Un demonio muy humano

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Bill corrió a los brazos de su amado Dipper, sin embargo, al ver sus extraños ojos azules se detuvo inesperadamente.

-Eso ha sido increíble, hermano- exclamó emocionada Mabel alzando sus brazos frenéticamente.

-Gracias- rió él mostrando una macabra sonrisa.

Bill observó el cuerpo sin vida de Astarot.
-Yo jamás tuve la fuerza ni el poder suficientes para matarla- susurro algo dolido el rubio.

-Lo más importante es que la falla está a salvo- comentó Ford- me encargaré de destruirla-

El rubio asintió extendiendo su brazo hasta Dipper.

-La falla- ordenó

El joven moreno sacó la falla y antes de que los largos dedos de Bill llegaran a tocar la esfera, la dejó caer.

La frágil bola que contenía la falla se fracturó en mil pedazos, liberando al puente entre una dimensión y otra, haciendo temblar la tierra.

-¡¿Que has hecho?!-

Cuando el rubio miró fijamente los ojos de su amante palideció. No encontró la mirada tierna e inocente del chico de quien Bill se había enamorado.

Cipher solo vio el reflejo del delirio y de la locura en los azules ojos del heredero del caos y del infierno.

-Tu mismo lo has dicho, Bill. Nunca tuviste el poder ni la fuerza necesaria, pero yo sí. Ahora mi reino será infinito, pero, podemos gobernar juntos- dijo Pines poniéndose en pie mostrándose imponente e implacable al tomar las manos de su amante -Podemos estar juntos toda la eternidad, propagando el caos, solo quèdate conmigo, Bill-

Bill notó la terrible mirada de Dipper clavarse en la suya. El rubio soltó las manos de su amado moreno y retrocedió.

Aquello hirió el ego del muevo rey. Sin embargo, sonrió con locura y traspasó la falla.

-B-Bill... ¿que hacemos?- preguntó llorando Mabel.

El rubio chico rebuscó en los restos de Astarot hasta dar con una pequeña llave.

Cipher introdujo la llave en la cerradura de la puerta que daba a la biblioteca.

-¡Vámonos!- gritó corriendo hacia la superficie seguido de Ford y los demás.

Cuando los jóvenes salieron de la biblioteca todo era un caos. El delirio se propagaba por las calles.

-¡A la cabaña del misterio!- gritó Ford empujando a las chicas y a Dipper.

La cabaña parecía no haber sido afectada por los delirios que Dipper estaba propagando en la ciudad.

Nada más entrar Ford en la casa, recibió un gran sartenazo que lo hizo caer aturdido.

Su atacante lo miró sin habla dejando caer el arma improvisada.

-F-Ford...- musitó Stan con lágrimas en los ojos antes de saltar a los brazos de su hermano.

Ford lo abrazó.

-Perdona, todo este tiempo, te he dejado solo-

-¡Eres un imbécil!- gritó Stan -¡¿Como confiaste en Bill?!-

El rubio bajo la cabeza avergonzado.

-No se trataba de Bill, el problema era Astarot, ella intentó matarme y Bill solo me salvó... Y ahora, es a Dipper a quien debe salvar- explicó -Él ha asumido el trono del caos, seha vuelto loco, hay que pararlo-

-Eso es una buena idea, pero aunque lo detengamos, el caos volverá a tomar un rey ¿no?- preguntó Candy.

-No os preocupéis por eso ahora, yo me encargaré de volver al trono- habló Bill mirando la gorra de Dipper que aún conservaba.

Mi Uke RebeldeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora