Capítulo 40

5.6K 420 96
                                    

   Los días pasaron más lento de lo que espetaba. Enero abrió paso a febrero. Y nosotros seguíamos sin decidir que hacer. No se nos ocurría otro lugar que no fuese la isla o alguna de nuestras casas, cosa que era demasiado obvio. También estábamos muy preocupados por Daphne. Ella se negaba a salir de su habitación, por lo que le teníamos que llevar la comida a la cama. Ya se le estaba comenzando a notar la pancita de embarazada, pero no parecía importarle mucho. Era como si su mente estuviera en un lugar totalmente diferente.

–¿Que vamos a hacer? –preguntó Blaise, por enésima vez. Ya estábamos empezando a desesperarnos. 

–Yo voy a pelear –respondí, sin dudar, como siempre que salía el tema. Después de lo de Hunter, la guerra se había vuelto algo personal.

–Astrid, todos queremos pelear –dijo Astoria, intentando hacerme entrar en razón. –Pero no sabemos como. Admitámoslo, la mayoría de nosotros no tiene idea de como luchar. Tenemos que buscar un lugar para entrenar mientras esperamos el momento adecuado para atacar.. 

–Yo conozco a alguien que puede ayudarnos. –dijo Angelique, algo nerviosa. 

   Todos empezamos a guardar todo lo necesario. En unas pocas horas, solo quedaba la cabaña y la improvisada tumba de Hunter. A decir verdad, me alegraba un poco irme de la isla. No había forma de que superara su muerte si pasaba por el lugar donde lo asesinaron todos los días. Desde ese momento, el ambiente se había vuelto demasiado denso, y él no estaba para alivianarlo. 

   A la que más nos costó convencer de irse fue a Daphne, pero al final cedió cuando le prometimos que la traeríamos de vuelta después de la guerra. 

   Todos nos tomamos de las manos y aparecimos frente a una cabaña en el medio del bosque de lo que parecía ser Rusia. Angelique tocó la puerta. Parecía algo nerviosa, no paraba de arreglarse el cabello. 

    Nos abrió un chico dos o tres años mayor que yo. Era bastante alto y tenía el cabello castaño totalmente alborotado. Parecía que recién se despertaba. Nos sonrió. Tenía que admitir que era lindo. 

–¿Angie? –preguntó, sorprendido de verla. 

–Necesitamos tu ayuda –dijo ella, sin mirarlo a los ojos. Parecía... avergonzada. 

   El nos dejó pasar. La cabaña se veía bastante modesta y estaba algo abarrotada. La Cocina era un desastre de platos sucios y la mesa del comedor estaba llena de libros y cuadernos. En El Centro de la habitación había una escalera que, supuse, daba a su habitación. 

–Soy Dagan Scamander –se presentó. 

    Le contamos todo lo que había pasado desde que Draco y yo nos escapamos de la mansión Malfoy, hasta como murió Hunter. El no nos interrumpió ni opinó, simplemente escuchó, mirando a Angelique de vez en cuando. Había algo entre ellos, estaba segura. 

–Pueden quedarse en el sótano. 

   Abrió una puerta trampa que había en una esquina de la habitación y todos lo seguimos hasta abajo. Esperaba un lugar horrible y sucio, pero me encontré con un largo pasillo, iluminado por lamparas un poco más espaciadas de lo que deberían. Cada tanto había una puerta. 

–Tres son habitaciones, la última es un baño y la primera es una sala de entrenamiento. A mi hermana le gusta hacer duelos, pero ahora se encuentra en Estados Unidos con mi tía abuela Queenie. 

–Pero necesitamos cuatro habitaciones... -dijo Angelique, después de contarnos. 

–Que ellos se queden en las habitaciones, vos te quedas en la mía y yo duermo en el sillón –dijo Dagan. 

    Cada uno eligió una habitación y empezamos a acomodarnos. El dormitorio no era muy grande, pero tenía espacio de sobra para guardar nuestras escasas pertenencias. También había una cama doble que se veía bastante cómoda. Las mantas eran algo pesadas, pero supuse que era porque el lugar era muy frío por la noche. De verdad estaba muy cansada, la había estado pasando muy mal estos últimos días. 

–Creo que hay algo raro entre mi hermana y este chico –le dije a Draco, cuando se acostó en la cama. 

–Sinceramente, no me importa –dijo abrazándome. –Me preocupas más vos. A penas estuviste durmiendo, no creas que no me doy cuenta. 

    Acarició mi cabello. Yo me quedé callada, no sabía que decirle. Lo abracé y nos quedamos así un rato. Hacía tiempo que no discutíamos. Nuestra relación era lo único en mi vida que no era un desastre. Tenerlo cerca me tranquilizaba. Sabía que no se iría a ningún lado, no podía. El estaba arriesgando tanto como yo. 

–Princesa... –susurró, acariciando mi mejilla. –No me gusta verte triste. En especial si no puedo hacer nada al respecto. 

   Lo besé suavemente y me apoyé en su pecho. Estaba muy cansada como para seguir hablando, pero él parecía estar esperando una respuesta. 

–No es algo que controle. –dije, dibujando circulos con mis dedos sobre su camiseta.

–Lo sé... –suspiró. –Solo me gustaría que todo volviera a ser como antes. Cuando estábamos en Hogwarts y nuestros mayores problemas eran la tarea y los exámenes.

–Todo va a volver a ser así cuando lo derrotemos. 

   Me sentí mal por prometer algo que no sabía si pasaría, pero en ese momento Draco necesitaba algo de esperanza. Lo había perdido todo excepto a sus amigos y a mi. Su propia familia estaba intentando matarlo. Yo odiaba a mis padres, así que no me afectaba que fueran mortifagos ¿Pero él? El había crecido pensando que sus papás eran las mejores personas del universo y que solo hacían lo mejor para él. Debió haber sido un golpe duro.

–Te amo –murmuró, mirándome directamente a los ojos. 

–Yo también te amo –dije, justo antes de quedarme dormida.

Su Mejor Amiga (Draco Malfoy) -TERMINADA-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora