Capítulo 23

814 64 0
                                    


P.O.V. Elizabeth.

El campamento era un caos total, todos los campistas celebraban y nos felicitaban por haber regresado, nosotros tres habíamos sido los primeros héroes en regresar vivos al Campamento Mestizo desde Luke.

Según la tradición del campamento, nos colocaron coronas de laurel en el gran festival organizado en nuestro honor, y después dirigimos una procesión hasta la hoguera, donde debíamos quemar los sudarios que nuestras cabañas habían hecho en nuestra ausencia.

La de Annabeth era muy bonita, hecha de seda gris con lechuzas de plata bordadas, Percy le comentó que era una pena no enterrarla con ella. Le di un puñetazo y le dije que cerrara el pico.

Percy al ser hijo de Poseidón, no había nadie en su cabaña, así que la de Ares se había ofrecido voluntaria para hacer la suya.

A una sábana vieja le habían pintado una cenefa con caras sonrientes con los ojos en cruz, y la palabra PRINGADO bien grande en medio. Fue divertido quemarla.

La mía la habían hecho las chicas de la cabaña de Deméter estaba hecha de seda azul con un rayo y unas águilas bordadas en medió.

La cabaña de Apolo dirigía el coro y nos pasábamos sándwiches de galleta, malvaviscos y chocolate, Percy y yo nos sentamos rodeados de nuestros antiguos compañeros de la cabaña de Hermes y de los amigos de Annabeth de la cabaña de Atenea.

Los únicos que no tenían ganas de fiesta eran Clarisse y sus compañeros de cabaña, cuyas miradas envenenadas me decían que jamas me perdonarían por darle una paliza a su padre.

Por mí, bien. Ni siquiera el discurso de bienvenida de Dioniso iba a amargarme el ánimo.

—Sí, sí, vale, así que los mocosos no han acabado matándose, y ahora se lo tendrán aún más creído. Bien, pues hurra. Más anuncios: este sábado no habrá carreras de canoas…

Regresé a mi cabaña, pero ya no me sentía tan sola. Tenía amigos con los que entrenar por el día. De noche, me quedaba despierta y escuchaba la chimenea arder, Hestia me visitaba algunas veces y todas las noches veía las estrellas consciente de que mi padre estaba ahí fuera.

A lo mejor él aún no estaba muy seguro de mí, pero me vigilaba. Y hasta el momento, se sentía orgulloso de lo que había hecho. Pero muy en mi interior, yo sabia que él esperaba mucho de mi y no sabia si estaría a la altura del reto.

«Harás cosas grandes, Elizabeth, incluso cosas más grandes que Heracles »

Preferí no darle mas vueltas al asunto.

En cuanto a la madre de Percy, él me comento que tenía la ocasión de empezar una nueva vida. Recibió la carta una semana después de su llegada al campamento.

Le contaba que Gabe, su padrastro, había desaparecido misteriosamente; dehecho, que había desaparecido de la faz de la tierra. Lo había denunciado a la policía, pero tenía el extraño presentimiento de que jamás lo encontrarían.

En otro orden de cosas, Sally acababa de vender su primera escultura de hormigón tamaño natural, titulada;
El jugador de póquer, a un coleccionista a través de una galería de arte del Soho.

Había obtenido tanto dinero que había pagado la fianza para un piso nuevo y la matrícula del primer semestre en la Universidad de Nueva York. La galería del Soho le había pedido más esculturas, que definían como «un gran paso hacia el neorrealismo súper feo».

«Pero no te preocupes —añadía su madre en la carta—. La escultura se ha acabado. Me he deshecho de aquellacaja de herramientas que me dejaste. Ya es hora de que vuelva a escribir… —Al final incluía unaposdata—: Percy, he encontrado una buena escuela privada en la ciudad. He dejado un depósito, por siquieres matricularte en séptimo curso. Podrías vivir en casa. Pero si prefieres quedarte interno en la colina Mestiza, lo entenderé.»

Elizabeth y El Ladron Del RayoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora