Su Mejor Amiga (Draco Malfoy) -TERMINADA-

Capítulo 22

    La mañana siguiente, todos me miraban de reojo en el pasillo. Nadie se atrevía a acercarse a mi. Ninguno de los Weasley me dirigía la mirada. Umbridge me preguntó si ya me sentía mejor, a lo que respondí que si, aunque era mentira. Hunter me fulminó con la mirada, cuando le pregunté porqué, el solo dijo que era una de ellos. Solo quería irme, pero no a casa. No tenía ningún lugar al que ir, así que tomé una decisión bastante impulsiva. Tal vez no era la más inteligente, pero era una ruta de escape segura. Pero antes de hacer cualquier cosa, tenía que decírselo a Draco. No podría soportar irme y dejarlo completamente solo, sin avisar antes. Solo esperaba que no me odiara. 

-¡Ahí estás!- exclamé cuando lo vi. - Tenemos que hablar de algo importante.

  Fuimos a un aula vacía y el se sentó sobre una mesa, esperando a que comenzara a hablar. Respiré hondo, sabía que no se lo tomaría nada bien, pero tenía que hacerlo. El también parecía nervioso, ya que no dejaba de mover sus manos.

-Me voy- dije. Era mejor decírselo de forma directa, no quería ni podía perder tiempo- Tengo una tía en Estados Unidos. Ella dijo que podía ir y quedarme con ella el tiempo que quisiera. Voy a volver, pero cuando todo esto termine, cuando quien-tu-ya-sabes sea derrotado. 

-No podes irte- dijo- No. No me vas a dejar solo. No te voy a dejar. Voy a secuestrarte si hace falta, pero te vas a quedar. Por favor...

-Draco... tengo que irme. El se va a dar cuenta de que soy una espía, y va a intentar matarme. Ir a Estados Unidos es la única forma de sobrevivir a esta guerra. Sinceramente, no quiero morir. Además, ya no hay mucho que pueda hacer. No falta mucho tiempo para que tengamos que elegir bandos, y no puedo ser espía sin correr riesgo de morir si alguien nos traiciona. 

-¿Y que hay de mi? ¿Me vas a dejar acá, como si no fuera nada? Soy tu novio, no podes simplemente irte y dejarme lidiar con todo esto solo. Creí que te importaba. 

    Tomé su mano y miré directamente a los ojos grises que me hipnotizaban desde primer año. Se veía vulnerable, de verdad le aterraba la idea de que lo deje. Me destrozaba verlo así, pero prefería que se sintiera así por unos días a que se enojara con el mundo porque morí en medio de una guerra que su familia probablemente perdería.

-Tengo que irme.-tras decir eso, dejé el salón y fui a guardar mis cosas, para después desaparecer a través de los pasadizos secretos en mi forma de lobo y encontrarme con mi tía en Hogsmade. 

-¿Estás bien?- preguntó, cuando llegamos. 

  Negué con la cabeza y me puse a llorar. No quería dejarlo. Lo iba a extrañar más que a nada en el mundo. Era como si una parte de mi se hubiera quedado en Hogwarts, junto con aquel albino presumido que me había quitado el aliento desde que me habló por primera vez en el tren. Aún lo recordaba perfectamente...

"-¿Me puedo sentar con ustedes?- preguntó una versión mía de once años. 

    Dentro del compartimiento habían cinco chicos. Un albino, otro de piel morena, otro flaco y dos que eran grandotes.

-Claro- dijo el albino, que era bastante guapo- Ellos son Crabbe y Goyle- dijo, señalando a los mamuts a su lado- El es Theo -señaló al flacucho- Y el es Blaise. Yo soy Malfoy, Draco Malfoy. 

-Astrid Wolf- dije, presentándome. 

-Es un alivio ver que no todas las chicas son como Pansy Parkinson, es bueno saber que no todas son horrendas y brutas. -Dijo el albino.

-¿Eso es un cumplido, señor Malfoy?-  pregunté, algo burlona. 

  El esbozó una media sonrisa bastante encantadora y se encogió de hombros.

-Tomalo como quieras. "

   Draco

   Era el tercer día de verano. El año había sido horrendo sin Astrid, pero tenía un plan para traerla de vuelta. Lo único malo del plan, era que necesitaría ayuda de una familia de pelirrojos. Le dije a mis padres que iría a almorzar al Londres muggle con Theo y Blaise, pero en realidad me dirigía hacia un lugar al que llamaban "la madriguera". 

   Cuando llegué, vi que era un lugar pequeño y de muy mal gusto. Daba asco. No entendía como personas podrían vivir ahí.

   Respiré profundo y toqué la puerta. Lo único que me impedía salir corriendo era el saber que lo hacía por ella, por Astrid. 

  Una de las comadrejas clonadas me abrió la puerta.

-Llegó el hurón- anunció. 

-No me llames así- mascullé. 

  Unos segundos después, estaba sentado en la misma mesa que esos traidores de la sangre con cabello de zanahoria. 

-¿Que quieres?- preguntó Ginevra. 

-Quiero que Astrid vuelva- dije- Pero ella no se va a poder quedar en mi casa porque no quiere estar cerca de ustedes-saben-quien. Ella confía en ustedes.

-Me encantaría que se quede- dijo la señora Weasley- pero debes convencerla de venir. 

-No responde nuestras lechuzas- dijo Ginevra- Simplemente las envía de vuelta junto con la carta. No tenemos idea de en donde puede estar.

-Voy a encontrar la manera de traerla, pero por favor, dejen que se quede. 

-Por supuesto- dijo el señor Weasley. 

  Aunque intentaba ocultarlo, sabía que no le gustaba la idea de que estuviera ahí.

-¿Quieres quedarte a almorzar?- preguntó la señora, con una amable sonrisa en su cara.

   Tuve que hacer un esfuerzo para que no se me notara la cara de repulsión. 

-Draco tiene que irse- intervino Ronald. 

-Cierto. -dije- Adiós.

   Salí lo más rápido que pude. Blaise y Theo, quiénes habían robado el auto del padre del último, estaban esperándome afuera.  

   Subí al asiento de atrás y Theo arrancó y aceleró a fondo.

-Voy a tener que ducharme de nuevo- me quejé- Huelo a comadreja pelirroja. Lo que me hace hacer esta chica...

-¿Lo lograste?- preguntó Blaise.

   Asentí. 

-Solo tenemos que encontrarla. -dije.

-¿Sabes como?- preguntó Theo, mirándome por el espejo.

   Asentí. Era posible que no funcionara, pero no tenía alternativa. Mis padres no podían saber lo que tramaba. Nadie más podía saberlo. 

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Hola! Primero que nada, quería pedir perdón por no haber actualizado en tanto tiempo, pero la escuela me mantiene ocupada y mi imaginación se negaba a funcionar, pero acá está el nuevo capítulo. Voy a intentar actualizar más seguido, pero no prometo nada. Los quiero.