Capítulo 11. Confía en mí.

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Estuvo unos segundos con los ojos cerrados, temía abrirlos y encontrarse con él de nuevo. Los abrió y vio que la flecha no le había dado, pasó por su lado y la clavó en un árbol cercano a él. El hombre sonrió y continuó andando. Bob soltó el arco haciéndolo caer en sus pies. Viendo como el hombre se acercaba. Pero algo lo llamaba. Alguien. Alguien intentaba llamarlo y no era capaz de escuchar.

-¡Bobby!- escuchó por fin. Y en ese momento Momoko y Abel aparecieron. Abel se quedó al lado de Bob mientras Momoko se dirigió hacia el hombre, sin miedo, clavándole la espada en la caja torácica. El hombre se convirtió en humo negro y se desvaneció.

Bob cayó de rodillas al suelo.

-Bob...

-Ven, vamos a casa- interrumpió Momoko, entre los dos lo levantaron y lo llevaron.

Cuando llegaron a casa se sentaron en la mesa.

-Oye, Bob, tranquilizate, tiene una explicación.

-No quiero saberla Momoko, tu lo has visto, digo siendo débil.

-¿Qué esperabas? ¿Qué en un día fueses el más fuerte y poderoso? Yo creo que eres fuerte, pero tienes una debilidad.

- Te juro, te juro que él había muerto...

- Y estaba muerto, pero ya te dije que esa zona es de entrenamiento, es especial, se mete en tu cabeza explorando tus debilidades.

- La noche anterior fue dura para ti, lo entiendo, pero tenemos que hacerte olvidar.- continuó Abel que estaba a su lado. Bob todavía tenía sus manos temblorosas.- Todos tenemos un miedo, una debilidad. Pero vamos a superarla juntos.- puso sus manos sobre las de Bob. Momoko puso las suyas también y sonrió como siempre lo hacía.

-Voy a traer la comida, son las sobras de anoche así que estarán un poco duras- dijo riendo.-Abel separó sus manos. Momoko trajo la mesa con ruedas con los platos de comida sobre la mesa. Cada uno cojió su plato de carne. Cuando Abel fue a partirlo no podía. Bob sonrió al ver la cara de esfuerzo que ponía para poder partir la carne. Momoko miraba como sonreía.

-¡Dejad de sonreír que esto es complicado!- se quejó Abel.

Momoko y Bob empezaron a partir la comida sin complicación.

-Me habéis puesto el trozo más duro, no es justo- continuó Abel.

-Deberías probar a cortarlo de otra manera- dijo Bob intentando no reír. Abel miró el cuchillo y vio que lo estaba cortando con el cuchillo del revés.

-Eh... Vosotros no habéis visto nada- dijo mientras comenzaba a comer.

-A ver chicos, he pensado en que ahora, después de comer podemos ir a la biblioteca, si estas listo Bob- él asintió.

- Ya veo que las bibliotecas son muy importantes en los continentes- interrumpió Abel.

-Lo son para quienes quieren aprender- respondió Momoko- lo que iba diciendo, es que allí todo libro que hay se puede leer, no hay prohibición, podemos ir a ver si encontramos la forma de activar los portales.

-¿No lo habías buscado antes de que nosotros viniéramos aquí?- preguntó Bob.

-Sí, pero ahora que estáis vosotros y habéis conseguido viajar, a lo mejor os suena algo, recordáis como viajasteis y podemos hacerlo nosotros también.

-¿Y qué pasa con lo de hablar con el gobernador para hacer posible la Unión Permanente?- dijo Abel.

-Deberíamos ir después, si saliese algo mal podemos demostrarle que somos útiles, que sabemos abrir portales o a la malas podemos huir.

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