23.

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Justin

Mis ojos seguían totalmente abiertos mientras que veía la sonrisa malvada de Enrique y sentía mi pene vibrar un poco por la excitación, también por el hecho de que la mano de mi novio estaba sobre él.

—¿Qué-Qué rayos?— me tembló un poco la voz al hablar, mi boca quedó un poco abierta.

—Tu empezaste.

—Si, pero no te toqué nada.

—Sin embargo, te excité con tan sólo estar semi desnudo...— hizo un pausa de tres segundos y luego volvió a hablar.— te calientas muy fácil.

—Tu lo causas.

—Lo sé.

Cuando terminó de decir eso mi labios se pegaron a los suyos empezando un beso lento que se fue convirtiendo en uno un poco desesperado.

Nos pasamos algunos minutos besándonos en los que sólo parábamos a respirar, los guapos también respiran.

Y luego nos dimos cuenta... ¿A dónde queríamos llegar? ¿hacer el amor?

—Espera— dijimos al mismo tiempo y luego sonreímos.

—¿Qué vamos a hacer?— preguntó él, yo sentía un bulto junto a mi erección, lo que significa que él también estaba excitado.

—Lo que quieras...— lo volví a besar suavemente pero me separo.

—Estás excitado y yo también, tenemos tiempo...— dijo con un poco de duda.

—Tienes razón, hagamos hamburguesas— me levanté de la cama quitándolo de encima de mi.

—Espera ¿qué?— en su cara no había nada más que confusión.

—Es broma— me subí a la cama quedando arriba de él y lo empecé a besar.

Sus manos fueron a mi nuca y jugaron con mi cabello, y mis manos estaban a cada lado de su cabeza, apoyándome para no caer sobre él.

Nos besamos y luego él habló.

—No sé como hacer esto.

—Yo tampoco.

Paramos de besarnos y nos sentamos en la cama, pensando en lo que ocurriría después.

—Tengo una idea— habló mi novio con una sonrisa.

Se levantó de la cama y fue a un pequeño escritorio que estaba junto al armario, tomó una objeto que parecía una tablet y luego revisó en un cajón encontrando unos audífonos.

—Veamos porno para luego saber de como va el asunto.

—Esa es la peor idea que puede haber.

—No, yo creo que servirá— buscó en la tablet y luego abrió los ojos.- hay muchos videos.

—A ver...

Tomé la tablet y efectivamente, había demasiados, nosotros sólo queríamos ver uno para salir de la duda, pero ahora no podíamos elegir uno.

—Hay muchas categorías— habló Enrique junto a mi, pues se había acercado para ver.— ¿Cuál vas a escoger.

—No lo sé— pensé un poco mientras que veía todas las categorías.— Ya sé, prestame tu dedo.

—¿Qué? ¿Para qué?

—Para comérmelo— dije con sarcasmo a lo que él rodó los ojos.— sólo prestamelo.

Extendió su mano y yo bajé todos los dedos menos el índice.

—Ahora hay que cerrar los ojos, yo moveré tu dedo y apuntaré a una parte de la pantalla y donde caiga será la categoría que veremos— le expliqué detalladamente mientras que el seguía viendo todas las categorías.— y eso lo repetiremos al escoger el video.

Amor sin fronteras. [Enrique Peña Nieto & Justin Trudeau]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora