Yuu llamó a la puerta de Shima por cerca de 15 minutos, y nadie le atendía. Volvió a llamar al timbre. Habían pasado quince días desde el partido, de ahí ya no había intentado ganarse su amistad... se portaba como un conocido. Un compañero de clase.
No tenía un mayor pretexto para estar ahí más que decir que necesitaba los datos que debía llevar el trabajo final. Ya quién más que pedirle eso, que no fuera Takashima Kouyou, uno de los promedios más altos de la clase.
–No están, fueron a la capital a ver a sus abuelos .
Una voz lo distrajo de las conversaciones mentales que se hacía en la cabeza. Volvió su visita hacia la voz.
Era Takanori, llevaba una camiseta negra totalmente holgada, pantalones negros rotos y unas zapatillas converse. No parecía casualidad que pasara por ahí, aunque a la vez si lo parecía. También llevaba un semblante triste. Casi decaído.
–Ah, gracias –fue lo único que dijo Yuu sin dejar de ver al castaño.
Este se encogió de hombros y se colocó los auriculares y siguió caminando por la misma dirección que lo vio alejarse la vez anterior.
Yuu lo pensó dos veces. Había perdido a su mejor amigo y no había querido conseguir de nuevo una amistad. Pero Takanori le agradaba, incluso era recíproco. Yuu suspiro y subiendo a su bicicleta alcanzó al joven castaño que iba frente a él.
–¿A dónde vas? –Yuu le pregunto poniendose al paso del menor.
–A mi casa –respondió secamente sin quitarse los auriculares.
–¿De dónde vienes? –Yuu prefirió bajarse de la bicicleta e ir caminando a su lado.
–Eso es, información clasificada –Takanori lo miro de reojo y guiño un ojo, Yuu rió.
–¿Qué rango necesito para acceder a esa información? –Yuu quiso seguir el juego y Takanori sonrió ligeramente.
–Nunca lo consideré
Takanori se detuvo frente a la casa de Yuu. Ambos se miraron sin saber que hacer. Ninguno de los dos sabía hacer amigos, sus mejores amigos (y el mismo) habían llegado por mera casualidad.
–¿Te gustan los vídeojuegos? –Yuu tenía un par de estos nuevos que recién le había traído su hermano mayor.
–Nunca los he jugado –Takanori miró en dirección a dónde quedaba su hogar –soy más de libros y música
De nuevo silencio.
Yuu iba a hablar cuando otra voz se atravesó entre ellos. Una voz de mujer. La voz de su madre.
–¿Van a quedarse ahí todo el día?
Takanori se sobresalto al oír a la mujer, aunque ya la había visto acercarse no había pensado que les hablaría. Era una mujer alta y delgada (quizá demasiado), pelo negro corto hasta la barbilla, se parecía mucho a su hijo. Cuando sus ojos se encontraron ella sonrió.
Y sonrió porque era un chico amigable. y significaba que Yuu tenía un nuevo amigo.
–Es que... Takanori... y... –el pelinegro suspiró –¿Quieres pasar?
Takanori miró a todos lados. Miro a los dos pelinegros frente a él. La vida le estaba otorgando una oportunidad para tener un nuevo amigo. Asintió.
–Si, sí quiero...
***
La habitación de Yuu era pequeña, y se veía aún más pequeña con todo lo que había dentro de ella: dos camas individuales con el edredón idéntico uno más usado que el otro; un ropero grande y viejo de madera (arriba del ropero había cajas de zapatos, de aparatos y varios libros); dos mesas grandes, en una de ellas una computadora vieja y en la otra una televisión rodeada de libros y un consola de videojuegos igual vieja.
La única luz de la habitación la brindaba una ventana no mayor a un metro de cada lado, el resto de la luz era por un foco amarillento.
–Mi hermano fue a trabajar hoy, puedes estar en su cama –dijo Yuu acostandose en la cama con el edredón desgastado.
