso, después, enterré mi cara en el hueco entre su hombro y su cuello. Olía tan bien como siempre. 

-Te quedarás a dormir conmigo ¿No?- preguntó, después de cenar. 

  Asentí. Unos minutos más tarde, el me abrazaba desde atrás, durmiendo tranquilamente. Yo, en cambio, no lograba conciliar el sueño. Todavía tenía molestias en el cuello por lo que había pasado hace solo unas pocas horas y temía que las voces volvieran. Lo único que impedía que saliera a vagar por la mansión era Draco, que me abrazaba como si su vida dependiera de ello. 

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Hola! Solo por curiosidad ¿Que pensaban que Voldemort le haría a Astrid?


Su Mejor Amiga (Draco Malfoy) -TERMINADA-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora