Cap 20

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Nunca antes había sentido lo que siento en este momento, juré haber estado enamorada antes, pero la verdad era que no tenía ni la remota idea de lo que era amar, el amor te llena, te hace sentir plenitud aunque el amor también es sufrir, solamente que al amar y ser correspondido todas aquellas cargas y sufrimientos se hacen más livianos y llevaderos, al ser compartidas entre dos.

La ropa sobró, estorbó y voló por cualquier parte de mi habitación, quedando nosotros piel con piel, y alma con alma, fundiéndonos como metal caliente, ardiente por el más puro deseo de amarnos, sus manos acariciando mi cuerpo entero marcaban mi piel con su nombre, tatuándose y adhiriéndose con cada toque en mi.

Sentirlo dentro de mi, profundizando al máximo su deseo con el mío, llenándome por completo con su firmeza, más duro que nunca, llevándome mas y más cerca al borde del precipicio con cada embestida sintiendo el choque de su cuerpo contra el mío, haciendo que mi cuerpo se tensara junto al suyo, llenando aquel lugar con nuestros jadeos y gemidos junto con las secreciones corporales cargados del amor que nos habíamos profesado dándonos un nuevo sentir y sabor de boca.

Christopher dejó caer su cuerpo sobre el mío sin dejar caer todo su peso sobre mi, metiendo su cara en el hueco de mi cuello, respirando pesadamente y dando pequeños besitos sobre éste luego de un par de minutos así y en completo silencio, pues no hacían falta las palabras ya lo habíamos dicho todo, se dejó caer por completo a un lado quedando a mi costado poniendo su cabeza sobre mis senos y pasando su brazo sobre mi abdomen, empecé a hacerle suaves caricias sobre su cabello, tirando una manta sobre nuestros cuerpos desnudos y dejándonos arrastrar a un sueño profundo, dándonos un respiro de lo que acabábamos de vivir.

Abrí los ojos pesadamente los rayos del sol pegaban fuerte contra mi ventana, mi cuerpo dolía aunque el cansancio ya había desaparecido, un ruido en la cocina me asustó y me alertó, rápidamente el sueño se evaporó de mi, pero no podía moverme, no con Chris encima de mi, parecía un bebé dormido aferrado a su peluche, lo moví suavemente —Chris, levántate, vamos bebote, levanta tu trasero. —no se movía siquiera, entonces golpee su espalda un poco fuerte y se levantó asustado. Sostenía su cabeza seguro seguía con dolor por la resaca. —¿qué pasa? Eso no se hace Dul, déjame dormir. —dijo halándome hacia él para volver a acostarse sobre mi pecho.

—basta, muévete, estoy segura que escuché ruidos afuera. Por favor virgen santa que no sean mis padres.

—¿tus padres? ¿y si nos vieron así? ¿puedo considerar éste día como el último de mi vida? —preguntó levantándose buscando la ropa tirada por toda la habitación.

—seguramente, en dado caso éste también será mi último día sobre la faz de la tierra. —dije parándome y vistiéndose con algo mas decente, no podía ni ducharme debía salir a dar la cara.

Abrí la puerta y primero espiamos por si podíamos ver algo o a alguien, no había nadie no había señales de nada.
—¿y si es un ladrón? —dije con miedo.

—no Dul esas cosas no pasan aquí, te lo aseguro. —De pronto vimos salir a Loren de la cocina con un pote de helado en las manos, llevándose una cucharada gigante a la boca. Nos volteamos a ver entre sí y sonreímos, salimos al mismo tiempo.

—¿llevas mucho aquí? —pregunté acercándome a ella y quitándole el helado de las manos para probar un poco yo también. Chris se acercó y la saludó, rascando su nuca, claramente estaba nervioso.

—hmm, un poco, talvez media hora, tenía que saber que pasaba con mi amiga que andaba mas desaparecida que nunca y vaya que lo averigüe eh. —dijo Loren en un tono sugerente y yo me ahogué con el helado, empecé a toser y Christopher me golpeó suavemente la espalda. ¡qué vergüenza!

Dulce PerdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora