CAPÍTULO XVII

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Desde ya, disfruta tu lectura.

LA GERENCIA ;)

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Sólo había sentido este temor cuando vi a Mason a punto de golpearme en la playa. Eddie con cuidado se acercó a su teléfono y lo tomó mientras contestaba esa dichosa llamada.

—Diga. —Habló con seriedad.

Luego de unos segundos cortó y me miró con atención antes de soltar un suspiro de alivio.

—No te preocupes solo fue el correo, había pedido un paquete por Internet que me tenía que llegar en estos días. —Sonrió aliviado y se rascó la nuca, fue cuando había vuelto a respirar.

—Joder, que susto. —Llevé una mano al pecho mientras sonreía—. Por cierto, no me vas a decir que mi abuelo creyó esa historia de la empresa de mi padre ¿o sí?

—Por supuesto que no, Mason les dijo a todos que necesitabas estar sola por todo lo que estaba pasando y entonces él te había ofrecido ir a una finca suya donde estarías completamente sola. —Explicó de forma tranquila—.Por supuesto que no le creí nada,pero como me habías dicho que él no era de fiar tuve que fingir que sí para que no sospechara.

—Ese malnacido tiene a todos tan manipulados que creen en estupideces, yo jamas dejaría a Jack si no fuera una situación de vida o muerte. —Hablé con un tono de furia.

—Yo traté de decirle eso a tu abuelo, pero él no oyó razones, confía ciegamente en él. —Se encogió de hombros antes de dirigir de nuevo su vista a la pantalla buscando un programa de su agrado.

 *

Luego de acabar de comer, nos quedamos completamente dormidos en el sillón viendo "Hasta el último hombre", una película de guerra muy buena, pero el cansancio nos ganó.

La tarde se estaba haciendo, tintando el cielo de sus naranjas característicos, anunciando la venida de la hermosa e imponente luna.

—Hey. —Saludé con la voz soñolienta  al ver que Eddie comenzaba a abrir también sus ojos.

—¿Qué hora es? —Preguntó mientras estiraba su cuerpo.

—No lo sé, pero supongo que al rededor de las siete. —Me encogí de hombros.

—Creo que iré a darme una ducha, tú deberías hacer lo mismo. —Aconsejó mientras se levantaba de su sitio.

Imité su acción y me dirigí a mi sanitario donde me di una ducha rápida y caliente. Cuando acabé me vestí con un suéter negro junto con un abrigo color marrón claro, unas leggins negras y unas botas que eran el único calzado con el que contaba. 

Oí unos golpecitos en la puerta así que indiqué que podía pasar.

—Liza, debemos ir a la tienda de ropa, prácticamente lo que tenemos puesto es lo único que tenemos. —Eddie rió luego de terminar su frase.

—¿Quieres ir ahora? —Pregunté con emoción y él asintió.

Literalmente sería la cosa más normal que haría en los últimos días y ya extrañaba esta tranquilidad. La sensación de monotonía y estabilidad era lo que necesitaba.

—Oye, Liza. —Eddie llamó mi atención mientras le ponía el seguro a la puerta— ¿Sabes qué le dice una hiena a otra?

—Ay no, aquí vamos de nuevo. —Reí pensando en una respuesta—. No tengo ni la más mínima idea, ilumíneme, oh poderoso ser de basto conocimiento.

—Ya estoy muy hiena. —No pude evitar soltar una risotada ante tal cosa.

—No sé ni porqué me pareció gracioso pero a que no supera al mío. —Dije mientras emprendíamos camino a la tienda—. Un niño y un pato nacieron el mismo día. ¿Al cabo de un año, cuál de los dos es mayor?

—Ninguno, ambos tienen la misma edad si ha pasado un año para cada uno. —Halló lógica al acertijo.

—Pues te equivocas, el pato es mayor porque tiene un año y pico. —Reí fuertemente al ver su expresión de incredibilidad ante lo que acababa de decir.

—No puede ser, eres la peor. —Negó mientras reía.

*   

Cuando llegamos a la tienda, empezamos a recorrer buscando prendas de nuestro agrado y no sé cómo o porqué empezamos a buscar la ropa para el otro eligiendo las combinaciones más absurdas posibles.

Pasé las prendas que tenía en un cesto a Eddie para que se las probara y él hizo lo mismo con una sonrisa demasiado entusiasta.

Ambos entramos a los probadores que estaban uno al lado del otro y empezamos lo que seguro iba a ser una fuerte vergüenza frente a todas las personas de la tienda. Tomé un top muy colorido junto con unos pantalones cortos de mezclilla, además de un gorro rojo y unas gafas oscuras. No pude evitar reír cuando vi mi reflejo en el espejo.

—¡A la cuenta de tres! —Gritó Eddie desde su probador—. Uno, dos y tres.

En ese instante ambos salimos de nuestros cubículos y al fijarme en lo que llevaba puesto mi sonrisa se extendió mucho más. Tenía unos pantalones muy holgados de color negro y un top de mujer de color blanco que había encontrado por ahí.

—Mírate, raw, ve y arrasa, fiera. —Me burlé mientras él comenzaba a caminar en una pasarela imaginaria que se había creado.

—Joder, que bien me veo. —Haciendo un gesto dramático continuó su pasarela—. No me toques, soy famoso.

—Ya, diva, debemos apresurarnos que ya van a cerrar el lugar. — Reí ante su gesto de indignación pero no dijo nada más.

En el camino al departamento Eddie se detuvo en un restaurante de comida rápida para comprar unas hamburguesas para cenar.

—Eddie, gracias por todo esto, te juro que en cuanto sepa cómo deshacerme de Mason y pueda volver a la mansión te daré un gran bono y un gran aumento. —Hablé sinceramente agradecida por todo lo que estaba haciendo por mí.

—Lo hago de corazón, pequeña Liza, pero no me quejo del aumento. —Rió con ganas y yo también.

Cuando llegamos al departamento, cada uno fue a acomodar sus cosas y luego nos reunimos en la mesa para disponernos a cenar, pero unos toques a la puerta principal nos desconcertó a ambos.

Eddie me dirigió una mirada cómplice cuando un trozo de papel se deslizó por debajo de la puerta.

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