CAPÍTULO X

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Cuando llegamos al restaurante, Mason bajó del auto y me abrió la puerta, luego le dió las llaves al hombre que se encontraba allí para que lo estacione.

—Te ves hermosa hoy. —Susurró en mi oído mientras tomaba mi mano para entrar.

Fuimos guiados por una chica del recibidor hasta una mesa frente al ventanal, que me daba una vista perfecta a la playa.

Mason retiró mi asiento para que pueda sentarme y luego fue él el que se sentó frente a mí.

—Buenas noches, mi nombre es Harvey y esta noche los atenderé, es un gusto. —El chico que me había atendido esta mañana en aquella cafetería se quedó mudo al verme.

—Claro. —Carraspeó Mason algo molesto—. ¿Qué vas a ordenar, amor? —Enfatizó la última palabra para que aquel chico lo notara.

—Aún no me decido. —Desvié mi vista a la carta que tenía en mis manos.

—Para ella una ensalada. —Pidió Mason y yo levanté mi vista hacia él.

Yo nunca pediría una ensalada, jamás me importó la comida, siempre comía cosas chatarras pero esto me dejó sin palabras.

—Y para mí la especialidad de la casa. —Aún no podía creerlo—. Ah, y un vino, el mejor que tenga.

—Por supuesto, señor, con permiso. —Se fue a traer nuestro pedido.

Esta vez lo dejaré pasar, total, apenas habíamos empezado la noche.

—¿Qué tal el trabajo? —Inquirí para romper el silencio.

—Bien, dentro de lo que cabe, ¿y tú? ¿Qué hiciste en el día? —Preguntó interesado.

—Lo de siempre. —Me encogí de hombros—. Fui al cementerio y luego al hospital, creo que Jack está avanzando en su recuperación.

—¿Por qué lo dices? —Usó un tono de incomodidad.

—Estaba como todos los días al lado de él y tomé su mano, luego de unos minutos me presionó la mano ¿Puedes creerlo? —Eso me animó mucho más.

—¿En serio? ¿Y le comentaste al doctor?

—Sí, es decir, a una enfermera pero ella me dijo que él suele hacer eso pero yo sé que Jack se va a recuperar, tengo esa corazonada.

—Por supuesto que sí, amor, la esperanza es lo último que se pierde ¿no? —Habló más animado.

La velada estuvo perfecta, sí hubo algunas cosas incómodas, pero todo dentro de lo normal.

—Debo ir al sanitario. —Anuncié y me levanté.

En el camino al sanitario me encontré con Harvey, el cual me hizo una seña para que lo siguiera.

—¿Elizabeth? ¿Qué haces con él? —Eso me descolocó un poco.

—Tengo una vida, por si no lo sabías. —Hablé extrañada.

—No, no me refiero a eso. Es Mason Vartlory, hay rumores de que está loco.

—¿En serio te vas a basar en rumores? No me molestes, Harvey.

—¡Solo quiero advertirte! No es buena espina.

—Muchas gracias, nos vemos mañana.—Hablé sarcástica.

Me di vuelta y entré al baño, me miré al espejo y me acomodé mejor el cabello, me lavé las manos y en eso sale una chica del cubículo, tenía los ojos hinchados, parecía haber llorado.

—¿Estás bien? —Pregunté con cautela. Ella se sobresaltó al percatarse de mi presencia.

—Sí. —Se limpió las mejillas tratando de negar lo obvio.

—Sé que no. —Declaré y la abracé, todas necesitamos de un abrazo cuando estamos así.

Luego de unos minutos la chica se relajó más.

—Gracias.

—No hay de qué, soy Elizabeth, por cierto pero puedes decirme Liza.

—Maddison, no sabes cómo me ayudaste.

—No tienes que agradecerme nada, ¿qué fue lo que te puso así?

—Vi a alguien que me trajo..., algunos recuerdos. —Dijo sin más.

—Si algún día necesitas de alguien, —Le pasé un papel con mi número puesto— no dudes en llamarme, te has ganado una amiga.

Ella aceptó el papel y sonrió sinceramente que me llenó el alma de paz.

—Adiós, Liza, gracias.

—Adiós, Maddison.

Y con eso salió del lugar dejándome sola. Cuando terminé volví con Mason quien estaba aguardandome en nuestra mesa.

—Ya volví. —Anuncié lo obvio mientras reía.

—Ven, quiero mostrarte algo. —Dijo neutro y yo lo seguí.

Salimos del restaurante a la playa, era hermosa. Me saqué los zapatos y empecé a caminar descalza sobre la arena, era reconfortante.

Seguimos caminando hasta una parte donde una gran roca se encontraba.

—¿Por qué tardaste tanto cuando fuiste al sanitario? —Preguntó de pronto, yo lo miré pero él no lo hacía, estaba concentrado en las olas que había.

—Me encontré con una chica dentro, estaba llorando y la ayudé. —Me encogí de hombros, me estaba empezando a alarmar, me había traído a un lugar desolado, no había nadie.

—No me mientas. —Esta vez sí me miró, sus ojos demostraban furia, nunca lo había visto así—. Te fuiste a encontrar con el camarero, ¿no es así?

Me tomó del brazo, yo solo podía luchar contra él pero sabía que jamás le ganaría.

—Por supuesto que no, Mason, ¿de dónde sacas esas ideas? —Su agarre se hacía más fuerte y me empezó a sacudir.

—¡No me mientas! ¡Te vi con él! ¡Vi cómo te miraba! ¡Eres mía, ¿lo entiendes?! —Todo fue borroso de un tiempo para otro.

Me había golpeado la cabeza contra la gran roca que se encontraba detrás de nosotros... 

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