Después del repentino un ataque de valentía le sobrevino su real cobardía y podía sentir el corazón latiendo desbocado, las manos le sudaban y el miedo se instaló en su cabeza nuevamente. ¿Y si la tomaba por loca, o la rechazaba? No lo soportaría, moriría de la vergüenza al imaginar qué pasaba justo por la cabeza de Santos en ese preciso momento. Hacía diez minutos exactamente tenía en sus manos una caja entera de chocolate blanco y exquisito, pero siendo honesta consigo misma, esa no había sido la única razón por la que se encontraba allí. Tenía que hacerlo – Se dijo a sí misma - o desechar esa absurda idea de una vez por toda, pero se le acababa el tiempo entonces... ¿Qué era lo correcto?
Santos por un instante pensó que saldría huyendo del lugar una vez tuviese el botín en sus manos y la sola idea lo decepcionaba, pero no, ella siempre rompía con sus estándares y seguía justo allí, observando esto y aquello, o tramando quien sabe qué cosa - Pensó divertido. Quiso relajar el ambiente y a medida que sus ojos enfocaban una foto o trofeo, él le narraba alguna anécdota relacionada, sacándole una que otra sonrisa.
Respiró hondo, tomando finalmente una decisión, era ahora o nunca – Lo decidió – ya que nadie le aseguraba que su arranque de osadía podría repetirse. - Santos – Llamó su atención después de varios minutos de silencio - quiero hablar contigo de algo importante – Pronunció con voz tersa, intentando ocultar su repentino nerviosismo.
Él asintió ante sus palabras, conque sí tramaba algo ¿Eh? - Pensó divertido - quién sabría qué pasaría por su cabecita en aquellos momentos. – Ven, toma asiento - Le indicó de manera cortés – llevas un rato de pié y para hablar debemos estar cómodos ¿No crees?- Señaló uno de los muebles del lugar y él tomó asiento sobre la mullida cama – ahora sí, tú dirás, soy todo tuyo - Comentó con picardía.
Abril notó que ese deje de coquetería tal como dijo Alina era hereditario, primero lo vio en Travis y Dean, pero ahora podía observarlo en Santos, entonces... ¿Su bebé sería igual a ellos? – Pensó con una sonrisa, siguió sus pensamientos mientras tomaba asiento junto a él, deseando que sus últimas palabras fuesen cuando menos, ciertas.
Santos a esas alturas se encontraba genuinamente intrigado, pudo sentir el ligero temblor que el cuerpo de Abril experimentaba, parecía temerosa por lo que fuera que planeaba decirle. ¿Sería tan malo o querría irse? – Una nota de preocupación despertó en su cabeza, y es que llegó a creer que una vez pasada la tormenta, ella buscaría... Por lo visto sí era un poco iluso, después de todo.
-¿Y bien, en qué puedo ayudarte? - Preguntó amablemente, tratando en lo posible de hacerla sentir tranquila, ya que el bebé estaba en juego.
Ella simplemente asintió dándose fuerzas y empezó con la que sería la peor de las tareas para una mujer en su condición. – Verás Santos, hace un par de días hablé con Alina sobre, tú sabes, el bebé... – Pronunció con vacilación.
Una alerta se inició en su cabeza después de escuchar sus palabras ¿De qué iba aquello? -Pensó aterrado - no iba a permitir ninguna atrocidad contra su pequeño, así ella fuera su madre – Se dijo con determinación, no obstante, esperó hasta que ella diese fin a su intervención.
Abril soltó lo primero y espero su reacción, pero no estaba segura de interpretarla de manera correcta, por lo que continuó con su discurso. - Le comenté que tengo una sensación extraña con él y que si bien crece en mi vientre, no logro sentirlo mío - Dijo torpemente.
Justo al pecho y sin anestesia se dijo Santos, con la sangre bullendo en su cuerpo de manera vertiginosa. - Y sugieres... ¿Qué? - Preguntó Santos, con un brillo extraño en la mirada y gesto analítico.
Abril titubeo un poco y luego añadió. – Alina me habló sobre una terapia de choque, es más bien "un acto simbólico" que pueda ayudarme a sentirme parte de todo – Su voz fue tomando fuerza a medida que iba exponiendo sus ideas.
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Cambié Tu Destino (Próximamente Retirada) (3° Libro De Saga Destino)
Teen FictionAbril Johnson es la típica niña mimada que piensa que el mundo gira alrededor de ella o más bien, de la chequera de su padre, quien es cómplice de todos sus caprichos hasta el punto de casi poner el mundo a sus pies... Y es que siempre consigue l...