17.

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Justin

Ya habían pasado horas y Enrique no contestaba mis mensajes, ya los había visto, pero no los contestaba.

En este momento estaba viendo nuestros mensajes y me di cuenta que su imagen ya no aparecía, tampoco aparecía su última vez de conexión.

¿Me bloqueó?

Le mande varios mensajes, pero ninguno le llegaba.

¿Por qué me bloqueó? ¿Se habrá molestado por mi último mensaje?, yo creí que se lo tomaría como una broma, en realidad yo se lo envíe sinceramente, desearía que el soñara conmigo, pero al parecer él no se lo tomó como una broma.

Entré un momento a Twitter y vi las últimas noticias una de ellas no me la podía creer, decía que la hija de Enrique había muerto, pero ¿qué había pasado?, él me dijo que estaba bien.

En la nota decía como fue el accidente, un camión había impactado contra Paulina Peña, que al parecer era su hija, y contra su guardaespaldas.

También decía que ella ya había despertado y estaba bien, pero que al hacer unos estudios encontraron que tenía un traumatismo craneoencefálico y que había muerto en la operación, ¿por qué no me lo dijo?

Había una foto en la noticia, de Enrique y su asistente, saliendo de un hospital con los ojos hinchados y con la cara roja, en algunas fotos se taparon la cara pero en otras se veía como habían llorado.

Llamé a Sara, mi asistente, y le pedí que comprara un chip telefónico, sólo así podría llamar a Enrique...

Luego de 20 minutos tocaron la puerta de mi despacho.

— Pasa — hablé y la puerta se abrió dejando ver a mi asistente.

—Señor, le traje lo que me pidió — ella habló mientras que entraba y me entregaba una pequeña bolsa con un pequeño cartón que tenía el chip.

—Gracias, Sara— ella asintió y yo le sonreí.

—Me retiro... si necesita algo más llameme— cuando salió por la puerta rápidamente quité mi sonrisa.

Mis manos tomaron mi celular, y busqué el número celular de Enrique, agarré una pluma y un papel y escribí el número, cuando terminé de hacer eso le quité la tapa al celular y la batería, y le cambié el chip, le coloqué la batería y la tapa, y lo prendí, esperé a que iniciara el dispositivo.

Cuando ya había iniciado y el celular ya estaba prendido completamente, me fui a teléfono, anoté el número y rápidamente lo llamé.

Sonaron los bip, hasta que la llamada se fue a buzón, le volví a marcar 3 veces más y pasaba lo mismo.

Me decidí a intentarlo una vez más, sonaron los bip y luego escuché una voz.

—¿Quién habla?— era la voz de mi Enrique.

—Soy yo— se formó un silencio de diez segundos y luego él habló.

—¿Quién es yo?

—Justin— dije mi nombre con lentitud, se formó otro silencio más largo hasta que hablé. —¿me bloqueaste?

No se escuchaba nada así que seguí hablando.

—Si estás enojado por el mensaje que te envíe quiero que sepas que sólo fue una broma— se escuchaba su respiración. —Sé que estás ahí di algo.

—Ajá — habló y mi corazón se paró por un momento.

—Pero eso no importa... ¿por qué no me dijiste lo que paso?

—¿Y qué pasó?— oí un sollozo a través de la llamada.

—Tu sabes lo que pasó...

—¿Qué pasó?— y se rompió, empezó a llorar tan fuerte, y eso hizo que una lágrima se escapara de mi ojo.

Cortó la llamada, pero le volví a marcar y contestó.

—Enrique, por favor habla conmigo...

—Ya no me hables— su voz era dura y fuerte.

—¿Por qué no me lo dijiste?— mi voz sonaba ronca y un nudo se había formado en mi garganta.

— Porque no te incumbe, y te digo que ya no me hables.

—Bueno, no me incumbe pero me importa todo lo que te pase— le dije con sinceridad, ya no me importa que pensara, sólo quería que estuviera bien conmigo.

—¡Ya no me hables, maldita sea!— gritó con furia, cosa que me asustó un poco y me quedé callado.

Él siguió hablando

—Todo es tu maldita culpa, persona de mierda, te pido por favor...

Sentía como mi corazón se estaba rompiendo lentamente y el seguía hablando.

—En serio... te pido por favor que tu cerebro de basura entienda que yo no quiero hablar contigo, así que no me llames y no me mandes mensaje.

—Enri...— traté de hablar pero me interrumpió.

—¡Si intentas comunicarte conmigo te juro que te voy a odiar más de lo que ya lo estoy haciendo!— su voz estaba llena de furia y no había ni una pizca de broma, todo lo decía en verdad.

—Enrique sólo estás enojado— hablé para tranquilizarlo, mis mejillas ya estaban todas mojadas.

—¡No, no estoy enojado, mierda, ya no me hables!, te odio...

Y cortó la llamada.

—Oye, Just...— vi a Sophie entrar a mi despacho y me miró asombrada.— ¿qué pasó?

Las lágrimas volvieron a salir de mis ojos y no las podía detener, ella se acercó a mi y me abrazó, me acarició la espalda y yo seguí llorando como niño pequeño.

Luego de tranquilizarme le conté, que Enrique se había enojado conmigo, el asunto de su hija y que me había dicho un montón de cosas feas.

—Tranquilo, Justin, sólo está dolido, ya se le pasará y se disculpará contigo, todo lo que dijo no es verdad y él no lo quiso decir— me habló con tranquilidad y eso hizo que me relajara un poco.

—¿Y si lo dijo en serio?

—Yo sé que no lo dijo en serio, ahora debes de ir a acostarte y descansar.

Y como ella dijo, me fui a mi habitación y me acosté para luego dormirme.

Ojalá y Sophie tenga razón, ojalá que todo lo que él dijo no lo haya dicho en serio y ojalá que el me vuelva a hablar.

No sé que haré si él me deja de hablar, él hace mis días y él los hace felices, él me anima, él me hace ser yo mismo, él  me hace ser quien soy...

No sé que haré si él me deja de hablar, él hace mis días y él los hace felices, él me anima, él me hace ser yo mismo, él  me hace ser quien soy

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Amor sin fronteras. [Enrique Peña Nieto & Justin Trudeau]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora