Capítulo VIII. Zabdiel

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— Sí, siento demasiados celos — Joel destapó su rostro  — Y eso está mal —  se incorporó nuevamente y tomó un sorbo a su capuchino.

— Oh Joey, no es tan malo — Yoandri sonrió — Es malo cuando son excesivos y perjudiciales.

— Sí, obvio.

— Todo va a estar bien desde que no apuñales a nadie Joel — ambos empezaron a reír.

— Ahora no sé qué haré Yoyo.

— ¿Porqué? — Yoandri alzó una ceja mientras daba otro sorbo a su taza.

— No te he contado bien esto aún — mordió un pedazo de galleta con desanimo — Erick gusta de una chica.

Yoandri se quedó mirándolo con sorpresa y solo se limitó a darse un golpe en la frente con la palma de la mano sin quitarle la mirada — Oh no — exclamó lentamente.

— Oh si, ¿y adivina qué?

—  ¿Qué...?

— ¡La chica va a venir en una semana a visitar a Erick! — exclamó fingiendo entusiasmo

— Lo siento Joel, pero eres un saco de sal — trató de no reírse pero termino haciéndolo de manera atajante.

— Lo sé nene, lo sé — habló irónicamente

— ¿Y qué piensas hacer?

— ¿Irme del país es buena opción? — Joel bromeó mientras terminaba rápidamente lo que quedaba de su capuchino.

— Oh, claro que si.... Pero olvidas algo — Yoandri extendió su mano hasta el hombro de quien estaba frente suyo — ¡no puedes irte porque estás en una banda que no va a funcionar si no estás! — exclamó divertido.

— Oh, por supuesto — Joel llevó su mano hacia la frente sarcásticamente.

— Bueno ya, me alegra que tomes esto con gracia pero, ¿Tienes algún plan? — Yoandri volvió a hablar con normalidad.

— No lo sé, pero trataré de estar lo más lejos posible.

— No puedes alejarte así de la nada podrías levantar sospechas.

— Es cierto — suspiró levemente.

— Yo creo que lo mejor que podrías hacer es estar lo más calmado posible — Yoandri lo miró mientras terminaba su capuchino - Simplemente deberías estar cuando debes estar, ¿entiendes?

— No entiendo.

— Mira, Erick como está bien tarado te va a pedir que compartas un poco con ellos, al igual que le pedirá los chicos, sabes que a veces no puede manejar su vida solo y a duras penas podrá estar solo con la chica por más tiempo que una noche. A demás es obvio que ella se va a quedar más de un día en la casa de ustedes así que tendrás que convivir con ella.

— Ugh, es cierto. Pero aunque no lo creas en argentina si pudo manejarlo solo cuando se revolcó con una chica después de ir al antro.

— ¿¡Qué!?

— Sí, se quedó toda la noche con la chica en un hotel y al siguiente se apareció dónde estábamos, pasó la noche con ella.

— Vaya, esto está más complicado de lo que me imaginé.

— Claro que lo es, la verdad esa noche fue un desastre.

— Ni me lo digas, me dejaste preocupado por ti toda la maldita noche Pimentel.

Silencioso Amor  - JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora