CAPÍTULO I

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La vida es una montaña rusa de emociones, unas fuertes, otras leves en algunas ocasiones nos hace querer vomitar y bajarnos de una vez y en otras que ya no sientes nada, estás feliz, como por ejemplo en el momento en que para y puedes bajarte.

Todo ha marchado perfectamente en mi vida, calificaciones buenas, buena reputación y popularidad, padres amorosos y con un buen capital, nada podría ir mejor, hasta ese día fatídico en que lo perdí todo.

Un año antes.

—¡Elizabeth! —Llama mi madre desde la cocina.

—¡Ya voy! —Exclamo para que sepa que la escuché.

Acabo de salir de darme una buena ducha con esencia de rosas para mi piel. Hoy era un día muy especial, era el cumpleaños de mi abuelo y lo festejaríamos en el muelle, a él siempre le ha gustado mucho aquel lugar, aunque tengamos dinero somos humildes, no andamos por ahí gritando a los cuatro vientos que tenemos dinero.

Bajé las escaleras y fui a la cocina en bata, no quería hacer esperar a mi madre. Ella era una mujer buena y cariñosa, tenía su cabello rubio como el mío y ojos verdes, creo que heredé todo de ella pues tengo algunos de sus rasgos.

—¿Sucede algo? —Pregunté mientras pasaba una toalla por mi cabello mojado.

—Tendremos que salir un poco más temprano, hubo un problema con la decoración y tenemos que arreglarlo. —En eso aparece mi hermano Jack con un aspecto de que va a ir a alguna fiesta, él en cambio tiene el cabello castaño y los ojos de color marrón.

—Buenas tardes. —Saluda y mi madre lo mira con desaprobación.

—No irás a ninguna fiesta, Jack, tenemos que estar todos en el cumpleaños de tu abuelo. —Él rodó los ojos y subió a su habitación a cambiarse de ropa, supongo.

—Yo iré a terminar de arreglarme. —Mi madre asintió y siguió con lo que sea que estaba haciendo.

Subí de nuevo a mi habitación y me vestí con un vestido de gala rojo con forma de tubo, un poco por arriba de las rodillas. Me quedaba bien, así que ordené mi cabello ondulado de color rubio y me maquillé ligeramente, me puse mis zapatos de color claro, beige para ser precisos y ya estaba lista.

Ya todos estaban esperando en el gran salón y en cuanto me vieron sonrieron, mi madre llevaba un mono de color azul marino con un lazo en la cintura, mi hermano vestía un pantalón de traje y una camisa sin saco ni corbata, en cambio mi padre un hombre con los mismos rasgos que Jack, iba vestido con un traje elegante y una corbata que combinaba con la vestimenta de mi madre.

—Liza, estás hermosa. —Alaga mi padre con aprobación—. Creo que tendré que echarte el ojo toda la noche para que nadie se acerque a mi pequeña.

—Ay papá, ya no soy una niña, ya tengo diecisiete años estoy a un paso de la universidad. —Aseguré divertida.

—Me da lo mismo, tú siempre serás mi pequeña. —Dijo con cariño y mi madre sonrió.

—Es hora de irnos. —Rompió la magia Jack.

—No seas celoso hermano, tú también te ves hermosa. —Le dije divertida y él me fulminó con la mirada.

Fuimos todos a la camioneta blindada (es obvio que tenemos que protegernos de alguna manera) y mi padre fue el que condujo, no sé porqué no nos llevó el conductor de la familia, pero bueno, esto hace todo más familiar.

El camino era largo, pero lo valía, el lugar era hermoso, el agua iluminada con la tenue luz de la luna y las farolas allí perdiéndose con las estrellas.

ObsesionadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora