→ 10 ←

4.2K 292 59
                                    

¿Qué clase de brujería era poner a la persona que habías estado esperando por casi un milenio en el cuerpo de un niño tan inocente e ingenuo? Se sabía que recién había cumplido la mayoría de edad.

Tantas "cosas" estaban pasando por la mente de Magnus en el momento que le mordía el labio inferior y sentía el cuerpo del menor tambalear ante su tacto.

¿Qué iba a hacer ahora? Ya lo estaba besando. Sus manos estaban sosteniéndolo por la cintura y podía sentir que el pibito, como le había dicho Raphael, estaba con sus manos temblorosas posadas sobre sus hombros.

Honestamente, le molestaba la altura ¿Pensaba eso? Claro. Es Magnus Bane.

La altura mas que nada le complicaba pero le daba ideas de como se lo quería coger. Porque seamos claros en esto, quien no haya pensado en cogerse a Alexander Gideon Lightwood que tire la primera piedra.

- Oh... - Dejo salir cuando su cuerpo toco el sofá y se fue dejando caer sobre el.

Alec estaba ahora encima de el sin saber que hacer. Magnus estaba con su mente enfocada en los besos franceses que le estaba dando y enseñando a dar a su chico.

El cazador metió su mano delgada de arquero y ultra blanca por debajo de la camisa ajustada de el gran brujo y acarició la piel morena del mismo con una curiosidad que hace añares que Magnus no veía.

- Sos tan hermoso Alexander. - Se le escapó decir.

- ¿Voy mal? - Respondió y ahí entendió todo Magnus.

Se sentó y alejo con un dolor increíble en su entrepierna a el hermoso chico que tenia encima, este se apartó enseguida como si fuera una acción inmediata que se debía hacer. El brujo quería comérselo por como actuaba ante todo.

- Me parece que estas bastante alcoholizado, no quiero que hagamos cosas que después te arrepientas. - Le confesó.

- No me arrepiento de esto, quiero hacerlo. - Le contra confesó.

- ¿Qué es lo que queres Shadowhunter?

- Quiero estar con vos.

- ¿Qué tanto lo queres?

- No entiendo la...

- Exacto.

Magnus lo acerco y atrajo, empezando a besarlo nuevamente y Alec dejó que lo hiciera, emocionandose como buen virgen que era tocado por primera vez. Se dejo caer encima de el y esta vez como si fuera algo de magia pura, le beso como si su vida dependiera de eso.

Muy ágilmente, el brujo lo giro y tocó hasta más no poder. Saciando sus ganas personales de acariciarle todo el cuerpo. Lo tuvo gimiendo por los movimientos de su cadera y por la forma en la que le marcaba el cuello.

¿Estaba bien? ¿Quién iba a juzgarlo? "Que la moral se vaya al carajo" pensó mientras le mordía y saboreaba su pezón izquierdo, porque claramente la remera se la había sacado.

Sintió que de la nada Alec comenzó a gemir distinto y sonrió mientras seguía haciendo lo suyo. ¿Se iba a venir con solo unos movimientos y unas lamidas a sus pezones? Si.

- Lo siento... Lo siento... - No paraba de decir.

- ¿Por qué? No hiciste nada malo.

- Arruine el momento... - Se disculpó.

- No arruinaste nada. - Se acercó a su rostro besándole las mejillas.- Me encanto que acabaras sin que te tocara. Me pareces tan hermoso.

- Magnus... - Susurro y el brujo recuperó sus estribos.

Noto que su mano había estado en su cola, apretándola sobre el pantalón de guerra que usaban y que esa mano estaba acompañada de los movimientos que su cuerpo hacia sobre su entre pierna y ni hablar de como tenia de hinchado los pezones y marcado su cuello.

"Ok." Pensó, "Claramente me fui un poco al carajo. ¿Me culpan?"

Alec se lo quedo mirando, tenia humedecido sus pantalones con una leve mancha y su rostro era el rostro de alguien que había descubierto tierra después de haber navegado toda su vida en un mar de incertidumbre.

Magnus le acaricio el rostro, adorándolo por unos segundos hasta esbozar una sonrisa picara. Chasqueo sus dedos y el joven se quedo dormido.

- Es mejor así... - Susurro.

Se levantó con agilidad y con penosidad de encima del cuerpo del joven y comenzó a quitarle el pantalón. Le dejo la ropa interior porque no era tan perverso... Aun.

Fue hasta su pieza arrastrando los pies y busco en el gran armario que tenía un pantalón que no fuese de guerra pero que al menos fuera negro y cumpliera con la función que correspondía. Por que así eran ellos, los Shadowhunters, básicamente todo lo que usaban era negro.

Se acerco a el sigiloso y se lo comenzó a poner como si fuera un muñeco que había que vestir. Tomó la remera del piso, la estiro y se la volvió a colocar con un poco de ayuda de su magia.

Una vez finalizada su tarea se sentó a su lado a mirarlo. Miles de cosas le pasaban por la cabeza. No sabía muy bien qué pensar, ni qué hacer. ¿Estaba bien lo que estaba haciendo? Corromper su alma... Su inocencia... ¿Por qué?

Se dejó caer en el sillón y allí se quedó mirando al amanecer, durmiendo al cabo de quien sabe cuantos minutos u horas.

Inocencia InterrumpidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora