12.

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Enrique

Ayer Justin y yo hablamos la mayoría del día, y fue simplemente fantástico, mi día iba perfecto, mi desayuno había estado delicioso, le di de comer a Justin, mi nuevo gato y Paulina, mi hija, se había ido de viaje y el avión había aterrizado a la perfección.

Ella estudiaba Turismo, por lo que los llevaban a otro país para practicar su carrera.

Recibí un mensaje de Angélica, que había salido a una reunión, unos mensajes de Paulina contándome sobre lo bonito que era Cuba y que estaba tomando muchas fotos y un último mensaje, de Justin, desandome un buen día.

Para Enrique
Que tengas un buen día. ☀

Para Justin
Gracias.
Igualmente. ☀

Para Enrique
Gracias.

Para Justin
¿Qué harás hoy?

Para Enrique
Apenas voy a bañarme y ya me estás presionando. 😣

Para Justin
Que dramático.

Para Enrique
Oh, Dios.
No otra vez.

Para Justin
Ve a bañarte.

Para Enrique
¿Qué harás tu?

Para Justin
Reuniones, estaré muy ocupado hoy, no podré hablar contigo.

Para Enrique
No te preocupes, me iré a bañar.
Adiós.

Para Justin
Adiós.

Como dije, todo iba tan bien, entré a Twitter para ver algunas noticias recientes y me fijé en un tweet.

Como dije, todo iba tan bien, entré a Twitter para ver algunas noticias recientes y me fijé en un tweet

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Oh, Dios. Que maldito, ni siquiera me dijo que se había reunido con esa basura.

Y ahí vamos a defender otra vez a México, cada que salía una noticia así, sobre Trump en donde hablaba mal de los mexicanos, mi equipo me hacía grabar un video hablando de eso.

Ya me tenía harto ese vato pero que Justin no me contara sobre eso me lastimaba un poquito.

No llevábamos mucho de conocernos y todavía no había mucha confianza, pero si va a hacer eso por lo menos que lo diga para no sorprenderme ante eso.

Para Justin
Lo creía de esa basura... pero de ti no.

¿Que rayos con esto?

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¿Que rayos con esto?


Mandé este en último mensaje y me relajé un poco, cerré los ojos y escuché como tocaron fuertemente la puerta de mi despacho.

Esto me hizo abrir mis ojos de golpe y suspire.

—Pasa.

—Señor, perdón por decirle esto de golpe pero su hija está en el hospital, me lo acaban de informar.— dijo apresurado a lo que yo me paré rápidamente de la silla.

—¿Qué?¿Cómo?¿Qué pasó?— pregunté alarmado.

— Ella y el guardaespaldas se iban bajando de la camioneta, habían llegado a un restaurante y un camión se impactó fuertemente contra ellos— empezamos a caminar fuera del despacho mientras el enviaba unos mensajes.— Le acabo de avisar a Samuel que preparé al piloto del avión y que busque a cuatro guardaespaldas.

Samuel era otro de mis asistentes.

—Gracias— sentí una gota recorrer mi mejilla.

—Como le decía, lamentablemente el guardaespaldas murió al impacto pues cubrió a la joven Paulina— nos subimos a la camioneta donde ya estaba Manny y nos dirigimos al aeropuerto.— a ella la trasladaron rápidamente a un hospital.

—Maldita sea.

No era mucho de decir groserías pero ante esta situación quien no lo haría, era la vida de mi hija y yo estaba lejos de ella.

No quería que ella se fuera, ella no.

—Señor, tardarán en preparar el vuelo en una hora— Raúl seguía mandando mensajes mientras que Manny estaba manejando y a mi me empezaban a caer las demás lágrimas.—Lo siento, señor, en serio quiero que llegue lo más rápido posible a Cuba pero... 

—Tranquilo, Raúl, lo sé— lo interrumpí, en serio agradecía su atención pero me estaba desesperando un poco.

Mi voz estaba un poco quebrada y mis mejillas estaban mojadas. Noté que la mano de Manny se posó sobre la mano de Raúl, la apretó un momento y luego la devolvió al volante y eso me sacó una pequeña sonrisa, vi el rojo rostro de Raúl y eso me sacó una carcajada que rápido escondí y empecé a toser.

Llegamos al aeropuerto y fuimos a un lugar privado en lo que terminaban de arreglar todo lo del vuelo.

Cuando terminaron nos avisaron y Raúl y yo subimos al avión, nos sentamos, el piloto pidió todo lo que piden en los vuelos, el cinturón, el teléfono en modo avión, etcétera.

—Señor, tal vez quiera dormir para estar descansado.

—Gracias, Raúl. En verdad gracias.

—De nada, señor, es mi trabajo.

El avión despegó y yo cerré mis ojos, trataría de dormir pero creo que no podría hacerlo.

Día de mierda.

Día de mierda

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Amor sin fronteras. [Enrique Peña Nieto & Justin Trudeau]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora