16.

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Enrique

—Señor, su hija, venga rápido— escuché a través del celular, era Raúl.— El chofer ya está fuera del hotel.

—¿Qué ha pasado, Raúl?— me estaba empezando a angustiar.

—Sólo venga rápido— escuché un sollozo que provenía de él.

Colgó la llamada y me di cuenta que eran las 12:50, tenía 32 llamadas de Raúl y me había quedado dormido hablando con Justin.

Corrí rápidamente a la entrada del hotel y ahí vi al chofer, entré a la camioneta y él manejo con rapidez al hospital, que estaba cerca del hotel.

Cuando llegamos pregunté por ella y vi que Raúl se acercaba a mi corriendo, él estaba rojo del llanto e hiperventilaba, cuando ya estaba junto de mi me abrazó con fuerza.

—Me dijeron que era muy grave— habló entre sollozos, su cuerpo temblaba y sus manos se aferraban a mi espalda.

—Tranquilo, Raúl, todo estará bien, ella estará bien— acaricié suavemente su espalda tratando que se tranquilizara.

—Pero es que en realidad es muy grave, señor, ella puede morir.

—Hablaré con alguien para que me informen, pide un té en la cafetería, yo me encargaré— lo separé y sus ojos estaban más hinchados.— debes de estar tranquilo, ¿está bien?

Raúl asintió lentamente y se dirigió a la cafetería.

—Disculpe, ¿cuál es el estado de Paulina Peña?— le pregunté a la recepcionista.

—¿Es familiar?— me miró con seriedad.

—Si, es mi hija.

—Esta bien, le hablaré al doctor— vi que tomó un teléfono y empezó a marcar un número.

Me podían ver normal, sin una lágrima cayendo, pero en realidad estaba aterrado, aterrado de perderla, pero no quería parecer débil en una situación como esta, tenía que estar fuerte para ella.

—Ya viene el doctor— me avisó la recepcionista.

Un doctor llegó hasta mi y me tendió la mano.

—Buenas tardes, soy el doctor Pérez, soy uno de los doctores que están atendiendo a su hija— me miró con comprensión.

—¿Qué le ha pasado?— pregunté tranquilo.

—Estabamos haciendo unas revisiones y encontramos que tiene un traumatismo craneoencefálico— habló con detenimiento—  esto es la alteración en la función neurológica u otra evidencia de patología cerebral a causa de un traumatismo que ocasione un daño físico en el encéfalo.

Asentí y suspire.

—Ella está en una cirugía, haremos todo lo posible para solucionarlo.

—Está bien— me crucé de brazos y empecé a morder mis labios por los nervios.

—Ahora sólo le pedimos que espere hasta que acabe la cirugía.

—Ok.

El doctor se alejó de mi y yo fui a la cafetería, donde estaba Raúl, pedí un café y fui con él.

Sus ojos y su cara estaban rojos pero ya no lloraba.

Me senté junto a él y toqué su espalda, él me miró y me sonrió.

—Te prometo que estará bien— le dije  con una sonrisa.

—¿Cómo se siente, señor?— solté una risa.

—¿Cómo me siento?— pregunté y el agachó un poco la cabeza— me siento mal, desesperado, preocupado, me siento triste, siento que voy a perder a mi hija, ¿y tú?

—Me siento igual, siento que perderé a mi mejor amiga— pasé mi brazo por sus hombros y lo acerqué a mi, dándole unas palmadas en el hombro.—¿Por qué no está llorando, señor?

—Creeme que es lo que más quiero, llorar, pero debo de estar fuerte para ella.

—Le llamé 32 veces— me dijo con el ceño fruncido.

—Me quedé dormido, perdón— bajé mi cabeza viendo detenidamente mis zapatos.

—No durmió toda la noche.

—Sí — dije mientras hacía un gesto.— Iré a los sanitarios, ahora regreso.

Me levanté de la silla y fui a los sanitarios, hice mis necesidades para luego mirarme en el espejo mientras que lavaba mis manos, me mojé la cara y cerré la llave del agua para luego salir, regresé con Raúl y ahí esperamos.

Llamé a Angélica para informarle lo que estaba pasando y me dijo que Paulina iba a estar bien.

Habían pasado al rededor de 3 horas y el doctor de hace un rato se nos acercó y suspiró con pesadez.

—Lo siento, los doctores hicieron todo lo que pudieron, en serio lo siento.

Me quedé pasmado y me perdí en otra dimensión, sólo escuchaba a Raúl llorar.

Me pidieron hacer una papeleo que hice rápidamente y salimos al hotel, le pedí a Raúl que le avisara al abogado que Paulina había muerto para aumentar la sentencia del conductor del camión, y también que empezara los trámites de la repatriación, que  es trasladar a su país de origen el cuerpo de una persona que ha fallecido fuera del país.

Le llamé a Angélica para avisarle y ella quedó destrozada, también le dije que nos quedaríamos 5 días para tener todos los trámites terminados, ella me dijo que también ayudaría en algunas cosas y que ella hablaría con sus hijas y mis hijos.

Revisé mis mensajes y vi uno de Justin, de hace 4 horas.

Para Enrique
Bueno, duerme bien.
Y sueña conmigo.

¿Qué estoy haciendo? por hablar con él no dormí aunque tenía sueño, podría haber despertado y ver a mi hija en su último respiro.

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Amor sin fronteras. [Enrique Peña Nieto & Justin Trudeau]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora