Cap 2

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Llegó otro dia de mi inapetente vida, esta vez si llevaba prisa, ya que no había escuchado el despertador. Vivía a no muchos metros de mi universidad, pues yo no era de aquí, vine a estudiar y rentaba un pequeño departamento. Mientras Lorena vivía con su padres que se habían mudado aquí por el trabajo del señor Castro; su padre.

Llegué y fui directo al salón de clases, lista para tomar apuntes y mantener mi promedio, para no tener inconvenientes con mi padre. Por él estudiaba administración de empresas, necesitaba mi ayuda en el negocio de la familia, y me gustaba; lo que no me apetecía era esa manera tan suya de exigirme y quererme hacer perfecta.

Salí rápido del salón, a encontrarme con Lorena que me esperaba en la cafeteria.

—Mi loca Dulcinea ¡estoy feliz! A que no me adivinas ¿con quién tuve una charla, muy pero muy particular? —gritó ésta muy entusiasmada.

—No pues ¿qué quieres que te lea las cartas también? —Hablé mientras pedíamos comida.

—Por eso no tienes novio, ni quien te aguante con tu genio — se rió como desquiciada al ver mi cara.

—Si sabes que si no tengo novio es porque no quiero ¿no? Porque ofertas me llueven, pero no, así estoy bién. No volveré a arriesgar mi pobre corazón. —Hice una mueca de dolor llevando mi mano al corazón de manera graciosa.

—A ver cuéntame —le pedí mientras tomábamos asiento, y nos reíamos a carcajadas.

—Con Claudio, nos topamos en el pasillo y me dijo que era muy bonita —gritó Loren.

A ella hace tiempo que le gustaba ese chico.

—¡No! viene hacia acá y con... El nuevo —dije entre dientes.

—hola chicas ¿podemos tomar asiento con ustedes? —habló Claudio—. Si no es mucha la molestia —añadió.

—Ninguna, siéntense —dije viendo a Claudio, José, Verónica y Christopher.

Tomaron asiento y comimos entre una animada charla, eran todos muy amables, sólo había algo que me hacía sentir rara, incómoda, no se que era. Sentía como algo intenso sobre mi, una mirada de esas que sientes que pueden verte hasta el alma.
Levanté mi vista del plato, y me encontré con sus ojos, esa mirada profunda, pero dulce a la vez. No supe como actuar, que decir solo volví mi vista al plato casi vacío y terminé mi comida.

—Fué un placer compartir con ustedes señoritas -oí decir a Claudio, que se levantó de la mesa.

—para nosotros igual —le respondió Loren.

—ojalá se repita —dijo Chris con su... Sexy voz.

Se despidieron y yo sólo me despedí con un movimiento de manos.

—¿Qué rayos te pasa? —Lorena me sacó del atontamiento en el que estaba.

—no, nada.

—no, sólo que ¡casi, casi te lo devoraste con la mirada! te gusta el nuevo, te gusta.

¿Aquello era verdad? No podía ser, habían pasado dos años desde la última vez que me enamoré y no había sido una bonita experiencia, el muy imbécil me habia engañado, no con cualquiera, con mi amiga por elección; mi prima Sofía.
Me había cerrado completamente a la posibilidad de volver a pasar por eso, no porque no creyera en el amor si no por pura prevención.

Sacudí mi cabeza, como si así aquellos pensamientos que me aturdían desaparecerían.

Dulce PerdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora