Parte 13

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Un nuevo día les dio la bienvenida. Bueno, más bien medio día, porque por primera vez desde que era adolescente se permitió descansar hasta altas horas de la mañana – Algo inusual en su rutina habitual, ya que esta no le permitía darse el lujo de desperdiciar tiempo valioso en simple ocio – pero ese día era diferente; porque sí, era cierto que permanecía acostado en su cama, pero esta vez con una compañía envidiable. Justo a su lado descansaba Abril, su esposa, quien dormía plácidamente después de una noche bastante intensa. Por más que intentaba asimilar todos los hechos ocurridos la noche anterior, no daba crédito a lo que decían sus recuerdos. En primer lugar, Abril que lo buscaba para "dialogar" justo a él - Cuando a duras penas si lo toleraba en los inevitables encuentros en el comedor, o en sus furtivos encuentros nocturnos gracias a los antojos – y después todo aquello de que no sentía al bebé suyo... Logrando ponerle los pelos de punta como ocurrió años atrás; y finalmente, pidiéndole ayuda para efectuar aquel acto simbólico – El cual consistía explícitamente en "hacer un bebé" o al menos sentir que desde esa noche estaría en embarazo - casi sufre un colapso mental cuando su voz tierna pronunció esas palabras y era apenas lógico; nadie podría juzgarlo - De haberle ocurrido - ya que no es normal que una mujer que lo aborrecía con la magnitud en que Abril lo hacía, le pidiera de esa manera en particular que le hiciera el amor.

Por otro lado y no menos importante, fue descubrir que la mujer que aún descansaba en sus brazos plácidamente – Su mujer y la madre de su hijo – hasta el día anterior fuese virgen, que él fue su primera vez, pese a llevar una vida social bastante activa – Y no es que fuera amigo de juzgar a las personas previamente... ¡Pero vamos! Que en esta época es casi una regla general que las chicas sean más liberales - pero el descubrir tal hecho y comprobar que nuevamente lograba sorprenderlo, lo asumió como algo bueno para su futuro. De hecho, era algo que lo hacía sentirse un tanto posesivo con ella y halagado de que lo escogiese a él por encima de cualquier otro – Aunque claro, una vocecita interna le recordara que la pobre tampoco tuvo otra opción, algo que jamás permitiría obviamente - cualquiera fuese el caso se encontraba feliz, como hacía tiempo que no lo sentía. Abril era su mujer en todos los aspectos y como tal, le llenaba de coraje saberla bajo el dominio de Bárbara y que a esta nada la hubiese detenido para lograr obtener un poco de dinero a su costa. Si antes sentía aborrecerla con todas sus fuerzas, ahora no quería saber de su existencia; no, si corría el riesgo estrangularla con sus propias manos por maldita.

Quizás Abril, al ser su hija con el tiempo lograse perdonarla – Más ahora que cruzaron una línea importante para su relación - y es que debía reconocer que su carácter era un poco mimado y necesitaría de los cuidados de una madre tarde o temprano, personalmente esperaba fuese lo más tarde posible y de preferencia nunca. Pero es que... ¡Ahhj! Nadie podía criticarle por sentir nauseas de imaginarla por años en las garras de una mujer de su calaña, simplemente era un hecho que no lo lograba concebir.

