Capítulo 4

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Desperté sentí el frío del invierno que empezaba a llegar, al fin daría inicio mi último año de preparatoria, si, iba a tercer año, sería un día largo, debía reclutar nuevos miembros para el club, inscribir mis materias, tenía una reunión con la federación de vóley de Japón y mi entrenador, en fin, tenía un día productivo por delante y estaba animado, porque no había nada que yo amara más en el mundo, que el vóley

Me estaba arreglando el uniforme frente a mi ventana, cuando vi a lo lejos al chico pelirrojo de enfrente, estaba frente al espejo arreglando algo de su ropa, su uniforme supuse, era un chico alto y delgado, ruidoso. Pero por alguna extraña razón, algo hipnotizante, jamás había visto un tono de rojo así de cabello, y unos ojos castaños que combinaran perfecto, note que estaba describiéndolo y aparte la mirada sacudiendo mi cabello, ¿qué pasaba conmigo últimamente? La última vez que dije que algo fue "hipnotizante" fue cuando tenía 5 años y mi padre me enseñaba a dar buenos remates. Pocas cosas llamaban mi atención, y el hecho de que fuera algo nuevo y fresco en mi panorama quizás fuera la razón por la que lo observé el otro día que venía de entrenar, lo mire desde lejos, hablaba consigo mismo mientras usaba su teléfono, a mí me parecía de lo más extraño, que un chico hablara solo mientras estaba en público.

Vi como no encontraba sus llaves, pensé en ir a ayudarlo mil veces, en cuestión de tres minutos, pero me obligué a quedarme de pie donde estaba, de igual forma estaba todo sudado de mi entrenamiento de vóley, y él se veía tan fresco y temí molestarlo.

Lo que no vi venir fue que su paquete se rompiera, haciendo que el contenido explotara en toda nuestra calle, su cara fue como poesía y su sarta de insultos en inglés fueron mejor, no pude evitar taparme la boca para no reírme de él, no debía ser grosero con un desconocido así que al final sucumbí y me acerque a él.

Desde ese día había sentido algo extraño, sus ojos, sus dedos largos que seguramente bloquearían buenos balones, sus cabellos en punta que me habían dejado anonadado, jamás había visto a un chico como él, uno que con esa actitud tan errática y atolondrada me hiciera reír, yo que no reía en lo absoluto.

Sonreí al recordar la situación mientras acomodaba mi chaqueta blanca de mi uniforme, vi hacia su ventana, pero ya había desaparecido, quizás hoy no sería día para ver esos ojos cálidos.

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