Cap 34

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Christopher

Final parte 1

Abrí mis ojos pero no podía ver nada, estuve un momento ciego mientras mis ojos se adaptaban a la claridad de la vida. Mi mente estaba en blanco, sentía que no sabía quién era yo, no sabía que hacía en un hospital. Miré por la ventana de la habitación y era de noche dos personas mas estaban conmigo, no los recordaba, no los reconocía, no podía moverme mis costillas dolían demasiado y mi cuello estaba inmovilizado.


Dirigí mis ojos al techo y de repente como un tsunami, recuerdos llegaban a mi mente. Un fuerte dolor de cabeza me invadió y me quejé llevando mis manos llenas de tubos de intravenosa. Las dos personas que estaban en la habitación despertaron  sobresaltados debido a los quejidos que salían de mi boca.

—¡madre mía! Despertó. —escuché decir al chico, reconocí su voz pero no sabía con exactitud de quién se trataba.

—Claudio ¿Qué hacemos? Quédate con él voy por el médico.

—tranquilo Christopher, tranquilo. —abrí mis ojos y la vi, más recuerdos venían en cascada a mi cerebro era mucho para soportarlo, mi cabeza dolía demasiado.


Rápidamente el doctor entró en la habitación y me dio medicamento, hablaba conmigo despacio tratando de ver si habían daños severos en mi cerebro. Me explicaba lo que había pasado para quedar en ese estado. Probaba y examinaban mis movimientos psicomotrices, mientras en mi cerebro todo se volvía mas claro, hablaba con normalidad y mi cuerpo estaba en conexión con mi cerebro.

Una preocupación se instaló en mi pecho dándome un fuerte golpe en el corazón. Dulce, ¿Dónde estaba?

—¿Dónde está? ¿Dónde está Dul? —Rápidamente Lorena se acercó a mi y me dio un beso sobre la frente.

—te extrañamos tanto. Dulce se fue a casa a descansar ahora le aviso que despertaste. —una sonrisa se dibujó en mi cara y una tranquilidad inigualable inundó todo mi ser, mi princesa estaba bien.


Luego de miles de exámenes y terapias me iban a dejar descansar, aun seguían viniendo recuerdos a mi mente y eso no me dejaba tranquilo. Cuando escuché su voz afuera de la habitación. Mi corazón empezó a bombear sangre a un ritmo acelerado, nervios recorrían mi cuerpo y el deseo de abrazarla y besarla me carcomía lentamente.

—¡hijo, amor mío! gracias Dios. —mi mamá entraba a la habitación exclamando, me daba gusto verla. Se veía tan cansada.

—mamá, no llores ya estoy aquí. —me abrazaba con precaución debido a mi cuerpo magullado que gracias al tiempo y el cuidado necesario iba sanando.


La puerta se abrió, dirigí mi vista hacia ahí, y mi mirada se cruzó con la de ella. Mi cariño bonito, una lágrima recorría un camino desde su ojo, pasando por su mejilla desembocando en sus labios, sus exquisitos labios que eran mi perdición. Una sonrisa se pintó sobre su cara y llevó su mano a su boca con emoción, caminó hacia la camilla con dificultad andaba sobre unas muletas, tenía una pierna enyesada seguramente producto del accidente.


Se abrazó a mi madre con efusividad y en respuesta ella le dio un beso en su cabello con cariño maternal. Giró su rostro a mi que la miraba con devoción. —cariño. —dije con todo el sentimiento que sentía dentro de mi pecho por ella y un sollozo salió de sus labios, lanzándose a mis brazos que la esperaban con ansias.

Dulce PerdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora