CAPÍTULO VI

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Cuando bajé al gran salón, allí estaba mi abuelo disfrutando de una copa de vino junto a Mason, mientras las chicas estaban sonrientes bebiendo champán juntas en una esquina.

Fui junto a ellas, y me miraron sonriendo, supongo que no se dan cuenta de lo dañada y triste que estoy.

—¡Hey! Liza no nos habías dicho que tu prometido es tan encantador y amable. —Comentó Carla sonriendo..., si tan sólo supiera.

—Sí, no es que quisiera hablar sobre ello. —Dije disimulando una mueca.

—Pero es como si a ti no te entusiasmara esto. —Habló Hasley.

—No es eso, solo que quisiera que mis padres y hermano estuvieran aquí, para festejarlo conmigo. —Mentí, ahora esa sería mi vida, una vida de puras mentiras.

—Lo sentimos, Liza, pero es tiempo de pasar la página, cosas hermosas están pasando en tu vida ahora, no dejes que el pasado las nuble. —Aconsejó Carla y Hasley asintió.

—Sí Liza, déjanos ayudarte, déjanos sanarte. —Las abracé con fuerza tratando de que las lágrimas no salgan de mis ojos.

Un carraspeo nos interrumpió y yo rodé los ojos para luego separarme del abrazo.

—Disculpenme chicas, robaré a mi prometida un momento. —Habló Mason con una sonrisa y ellas asintieron.

Caminé hasta él y me tomó de la mano presionandola ligeramente contra la suya.

—¡Liza! —Exclama mi abuelo feliz por el compromiso.

—Hola abuelo. —Lo saludé amablemente.

—No se imaginan lo feliz que me hacen, ustedes son la pareja más linda que había visto y hasta me atrevo a decir que nos superan un poco a Gabrielle y a mí. —Sonrió.

—Por supuesto señor, estamos muy felices ambos y no podemos esperar la hora en que por fin podamos casarnos. —Sí claro, ya quisieras.

—¡Por supuesto! Yo tampoco puedo esperar. —Todos estaban felices por esto, todos menos yo, pero era de esperarse ¿cómo podría estar feliz con algo que ni siquiera quiero? Se supone que toda mujer se debe casar con el amor de su vida, no con alguien que apenas conoce y encima de todo le da asco verlo.

La fiesta estuvo tranquila, pasamos a saludar a mis tíos y tías, primos y primas, en fin a toda la familia y no saben qué horrible me sentí al tener que aguantar la sonrisa en mi rostro mientras que por dentro solo quería salir corriendo.

Cuando todos se fueron me dirigí a mi habitación donde estaban Carla y Hasley preparándose para dormir, pero antes de que llegue alguien me sujetó por el brazo mientras subía las escaleras.

—Me haces daño. —Me quejé por su agarre.

—Acostumbrate. —Aseveró—. Estuviste muy bien hoy, hasta podrían darte el premio a mejor actriz.

—Si estás tan consiente de que odio este compromiso ¿por qué no me dejas en paz? —Di la vuelta para encararlo.

—Nunca, Elizabeth, nunca, eres mía desde el momento en el que te vi y siempre será así. —Dijo penetrandome con sus ojos esmeraldas.

—Con una palabra mía toda esta farsa. —Señalé mi rostro—. Se irá al carajo.

De repente sentí un agudo dolor en mi mejilla derecha, el calor se extendió casi inmediatamente.

—Nunca te atrevas a hablarme así, y ni siquiera pienses que vas a amenazarme, no sabes de lo que soy capaz. —Sus ojos destilaban furia al igual que los míos.

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