Al llegar al estacionamiento del edificio mi celular sonó era mi padre. Gracias a Dios se había comunicado ya conmigo, no bastó decir mucho para que corriera a hacerme el depósito que necesitaba, no éramos ricos pero si teníamos una buena posición económica y lo necesario para llevar una vida desahogada y libre de preocupaciones financieras. Ya que la empresa de la familia era muy bien manejada por el perfeccionista de mi padre.
Llevábamos ya una hora dando vueltas con Chris buscando un lugar, yo no quería un sitio lujoso, quería uno pequeño y modesto, vivía sola, no necesitaba tanto espacio y no me gustaban las cosas ostentosas.
—tenemos una hora más para buscar. Si no encontramos nada me quedaré en algún hotel. Los señores Castro son muy buenos conmigo pero no quiero parecer más una niña chiquita que no se sabe cuidar sola.
—no seas orgullosa, recibir ayuda no te hace incapaz de hacer las cosas bien por ti misma. En casos como éste no está de más tener alguien quien te brinde su apoyo. —dijo tomándome la mano y depositando un suave beso sobre ésta.
—es que, no es por nadie es por mi papá, quiero demostrarle que puedo cuidarme sola y puedo comportarme como alguien autosuficiente. El me ama lo sé, da la vida por mi, y yo por él, pero siento una carga grande sobre impuesta en mi. —intenté que mi voz no saliera tan triste, pero no tuve éxito, pues lo estaba.
Con su brazo libre me atrajo hacia él reconfortándome aunque sea por un momento, me sentía sensible y estar junto a el sintiéndome querida me hacia sentir mejor. —créeme que te entiendo, sabes que también tengo que dar la imagen adecuada delante de mi familia, pero no hay que declinar por eso, sonríe que te ves preciosa cuando lo haces. —Sonreí ante sus palabras tenía la habilidad de hacerme sonreír, la verdad era que me ponía feliz estar con él— eso así me encanta, ven dame un beso.
—Christopher te pasas, antes de subir al auto te di un beso y ya quieres más. —digo haciéndome la ofendida— Dámelo tu y estamos a mano.
—si estás dispuesta a acabar en el hospital por un beso mío, está bién —dijo estirando los labios hacia mí de manera graciosa.
—basta loco, ve hacia la carretera, no estoy dispuesta a ir al hospital por un beso tuyo, ni que fueran tan buenos. —dije sacándole la lengua burlándome de él.
—te veré rogando por mis besos Dulchi.
Eran las 5:30 pm y no había un lugar para mi. Habíamos ido ya a varios sitios y ninguno disponible, ninguno acondicionado para mi. Dentro de poco tendría que llamar a Lorena para que regresara, sabía que me insistiría en ir a su casa pero no quería, no lo haría.
Estabamos parados fuera de un edificio, Chris estaba sostenido sobre el auto, parecía pensar y yo quería llorar, era pleno lunes, no podría asistir a clases el siguiente día, tendría que pedir a mi papá enviar una excusa a la universidad. Eso me ponía peor, no me gustaba atrasarme en clases, un día perdido, era un día extra para mi de estudio.
—Dulce, tendrás que conseguir uno en una zona mejor. Aunque sea lujoso y tu no quieras, no puedes quedarte en un hotel como si no tuvieras a nadie. —me tomó la mano y me pegó mas a él.
—no quiero, bueno, no se ya ni que quiero.
—te complicas porque quieres, tu no te ajustas al lugar, el lugar se ajusta a ti. Puedes acondicionarlo como quieras, si aceptas sé donde llevarte.
—está bien vamos y veré si me gusta. —dije pegándome a el metiendo mis brazos bajo los suyos y lo sentí rodearme, apretándome fuerte hacia el y suspiró.
—vamos cariño, entre más rápido mejor. —me abrió la puerta y entré, —gracias —dije, la cerró y rodeó el auto para entrar el.
Llegamos media hora después, el lugar era precioso, elegante pero tenía algo que me gustaba. Era cálido, era familiar. Quedaba no tan lejos de mi universidad, solo que ruta contraria de la que tenía antes. Definitivamente compraría un auto, lo necestiba.
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Dulce Perdición
FanfictionElla tenía una vida práctica y sencilla, sin problemas, sin rendirle cuentas a nadie, con un espíritu libre y muy propio. Él con muchos sueños y metas, amante de la música y por lo tanto alguien sensible y noble de corazón. Ambos creían sus vi...