8.

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Enrique

Me encantaba la manera en la que Justin y yo hablabamos, sentí en mi bolsillo como mi celular temblaba, seguro es un mensaje de Justin, revisé mi celular y si era un mensaje, pero de Angélica.

Para Enrique
Hola, ¿cómo amaneciste?
Regreso en la tarde a la casa, iba a llegar ayer pero se nos complicaron unas cosas.

Para Angélica
Bien, gracias por preguntar, ¿y tú?
Bueno, te espero en la tarde.

Para Enrique
Bien, gracias.
Tenemos que hablar de algo muy importante.

Para Angélica
Claro, cuando llegues hablaremos.

La verdad no tenía nada que hacer, como le había dicho a Justin, sólo quiero un descanso, un día sólo conmigo mismo, debatir mentalmente y organizar mis ideas.

Subí a mis habitación y fui al baño,  llené la bañera para tomar un baño de burbujas, cuando ya estaba llena, sumergí mi mano en el agua para sentir la temperatura de esta.

El agua estaba tibia, la temperatura perfecta para mi, me desvestí y entré a la bañera, me relajé y sentí como mi cuerpo hizo lo mismo, suspire algunas veces y cerré mis ojos.

Todo era silencio, un silencio en el que podía pensar, trataría de no quedarme dormido, no quería salir del agua hecho una pasa, sólo pensar...

Mi cerebro comenzó a debatir sobre varios temas, mi relación con Angélica, el viaje a Canadá, Justin...

Escuché un sonido procedente de mi celular, este sonido me hizo abrir los ojos y sacarme de mi meditación, era un mensaje, tomé el celular y lo revisé.

Para Enrique
¿Sigues ocupado?

Era un mensaje de Justin, este mensaje hizo que una sonrisa se posara en mi rostro, silencie el celular y lo bloqueé.

En verdad quería un momento de relajación sin ninguna interrupción, aunque esa interrupción fuera Justin, luego le respondería pero en este momento no, este momento era para mi.

Luego de media hora ya estaba cayendo en un sueño, así que decidí salir de la bañera, tomé una toalla y me seque, la puse al rededor de mi cintura y salí del baño, tomé ropa interior y una pijama, me vestí y me acosté en la cama.

Sé que es medio día, pero en realidad tengo muchas ganas de dormir.

Cerré mis ojos y me dormí profundamente, en mi siesta soñé con un pequeño gato gris con ojos verdes, este gato caminaba por los pasillos y las habitaciones de la casa, y ahí estaba yo, jugando con él y haciéndole mimos.

Cuando desperté, seguía siendo de día, miré el reloj que estaba en una mesa de noche y en este marcaba que eran las 17:45.

Fui al baño e hice mis necesidades, me lavé los dientes, luego me cambié de ropa a una casual y bajé a la sala.

En la sala vi a Angélica sentada leyendo un libro, notó mi presencia y me sonrió, a lo que yo hice lo mismo, se levantó y me dio un abrazo.

—Buenas tardes, subí a la recámara y vi que estabas dormido— me comentó a lo que yo asentí.

—En verdad estaba cansado.

Ella río por eso.

—Recuerdas que quería hablarte de algo...

—Oh, si. Dime.— recordé que en un mensaje me había dicho eso

—Enrique, es algo serio y quiero que no te lo tomes a mal... verás, he notado lo que haces, y no me molesta la verdad.

—¿De qué hablas?— pregunté con el celo fruncido, me estaba confundiendo.

—Ya no me amas, ¿cierto?

—Angélica...

—Sólo quiero que seas sincero conmigo, no me enojaré, he sentido que ya no me amas, tal vez me quieras, pero como amigos y yo también me he sentido así.

—Si es así, tienes razón...— le dije la verdad esperando que reaccionara de la mejor manera— lo siento.

—No te disculpes, creo que es normal... Sólo quería que lo hablaramos, creo que este tipo de cosas se deben de hablar, porque yo no quiero que te veas obligado a hacer algo que no quieres hacer— habló con lentitud para que yo entendiera lo que ella quería decir.

—Eres una mujer increíble, Angélica, y no quiero que te sientas mal contigo por esto, eres bonita, tienes una buena alma y eres comprensiva, sólo no quiero que te culpes por esto, el culpable soy yo por dejar de sentir algo por ti.

—Ninguno de los dos es culpable, sólo dejamos de sentir lo que antes sentíamos, y no está mal, es correcto que hablemos de esto, para así no llegar a ningún malentendido.

—Gracias por ser una buena persona y por estar conmigo en las buenas y en las malas, siempre serás mi amiga, Angélica.— la abrace a lo que ella hizo lo mismo.

Hoy es un buen día...

—Por cierto, Angélica— hablé mientras que nos separabamos del abrazo.—¿Podemos adoptar un gato?

—Claro, pero tu serás quien lo cuide.

—Yeiii!!

—Yeiii!!

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Amor sin fronteras. [Enrique Peña Nieto & Justin Trudeau]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora