CAPÍTULO 18

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Lilo.

















Ya no soporto este dolor de cabeza, siento que va a explotar en cualquier momento. La música fuerte, proveniente de las enormes bocinas que yacen en el escenario, sólo están provocando que todo mi ser se sienta más abrumado y aturdido. Las constantes respiraciones profundas que hago, no funcionan para calmar a la revolución que se ha creado dentro de mí. Estoy comenzando a desesperar...

Estoy cansada, estoy estresada y lo único que deseo ahora es irme dormir... pero una parte de mí no quiere irse a casa aún.

El lugar en donde vivo no es un "hogar", al cual yo desee llegar ahora. Me siento más segura estando en este lugar, rodeado de alcohólicos desconocidos, que estando en esa casa, con esas personas que se dicen llamar "mi familia".

Trato de enfocarme en el aquí, pero me resulta tan difícil concentrarme en otra cosa que no sean las voces de los demonios dentro de mi cabeza, los cuales no dejan de recordarme el pleito que tuve ayer con mi tía. En éste momento me siento tan presionada y torpe, que ni siquiera puedo realizar bien la simple tarea de servir los chupitos para el grupo de chicos que están en la barra.

Mis manos no dejan de temblar mientras sirvo los tragos, y comienzo a maldecir cuando en el proceso derramo un poco de vino sobre la madera. Intento tomar una respiración profunda porque siento que voy a desmayarme, pero este sigue sin ser suficiente.

<<¡Sólo ignoralos!, ¡no puedes permitir que esto te lo arruinen también! ¡Te ves ridícula dándoles esta importancia! ¡No lo hagas, no les des el gusto! ¡Deja de ser tan débil!>>

Mis ojos viajan por todo el lugar, que ahora retumba con la música de Rock ochentero, y con las carcajadas y gritos eufóricos de la gente alcoholizada que yace aquí, haciendo su desastre de siempre.

Aun no puedo dejar de pensar en lo que pasó con mis tíos, aún no puedo dejar de sentirme así de enferma y de furiosa por todo lo que me dijeron. Soy débil, no quiero serlo, mucho menos quiero seguir mostrándome así con ellos, porque es lo que justamente quieren de mí.

Herirme.

Pero no puedo evitarlo, no puedo mantener mis sentimientos a la raya cuando hablan así de mi madre. No puedo quedarme callada y evitar romper en llanto cuando me recuerdan la falta que me hace.

"—Basta... Basta, ¡no te atrevas a decirlo de nuevo o...!—

¿O...?, ¿estás amenazándome a mí?,¿a la única persona que te aceptó en su casa y la te ofreció un techo donde vivir, a pesar de ser una sucia bastarda?

El miedo que sentía por la ira que veía en los ojos de mi tía Lucy, es reemplazado de pronto por rabia e indignación, estas causadas por sus repulsivas palabras en contra del nombre de mi madre muerta. Y que, además de ser repulsivas, también son cobardes, pues se refieren con descaro a una persona que ya no está aquí para poder defenderse de tales acusaciones.

Ya no puedo permitir eso. Ella puede decir lo que quiera de mí, pero de mi madre... no.

Ya estoy harta de soportar esto.

Además de bastarda me he dado de que también eres una mal agradecida con nosotros, y también una vaga cómo ella... ¡¿En dónde demonios te encontrabas tan tarde?!

Mi mirada se obliga a levantarse para enfrentar a los ojos furiosos de Lucinda, los cuales ahora me miran cómo si fuera el ser mas despreciable de la tierra, y así es cómo me siento en este momento, al mantenerme aquí hecha un ovillo en un rincón, tratando de calmar a mis sollozos, mientras ella se mantiene de pie frente a mí con las manos puestas sobre su cintura y con la misma expresión dura sobre su rostro.

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