CAPITULO 51

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LILO.

















Todo me da vueltas, me cuesta respirar, me cuesta manejar lo más mínimo de mí. Mis pies son arrastrados sobre una superficie dura y fría, el terror y el nerviosismo no me permiten resistirme más, y tampoco puedo pensar con claridad para asimilar bien lo que está pasando conmigo ni con el aquí.

Jamás había sido atacada de esta manera por el pánico. Mi cuerpo tiembla cómo nunca antes, mi corazón late tan rápido que incluso sospecho que va a estallar pronto dentro de mí. Es difícil concentrarme. Todo pasa tan rápido frente a mí, que casi no parece ser real, y por dentro estoy deseando con todas mis fuerzas de que no lo sea.

No puede estar pasándome esto, no de nuevo...

Varios hombres me toman con brusquedad para obligarme a avanzar por un corredor largo e iluminado. No tengo idea de cuánto hemos tardado en llegar aquí, pero el transcurso en la camioneta que nos transportó hasta este lugar, me pareció toda una eternidad.

¿En dónde demonios estaré ahora?

Dudo que sigamos en Illinois por el excesivo tiempo que hemos hecho al viajar hasta aquí.

Mis ojos viajan desorientados hacia todos lados, el indagar me llena de más ansiedad e incertidumbre, pero no puedo evitar mirar. Hablan las personas que están conmigo pero no logro entender bien lo que dicen, no puedo poner atención en nada más que en los vagos y horribles recuerdos que están llegando de golpe a mi cabeza, y los cuales me están haciendo caer horrible y dolorosamente en la realidad.

Los pensamientos no paran, las imágenes de momentos recientes se asientan y se aclaran dentro de mi cabeza, hasta hacerme sentir quebrada y con menos fuerzas que antes.

Es demasiado...

No puedo soportarlo.

De pronto, al considerar de nuevo la muerte de Fred, de Lennon, de Dylan y ahora..., la de Jannine..., me empiezo a sentir perdida, rendida, resignada y más aterrada que nunca. De pronto empiezo a ser más consciente del dolor interno, que del externo. Empieza a desgarrarme lentamente, empieza a abrir viejas heridas y a destrozar a mi corazón con viejos recuerdos. Momentos en donde estuve con ella, riendo y llorando. Momentos que pasé con Fred jugando y haciendo locuras, momentos al lado de Lennon..., aprendiendo y valorando la vida, apesar de lo difícil que había sido esta para ambos.

El pasillo frente a mí se empieza a ver borroso, y pronto descubro que es por las lágrimas que han empañado a mis ojos. Mis brazos duelen, pero ese dolor se empieza a perder gracias a la concentración que empiezo a poner en el aquí. Mi garganta empieza a doler y quemar pero ya no es por los gritos de auxilio y de suplica que se han quedado atrapados en ella, ahora es por ese terrible nudo que se ha creado y fortalecido. Mi cabeza empieza a doler, al igual que mi pecho. Más imágenes se presentan dentro de ella, más imágenes que me muestran a mi amiga Jannine sonriendo, andando cómo loca en K-FENIX, el antiguo lugar donde trabajaba. Ella siempre se ponía a bailar cómo loca sobre las mesas con más chicas para molestar a Claudia. Siempre le gustaba animar a todo el mundo con sus ocurrencias.

No sé cuándo empecé a soltar las lágrimas pero ahora estas corren sin parar hasta mi mentón. No puedo evitarlo, no cuando también me llega el recuerdo del momento cuando me salvó de unas pandilleras que pretendían darme la paliza de mi vida. Nunca supe por qué exactamente, y ella tampoco, ni siquiera sabía quién era yo en ese momento y aún así..., me defendió, se metió en el pleito para sacarme de ahí. No le importó tener que enfrentarse a todas ellas para salvarme. Jannine simplemente se atrevió a hacerlo porque me vio en peligro, porque quiso ayudarme y eso jamás se lo he terminado de agradecer, porque ese día no sólo me salvé de ser la presa de esas gorilas, no. Ese día gané a una de las mejores amigas que la vida me pudo dar, pero ahora...

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