Capítulo 1

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—Elizabeth despierta vas a llegar tarde a la escuela.

—Diablos, ya voy papa.

Baje a toda velocidad de mi cuarto a la cocina, vi mi reflejo en el espejo del pasillo, tenia mis vaqueros, una blusa blanca y mi cabello hecho un relajó.

—No hay tiempo para peinarse, me llevaré una gorra —me la puse y salí de la casa.

Afuera en la banqueta estaba mi Padre, tenia la ropa de todo un intelectual y como de costumbre tenia problemas para subir al autobús con su silla de ruedas. Con la ayuda de unos adultos que bajaron, pudimos subirlo sin mucho esfuerzo.

Él me sonrió desde adentro.

—Papa, ¿Me puedes llevar a la escuela hoy en el autobús de personal? — le dije antes de que las puertas se cerrarán.

—¿No dijiste que no quieres que tus amigos descubran que tu papá es maestro? —me respondió divertido.

—Si, pero reflexioné y comprendí que era una tontería, pero lo mas importante es qué es tarde y no quiero perderme la excursión.

—¡Lo siento cariño, no te escucho el motor suena muy fuerte! —dijo con una sonrisa en los labios obviamente si me escuchó.

El autobús cerró sus puertas y avanzó.

—¡Oye tramposo, no huyas! ¡Rayos! Tendré que correr mientras llega el camión de la escuela.

Y así es como comenzó mi día.

Hola soy Elizabeth Salazar y soy una mestiza.

Mira, ser mestiza es lo máximo aunque la mayor parte del tiempo sólo sirve para que te maten de manera horrible y dolorosa.

Si eres un niño normal, que está leyendo esto porque cree que es ficción o fantasía, Sigue leyendo, te
envidio por ser capaz de creer que nada de esto sucedió.

Pero si te reconoces en estas páginas, si sientes que algo se remueve en tu interior, deja de leer al instante.

Podrías ser uno de nosotros y probablemente mueras sin el entrenamiento adecuado.

No digas que no estás avisado. Cómo ya e dicho me llamo Elizabeth Salazar.

Tengo trece años. Hasta hace unos meses estudiaba en la academia Yancy, un colegio privado para niños con problemas, en el norte del estado de Nueva York.

¿Soy una chica con problemas?
Tal vez unos pocos.

Podría empezar en cualquier punto de mi corta vida para dar prueba de ello, pero las cosas comenzaron a ir realmente mal en mayo del año pasado, cuando los alumnos de sexto y séptimo curso fuimos de excursión a Manhattan: cincuenta niños tarados y dos profesores en un autobús escolar amarillo, en dirección al Museo Metropolitano de Arte a ver cosas griegas y romanas.

Ya lo sé: suena a súper aburrido. La mayoría de las excursiones de esta escuela lo son. Pero el señor Brunner, Mi tutor y Papá, dirigía la excursión, así que tenía esperanzas de que no fueran tan aburridas.

El señor Brunner, era un hombre de mediana edad que iba en silla de ruedas motorizada. Le colgaba el cabello, lucía una barba desaliñada
y una chaqueta de raída que siempre olía a café. Con ese aspecto, imposible adivinar que era el papá más guay del mundo, pero contaba historias y chistes y nos dejaba jugar en clase.

También tenía una colección
alucinante de armaduras y armas romanas, Lo sé tu también quieres un profesor o papá igual al mio pero no todo se puede.

Elizabeth y El Ladron Del RayoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora