Capitulo 6

1.4K 76 4
                                    


La ira sustituyó al miedo. Sentí un calor abrasador que me trepaba por las extremidades: un subidón de energía que me había nublado el juicio, no podía pensar en otra cosa que no fuera romper el cuello del monstruo.

El hombre toro se volvió hacia Percy, que intentaba atraer la atención del hombre-toro con un impermeable rojo.

Se le aproximó a toda velocidad a mi mejor amigo dispuesto a levantarlo y disolverlo a él también.

No iba a permitirlo.
— ¡Eh, tú! ¡¡Eh!! —Grité, mientras corría hacia el monstruo—. ¡Eh, imbécil!
— ¡Brrrrr! —Se volvió hacia mí sacudiendo los puños carnosos.
Tenía una idea estúpida, pero fue la única que se me ocurrió.

Salte sobre la pierna del minotauro y logre dar un golpe en su horrible cara de torro.

El animal se tambaleó pero se recuperó y embistió contra mí, sus cuernos se dirigían a mi pecho, pero los pare en seco y lance al hombre toro contra un árbol cercano.

Algo andaba mal me sentía llena de poder, vitalizada, como si pudiera detener hasta un camión, algo definitivamente no está bien cuando vi mis manos, estaba ardiendo de pies a cabeza, pero las llamas no quemaban mi piel, decidí restarle importancia cuando el hombre toro se recuperó y encontró a Percy sacudiendo su impermeable rojo el toro arremetió contra el intente alcanzar a el toro pero me di cuenta del plan de Percy, el intentaba que el hombre toro se destrozara la cabeza con el pino que estaba atrás de el cuándo en toro lo atacara .

Pero no sucedió así.
El monstruo embistió demasiado rápido, con los brazos extendidos para cortar las vías de escape.

El tiempo se ralentizó.
Percy saltó hacia arriba y, brincando en la cabeza de la criatura como si fuera un trampolín, giró en el aire y aterrizó sobre su cuello. ¿Cómo lo hico? No tuve tiempo de analizarlo.
Un micro-segundo más tarde, la cabeza del monstruo se estampó contra el árbol.

El hombre toro se sacudió,
Percy se aferró a sus cuernos para no acabar en tierra.

Los rayos y truenos aún eran abundantes.

La lluvia me nublaba la vista y el olor a carne podrida me quemaba la nariz.

El monstruo se revolvía girando como un toro de rodeo.

Grover había desaparecido.
El hombre toro se encaró hacia mí con Percy encima de él.

Pensé en cómo había estrangulado a Sally, cómo había golpeado a Percy y Grover, la rabia me llenó como electricidad de alto voltaje. Corrí hacía el y salte tan alto que caí sobre su cabeza, Percy agarró uno de sus cuernos y yo agarré el otro y con todas mis fuerzas intenté arrancárselo.

El monstruo se tensó, soltó un gruñido de sorpresa y entonces... ¡crack! Aulló y noslanzó por los aires. Aterricé en la hierba, golpeándome la cabeza contra un árbol.

Me incorporé aturdido y con la visión borrosa, pero tenía un trozo de cuerno astillado en la mano, un arma del tamaño de un cuchillo.

El monstruo embistió una vez más.
Sin pensarlo, salte otra vez sobre él, me puse sobre su cuello, en el otro lado me pareció ver gente con armaduras, esperaba que fueran los refuerzos pero no bajaban de la colina se limitaban a ver.

No había tiempo de esperar a los refuerzos la criatura se lanzó sobre Percy y cuando pasó junto a Percy, le clavé el cuerno en la parte derecha del cuello, esperando que Percy esquivara a el minotauro, pero no me detuve le seguí golpeando el cuello al minotauro una y otra vez con el cuerno la rabia era demasiada que me agobiaba.

El hombre toro rugió de agonía. Se sacudió, se agarró el pecho y el cuello al parecer Percy le clavo el otro cuerno en la caja torácica y por fin empezó a desintegrarse; no en un destello de luz dorada, sino como arena que se desmorona.

El viento se lo llevó a puñados, del mismo modo que a la señora Dodds.
La criatura había desaparecido.

La lluvia cesó. La tormenta aún tronaba, pero ya a lo lejos. Apestaba a
ganado y me temblaban las rodillas.

Pero la rabia no desapareció las llamas que mi cuerpo desprendía eran cada vez más grandes, no podía pensar quería lanzarme en dirección a las personas con armadura que empezaban a bajar de la colina, pero así como la lluvia cesó mi ira también lo hizo las llamas de mi cuerpo ya no estaban.

Sentía la cabeza como si me la hubieran partido en dos. Estaba débil, asustada de mi misma y temblaba.

Acababa de matar a alguien o a algo de una forma brutal. Quería tumbarme en el suelo y llorar, pero Percy necesitaba ayuda apenas se podía quedar de pie, así que lo ayude a caminar hacia la colina pero los dos nos desmoronamos apenas dimos tres pasos, caímos de cara al piso apenas conservando el conocimiento de lo que pasaba a nuestro alrededor.

Lo último que recuerdo fue una docena de personas rodeándonos con antorchas y espadas y los rostros severos de un hombre barbudo de expresión sumamente familiar y una chica linda con una melena rubia ondulada de princesa. Ambos nos miraban, y la chica se acercó a Percy y dijo:

—Es él. Tiene que serlo.
—Silencio, Annabeth —repuso el hombre—. Están conscientes. Llévalos dentro.

Elizabeth y El Ladron Del RayoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora