Permiso

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Takanori miraba por la ventana de su hogar con un aburrimiento gigante. Era sábado y se encontraba solo en casa, su madre había ido al trabajo y su padre le habia cancelado la visita pues sus "hermanos" tenían un concurso en su colegio.

Realmente estaba aburrido sin nada que hacer, ni siquiera tareas. El año escolar había acabado y la última semana solo serían presentaciones, el festival escolar.

Entonces se preguntó si de verdad quería asistir. No sabia si Kouyou iría, pues se habia comportado de una manera extraña y distante con él.

Yutaka con quién estaba en inicios de amistad estaría pero tenía un proyecto para presentar ese día, además que seguramente estaría atento a los preparativos del festival. El último festival de Yutaka en el instituto.

Por último estaba Yuu, aquel pelinegro que consideraba como un gran amigo. Seguro él si iba al festival y podrían estar juntos. Pero tenía que preguntarselo.

Miro la pantalla de su teléfono móvil y suspiro, no tenía ninguna notificación. Miro hacia la cama y descubrió al cachorro que su madre le regaló por terminar su primer año de instituto y lo halló durmiendo plácidamente, sonrió. Se alejó de la ventana, al momento que una voz le gritó.

–¡Takanori! ¡Hola!

Cuando asomo su rostro de nuevo encontró a Yuu con la respiración agitada, la cara roja y el pelo despeinado.

–Hola Yuu –hablo lo suficiente alto para que el pelinegro lo oyera –¿Corriste hasta acá? ¿Por qué? No está lejos, me hubieras llamado y...

No lo dejo continuar.

–Estaba aburrido y no sabía qué hacer... Por eso corrí hasta acá –respiro poniendo una mano en su pecho –y camino acá se me ocurrió, ¿Vamos a pescar?

Takanori inevitablemente hecho a reír. Nunca había pescado y la verdad no le llamaba la atención. No hasta ese momento.

–Si –dijo entre risas aliviando el gesto de confusión de su amigo –si quiero ir...

***

–¡Por favor, madre!

Era la tercera vez que decía eso en los últimos cinco minutos que habían pasado.

Su madre seguía negándose pero ahora se mostraba indecisa.

Estaban solo él y ella acomodando los libros de su padre en cajas grandes de cartón. Mika estaba en la cocina envolviendo todo lo de cristal en periódicos.

Su madre suspiro y acomodo el mechón castaño de su coleta. El preparar una mudanza que nadie quería le estaba fatigando demasiado y más aún con Kouyou reclamando atención.

–¿Y si tu padre se entera? ¿Qué pasa si le llaman del instituto para informarle sobre las notas? –la mujer frunció sus labios y tomo una enciclopedia entre sus brazos.

–No, no lo harán –Kouyou sellaba una caja con cinta gruesa y escribía en un adhesivo la palabra frágil.

–Kou –su madre dejo los libros en el escritorio y acerco sus manos a las de su hijo tomando estás –Shima, escucha... no quiero que tu padre se moleste más con ustedes, suficiente fue lo de Mika... No quiero que te trate mal a ti también

Kouyou suspiró. Su madre, aunque le costará admitirlo tenía razón.

Su padre aún no podía ver a Mika y mucho menos le dirigía la palabra. Las cenas se hacían por separado; él, Mika y su madre, posteriormente, su padre y su madre.

Se preguntaba cuanto tiempo iba a ser así, le lástimaba ver a su familia de esa manera. Lo peor es que no sabía realmente que había pasado. Aunque comenzaba a suponerlo.

Sus compañeros murmuraban a sus espaldas; cuando iba con Takanori y Yuu a cualquier lugar un grupo de chicos reía y otro más decía -en forma vulgar- "Takashima, qué buena hermana tienes"

¿Qué había hecho Mika que valiera eso? Pensaba en preguntar a Reita pero aquel no se había aparecido en el instituto ni en las redes, sabía que ellos también tenían finales y seguramente su amigo estaba asegurando su futuro.

–Esta bien, entiendo –Kouyou sonrió ligeramente y suspiró. No quería más pesar para su madre –no asistiré a los eventos de esta semana

–Más manos para empacar –su madre sonrió y rodeando el escritorio plantó un beso en la frente de su hijo a la vez que se escuchó un cristal romperse –ire a ver a Mika...

***

Comenzaba a oscurecer cuándo salió a tirar la basura, habían muchos papeles viejos entre los libros de su padre, también unas cuantas copas que Mika rompió sin querer.

Dejó la bolsa negra en los contenedores de la calle y suspiró.

Extrañaria vivir ahí, doce años de su vida creando lazos y recuerdos para al final acabar con ellos en menos de una semana.

Ya no vería a sus queridos amigos. Ya no vería a Reita, ya no jugaría videojuegos con él y mucho menos jugarían fútbol juntos.

El fútbol, ya era parte oficial del equipo. Y se iba, el entrenador había aceptado de mala gana la situación y también accedió en no comentar nada.

–¡Shima! ¡Shima! ¡Shimaaaaaa!

Un grito familiar le atrajo, era un grito lejano pero poco a poco se hizo más claro. Volvió en dirección al grito y sobre una bicicleta iba un Takanori sujeto a otro chico y lo reconocía. Reconocía a ese otro chico, era Shiroyama de su clase.

Ambos estaban sonriendo y llevaban una bolsa que escurría agua.

–Hola chicos... –hablo bajo él cuando frenaron a su lado. Oyó carcajadas y también sonrió –¿Qué hacen?

–Fuimos al lago, a pescar –dijo el pelinegro con una sonrisa.

–No sabíamos que estabas en casa, te hubiésemos llevado con nosotros –Takanori dijo un poco apenado aunque se sentía la felicidad en su voz. Incluso el chico temblaba.

Se sentía feliz, dejaría a Takanori en buenas manos ¿O a Yuu?

–Oh, no... Teníamos trabajos en casa, vamos terminando –Shima señaló al interior de su casa, las luces estaban apagadas –otro día... Y ¿Qué atraparon?

Los chicos sobre la bicicleta rieron.

–Nada –dijeron al unisono dejando al otro sorprendido con sus risas

–¿Entonces? ¿Qué llevan en esa bolsa? –señalo la bolsa que escurría agua.

–Compramos peces –dijo Yuu y Takanori llevó su dedo índice a sus labios.

Los tres rieron y a Shima le dió un poco de envidia ¿Por qué el6 no había ido con ellos? ¿Por qué tenía que irse?

Algo era seguro, enfrentaría a su padre esa misma noche para saber la verdadera razón por la que se iban del país. Y si no, iría directamente a la fuente del supuesto problema. Hablaría con Mika cuando sus padres se hubiesen dormido.

Las risas se interrumpieron cuando sintieron una cuarta presencia. Kouyou trago saliva y ya no se sintió tan seguro de su decisión anterior; Yuu y Takanori fruncieron sus labios. El padre de Kouyou los miraba fijamente.

–Kouyou, adentro –dijo el hombre y camino hacia la casa.

–Nos vemos –susurro Takanori con cierto temor.

–Hasta luego Shima –Yuu volvió a pedalear y Takanori se aferró a él.

Definitivamente se sintió celoso. Quería haber sido él quien fuera al lago con Yuu.

Sintió que a él lo extrañaria más que a nadie.

Como si fuera especial.

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