Capítulo 8: El rostro tras el espejo

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 María no podía dormir por las noches, la idea de que podía morir en cualquier lugar no se le iba de la cabeza y era mucho más fuerte de lo que había sido siempre su sentimiento de culpa por la muerte de Dani. Si se paraba a pensar, Marcos había muerto espetado así que todo lo que parecía imposible o improbable anteriormente, ahora le causaba un tremendo horror. Tanto, que había cambiado sus extensos baños calentitos a duchas rápidas de menos de cinco minutos, había escondido todos los objetos afilados de su casa, excepto en la cocina, donde no entraba nunca. Su madre le decía que estaba demasiado rara pero ella no podía contarle que una maldición habría traído una sombra malvada que los quería matar. Simplemente, no la creería. También puso cinta aislánte en los enchufes y no usaba objetos de cristal.  Pasó una semana, y dos y tres y todo siguió igual, hasta  que  en el viernes de la que sería la cuarta semana de la muerte de Alicia ocurrió algo...

   María ya estaba más tranquila, como todos, aunque Belén se metía con ella constantemente y estó la hacía siempre llorar. El viernes también tenian clase a última hora con la señorita Isabel Arroyo. Ese día deberían haber traído una redacción sobre una historia, la que ellos prefirieran. María notó que Belén la miraba fijamente mientras sonreía maliciosamente. La profesora preguntó que quién quería leer su historia. Entre ellos Belén levantó la mano mientras volviá a sonreir al mirarla. María se temía lo peor, <<no digas Belén>> <<por favor, no digas Belén>>

-Belén, cuentanos la tuya que no sueles participar- dijo la maestra

¡Premio! ¿De qué manera iba a Belén a castigarla por pensar en historias de críos? 

La chica pelliroja dió un risa y cogió aire antes de empezar su historia:

                                                              Relato de Belén 

Érase una vez una ciudad muy lejana donde una niña muy tonta que se creía guay por asustar a sus compañeros, compañeras y  personas de sexo confuso con historias de maldiciones y una malvada sombra. Se lo creyó tanto  que termió por matarse a si misma y todo el pueblo hizo una fiesta feliz de que había muerto una carga menos para...

-¡¡Basta ya!!- chilló la maestra enfurecida. Nunca nadie la había visto así, ni siquiera cuando se peleaba con su novio Hunt.

María rompió a llorar y Andrés soltó una mirada de reproche a Belén, que sonreía de oreja a oreja. María se sentía tan humillada que salío corriendo  de la clase. Andrés se levantó pero la maestra le hizo una seña para que se quedará ahi y Andrés la entendió a la perfección. La maestra salió pero antes dijo:

- Cómo alguien se mueva está suspenso.

La clase se quedó en  silencio.

 La profesora Isabel entró en el baño y acertó al ver a María desconsoladammente llorando y se sentó junto a ella en el suelo.

-¿Cómo sabía que vendría aquí?- dijo María secándose las lágrimas

- No sé, yo siempre venía al baño a llorar, siemplemete pensé así. Bueno, ahora ¿Me puedes decir que decía Belén?

- Se qué lo sabes-dijo ya más tranquila- no te hagas la tonta.

La profesora se puso de pie de nuevo. Nunca había visto a la profesora con esa cara, siempre la vió un poco ingenua pero aquella mirada fría y calculadora le demostró que estaba equivocada.

-Dime, profesora Isabel- dijo María levantandose también- ¿Quién fue la surperviviente de la última vez?

La maestra negó con la cabeza.

Los 32 asesinatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora