Parte IV

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Chan Chan Chan Chaaan!

Emilia

Estaba acostada en mi cama oyendo, o más bien, fingiendo que oía lo que me decían mis padres.
Estaba recordando cuando llegué. Mi padre me había dicho que podía retomar mi carrera en la universidad de allí. Inmediatamente me negué, no quería seguir esa carrera, aunque había obtenido buenos promedios en el último ciclo. Mi padre se enojó, pero poco me importó.
Todos los días era de discutir eso, y todas las noches me iba a la terraza del edificio donde tenían el apartamento a fumar.
Me pasaba casi toda la noche ahí, a veces sólo veía las estrellas, las nubes nocturnas, las luces de otros edificios, los coches que pasaban por esa calle, y otras, otras noches lloraba amargamente porque no entendía mi vida, porque echaba de menos a Lou y mis otros dos primos, la comodidad y soledad de mi casa, porque extrañaba a Ana y no comprendía porqué había hecho lo que hizo, no entendía el porqué, ya que decía amarme, que yo le gustaba y que quería estar conmigo, ella sabía que la amaba, y la amaba mucho. Me quise hacer creer que ella confundió las cosas que vio en mi casa con Jessica, pero la pregunta de "¿porqué regresó con Erik?" rondaba mi cabeza, todo daba vueltas en mí.

Me había dejado crecer el cabello, no tenía ánimos ni de cortarlo. Fumaba mucho, media cajetilla de cigarros en una noche, sumando los que fumaba en el día cuando mis padres no estaban.
Me daban dinero para que comprara ropa o alguna "cosilla" y lo gastaba en alcohol y más cigarros, los que terminaba consumiendo en la terraza, era como mi lugar secreto, aunque siempre era invadido por una chica de cabello castaño, llegaba y a los minutos empezaba a toser como desquiciada, no entendía qué le sucedía. Luego me miraba mientras tosía y después se iba.
Una noche, cuando estaba medio ebria me acerqué con un cigarro en la mano, le pregunté que cuál era su problema, sorprendentemente me respondió en español, bastante gracioso por su acento; me dijo que no soportaba el humo del cigarro y nuevamente se fue corriendo, tosiendo como siempre.

Esperé que llegara la siguiente noche, pero no hizo. No apareció en una semana. Me rendí, esa noche estaba por prenderme un cigarro cuando escuché la puerta de la terraza abriéndose, me giré y ahí estaba ella, el cabello sujetado en una coleta, una sudadera negra sin estampado y un jogger gris y una tontas pantuflas de perro. Guardé el encendedor y el cigarrillo en su cajita. Me acerqué y le hablé.

-Hola

Dije en español.

-Hola. Hoy no has fumado

-¿Cómo lo sabes?

-El aire no tiene ese olor. Pero sí has bebido

-¿Eres experta en olores?

-No, pero se percibe en tu aliento y tienes una botella medio vacía en la mano

-Cierto

Sonreí tonta.

-¿Quieres?

Le ofrecí.

-No, gracias

-¿Me harás compañía al menos?

-¿Vas a fumar?

-No

Volví a sonreír, pero de lado, porque para poder hablar bien con ella había desistido de fumar, toda la semana, al menos hasta asegurarme que no llegaría.

-¿Vives solo aquí?

Reí levemente.

-No, vivo con mis padres

-¿Quiénes son tus padres?

-Raúl y Ángela León

-¡Ah! Los señores Leone

El Regreso De Emilia (Te Amo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora