Capítulo 14: El libro de las sombras

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 Algo estaba claro, la sombra no actuaba sola. María había llegado a la conclusión de que la persona que le ayudaba había decidido que no apareciece para que el agente Wiliams, de alguna manera, lo descubrierá. Aunque todavía no entendía como podía ayudar a la sombra, pero pensaba que ya llegaría el momento. Después de lo del instituto, el agente Wiliams estuvo a punto de perder su trabajo, y volvió a hablar con María a la salida del edificio, donde le decía que la vigilaría en todo momento. Por su parte, la idea de que alguien colaboraba con la sombra aumentó cuando se encontró un aparato que inutilizaba la corriente eléctrica desde cualquier enchufe. Así que eran sospechosos todos, aunque a Javi, que salío en busca de Jimena, recibía culpa de todos. Pero María sabía que Javi no podía ser, era muy fríbolo y torpe para algo así. La profesora Isabel fue a una revisión a ver si su bebe estaba bien de la caida, y por suerte, así fue. Le quedaría apenas dos meses para tenerlo y, por lo menos, no se casaba hasta julio.

  Unos días después, el primero de mayo, María quedó en la biblioteca con la profesora Isabel . Tenía algo que enseñarle. Pero cuando llegó se encontró a la profesora Eva, de física y química:

- ¿Qué hace aquí?

- ¡Ah! Querida mía, Isa está enferma pero me dijo que te entegará esto...- dijo entregandole un polvoriento paquete. 

 Era un libro sin color y destrozado. María lo miró cuidadosemente, y cuando supó cual era la portada, sopló fuerte y todo el polvo se desperdigó hacia la cara que la profesora, que respondió con su típicos: <<No pasa nada, querida>>. Pero María solo le dirigió una pequeña mirada, ya que no podía dejar de comtemplar el título: 

                                                                El libro de las sombras

 Debajo en un negro oscuro y con relieve, había un dibujo de lo que parecía un extraño ser negro con la cara totalmente blanca. Era la sombra. 

- Y ahora te leeré el mensaje, querida- y al comenzar a leer cambió su aguda voz por una siniestra- Todo está ahí, en ese libro, me lo ha dado mi tía, que es la alcaldesa y lo lleva requisado desde hace años. Ahora huye por que cualquiera de los que este a la vuelta de la esquina podría ser la esa persona y quitartelo...

 María se lo apretó al pecho y echó a correr.

-¡Adiós, querida!- le despidió la profesora.

 María corría como nunca lo había hecho pero entonces una voz le llamó desde un rincón:

- María- le dijó- espera.

  La chica se paró para ver quién venía. Se le acercaba Pedro, aquel chico de su clase que siempre se reía por todos y era muy infantil. 

-¿A donde ibas tan rápido?- le dijo sonriendo

 María hizo un gesto para señalar pero no le dió tiempo, porque Pedro le contiuaba hablando:

- Oye, me preguntaba si...si querías...bueno si puedes...si no te importa...venir hoy conmigo...

 María abrió la boca, pero volvió a no tener tiempo para contestar.

-Es que iba a casa de mis primos a visitarlos... y... Edu no puede venir... ¡sí! y no quería ir solo con el .... lo que sea eso.

 María notaba que Pedro estaba hablando más bien consigo mismo, pensando en que cosas decir.

- Bueno.... ¡Adiós! Nos vemos está...tarde- y se alejó corriendo.

 María no sabía lo que acababa de pasar: ¡Iba a tener una cita con Pedro! Era de los chicos que peor le caían, ya le podrái pedir algo así algunos de los otros chicos, Rafa, o Lucas, Andrés ¡No! Andrés no, era su amigo y solamente eso...

Los 32 asesinatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora