Capítulo 19. La cura contra el veneno.

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-Más os vale tener una razón convincente de por qué me estáis intentando robar- dijo el gobernador apuntando con la pistola a Abel.

-Tiene una explicación, lo juro.- respondió Bob.

-Entonces explícame.

-Una amiga nuestra a sido envenenada y quien le hizo eso nos dijo que la única manera de curarla era con esta flor, y que costaba mucho dinero y que tu tenías una plantación.

-Buena jugada, pero esta flor no es para curar el veneno- respondió el gobernador quitando el seguro de la pistola.

-¿Cómo?

-No te hagas el tonto chico, sabes de sobra que es un veneno muy potente

-No... No lo sabía- respondió Bob- Por favor, creame, solo queremos ayudar a nuestra amiga, va a morir si no la ayudamos.- continuó con lágrimas en los ojos. El gobernador bajó el arma.

-De acuerdo sé un remedio contra el veneno, venid conmigo- contestó él, todavía algo desconfiado.

Los dos, asustados siguieron al gobernador. No se podían creer que los hubiesen engañado Connor y su padre ¿todavía querían matarla? Debían ser rápidos antes de que algo malo pase. Llegaron a la sala de estar y se sentaron.

-Voy a hacer una llamada a alguien que conoce el tema, ¿sabéis que tipo de veneno es?

-Creo que uno que no afecta a las criaturas que pueden transformarse.- respondió Abel.

El gobernador sacó su teléfono, marcó un número y esperó a que le cogiesen.

-Hola Beth.

-Te llamo para que vengas de inmediato a mi casa, es una emergencia.

-Pues tengo aquí a dos chicos que dicen que su amiga ha sido envenenada, necesitamos que vengas y les des una cura para que expulse el veneno.

-Dicen que es un veneno que no afecta a criaturas que pueden transformarse- respondió mientras miraba a Abel.

-Sí

-De acuerdo, gracias.

El gobernador colgó el teléfono y se sentó con ellos.

-Gracias por ayudarnos, a pesar de que te hallamos intentado robar.- dijo Bob.

-No pasa nada, mi deber es ayudar. Pero tengo una duda.

-¿Qué duda?

-Cuando llamasteis al timbre, dijisteis que era un problema a nivel mundial ¿por qué?

Bob y Abel se miraron. Era el momento de decírselo.

Momoko estaba muy pálida y no dejaba de convulsionar. Tomomi no sabía como reaccionar ante esa situación.

-Ponla de lado- ordenó Connor. Tomomi hizo caso y la giró. El poco veneno que salía caía directamente al suelo.

-Dale algo para tranquilizarla ¡está sufriendo! - dijo Tomomi.

-No puedo hacer nada hasta que no venga mi padre o tus amigos con la cura.- Momo dejó de moverse y gritar, volvió a cerrar los ojos- como tarden mucho, morirá.

-Me parece increíble que tu padre haga esto a cada persona que va por su camino, es un asesino.

-En verdad nunca lo ha hecho, siempre los mataba si no servían. No sé que tiene tu hermana para que hiciese esto.

-Eso no me consuela, es un asesino.

-Supongo que todos tenemos nuestras cosas, él no mata si no entran en su casa.

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