Takanori no se fue a la cama, siguió observando las cosas de la habitación. Había fotografías en la pared y se acercó para verlas. Entonces imagino el dolor que Yuu tenía.
Eran muchas fotos de él cuando niño (había una incluso de él cuando bebé) y en la mayoría lo acompañaba un niño castaño, alto y delgado; Takanori no necesitaba que le dijeran quién era... Ese niño que crecía en las fotografías junto con Yuu era Shima.
–Lo extrañas mucho –murmuro tomando una foto. Ambos chicos pasaban un brazo por el hombro del otro. Sonriendo. Incluso las dentaduras con huecos iban a juego.
–Creci a su lado, pasaba más tiempo con él que con mi propio hermano –la voz del pelinegro estaba ahora a su lado. Sosteniendo otra foto. Más pequeños, jugando en una alberca inflable.
–Pasaron muchas cosas –Takanori sonrió ligeramente. No sabía cuál fotografía tomar ahora.
–Nos conocimos desde los 4 años, yo no tenía amigos y él se mudó aquí... mi hermano no vivía con nosotros y entonces, Shima jamás se apartó de mi –ahora la voz del pelinegro temblaba, Takanori no supo que hacer.
Pero lo intento.
–¿Me enseñas a jugar videojuegos? –puso su mano derecha sobre la consola y Yuu sonrió, sonrió limpiando un poco sus ojos.
Le enseñó como encender el aparato y como conectarlo a la tv, le enseñó también como sostener un control y que botones presionar e incluso dejo que el castaño eligiera lo que jugarían.
Su madre les llevó fruta picada y una vez terminada la fruta les dió un plato enorme de frituras. Con jugo de manzana.
Ambos chicos se estaban divirtiendo. Olvidando cada uno su pena.
Tomaron una pausa para descansar los dedos y los ojos. Yuu mordía ya un pastelito de chocolate y Takanori luchaba por abrir el suyo. Y lo dejó.
–Venia de ver a mi padre –dijo en voz tranquila pero con un toque de dolor. Cuando Yuu volvió a verlo continuó –dejó a mi madre cuando yo tenía 5 años, dijo que no estaba listo para ser padre... hace un par de meses me buscó y comenzamos a llevarnos bien, y hoy –limpio sus ojos inútilmente pues sabía que ya todo su rostro estaba rojo por el llanto –y hoy me presento a su familia nueva... ahora él está listo para tener una familia, tiene dos hijos de 10 y 9 años...
Yuu no supo que decir. El joven Takanori, que parecía indiferente a los sentimientos que no fueran referentes a Shima ahora se deshacía en su alfombra.
–Mi padre dejó a mi madre, también, yo era solo un bebé... un año solamente –Yuu mordió su labio ligeramente, el único que sabía eso era Shima, no había querido contárselo a nadie –se llevó a mi hermano y solo cuando se cansó de él lo regreso con nosotros... yo tenía 10 años cuando eso pasó... No somos tan diferentes, ¿Verdad?
Takanori limpió sus ojos. Había contado algo muy personal, y seguro el pelinegro también lo había hecho. Sollozó un poco y miró a los ojos al otro chico.
–Lamento que no puedas recuperar a Shima –mordio su labio y continuó –lo lamento de verdad, yo, desearía que él pudiera recordarte más tiempo...
El pelinegro se encogió de hombros y sonrió débilmente.
–Gracias, pero creo que eso no pasará... –se puso de pie al tiempo en que la puerta de la habitación se abría dejando entrar a un chico un tanto fornido y con una ligera barba de días, igual pelinegro; el hermano de este –me estoy resignando... Ven, te llevo a casa
Takanori solo asintió con las manos hechas puño.
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Mejores amigos.
Fanfiction«El único amor que perdura es el amor no correspondido» (ZMKD) Uruha ha sido amigo de Aoi por 12 años y creyó que aquel sentimiento no era más que un tipo de afecto. Cuando descubre que no, decide borrarlo cometiendo un grave error tanto para él co...