Abril pese a su influencia maléfica no se comparaba con la suerte de mujeres a las que estaba acostumbrado. Generalmente estaba rodeado de mujeres decididas y un poco agresivas entre su mismo género, de modo que esa personalidad era algo nuevo y refrescante a en su vida a decir verdad; debía admitir que siempre estuvo en su instinto ser protector con el género femenino, y que por años quiso poder trasmitir sus cuidados y por qué no, consentir a una mujer especial, pero eso no había sido posible. Esa era la razón por la que siempre fue protector con su madre y Victoria - su hermanita menor – quien era una joven llena de vida y demasiado inocente para su pesar, debía cuidarla en todo lo que pudiese. De solo recordar que alguna vez quiso ser más para esa mujer... No, ella no merecía la pena, ni siquiera para mencionar su paso en su vida. Santos se sentía optimista – Quizás no eufórico, ya que eso sería demasiado para alguien acostumbrado a ser realista - pero era consciente de que aquello era un paso más para lograr ganarse la confianza de Abril y porque no, la felicidad. Al menos no le era indiferente, como pudo notar al sentirla reaccionar ante su tacto, sus caricias y besos; era una mujer hermosa, de ojos grandes y claros, una mezcla entre azul y verde que le daban un toque magnífico, tenía una cabellera rubia con ondas naturales, labios perfectos y mejillas sonrosadas. No era demasiado alta comparada con él, de hecho le llegaba a la altura del pecho, pero en su defensa debía reconocer que él era bastante alto y musculoso, sin duda todo un contraste, pese a lo cual hacían una perfecta pareja, ambos rubios y de tez blanca, con ojos claros – En su caso azules – sin duda su bebé sería todo un angelito - Pensó orgulloso que a ese, nadie se lo arrebataría, no si dependía de él.

Abril se removió en su regazo, intentando ocultar la luz de sus ojos, lo cual era casi imposible teniendo en cuenta que eran medio día. - Mmm que alguien apaguen la luz, por favor... Tengo mucho sueño - Se quejó como una niña mimada.

Santos sonrió divertido ¡Joder! Ella sin duda sería su perdición si no se amarraba bien los pantalones – Se dijo a sí mismo – para después de un segundo dejar escapar una carcajada, ¡Que va! Ya era su perdición, aunque no podría demostrarlo tan pronto.

-Pues te tengo malas noticias –Mencionó con fingido pesar – temo que no podré ayudarte, pequeña consentida - Dijo con una ligera sonrisa - porque son más de las doce y debo recordarte que estamos en verano.

Pasaron exactamente cinco segundos hasta ver que procesaba dicha información, lo siguiente que ocurrió fue que se incorporó abruptamente, recordando el lugar donde se encontraba y lo que había hecho toda la noche anterior. ¡Si prácticamente lo violó! ¡Dios, qué vergüenza! Y ahora se encontraba en su cama y... ¡Desnudos!

-¡Hey! Calma no debes exaltarte, no le hace bien al bebé -Mencionó Santos dejando de lado su gesto divertido - Por qué la pena, si anoche parecías bastante segura ¿O no? – Pronunció molestándola.

Abril ocultó su rostro con ambas manos en un gesto berrinchudo que a todas luces decía "soy invisible" – ¡No! ¡Santos, me avergüenzas! - Se quejó con un gritito aún más caprichoso - Quiero volver a mi alcoba y ya es muy tarde, ahora todos sabrán que pasé la noche contigo - Continuó quejándose de manera dramática.

-Bueno, en eso tienes razón - Concordó picándola, aunque fuese cierto lo que ella decía - a estas alturas, incluso debe saberlo mi madre y eso que está en París – Comentó como quien no quiere la cosa.

Abril le dio la cara no importándole el horrible aspecto que debía presentar - ¡Hay no! ¡Me muero! – Espetó para luego volver a ocultarse.

Santos la tomó de la cintura y la hizo volverse hacia él nuevamente. – Abril escúcheme, lo que ocurra entre nosotros no tiene nada de malo – Sostuvo su rostro sonrojado – tú eres mi mujer y todos en casa lo saben ¿Comprendes? Nadie te juzgará – Le recordó – ahora puedes tomar una ducha caliente mientras yo pido el desayuno en la habitación, así no tienes que ver a nadie en todo el día ¿Vale? - Propuso la opción más viable dada las circunstancias, tampoco podía obligarla a mostrarse ante nadie si ella no lo deseaba.

Ella simplemente asintió con la cabeza y salió corriendo hasta ocultarse en el baño, pensando que sí, definitivamente le gustaba más este Santos tierno y consentidor.

Él simplemente negó con una sonrisa y se propuso pedir el almuerzo, porque el desayuno definitivamente se lo saltaron, pero antes... - ¿Te escondes de mí, pequeña? - Dijo apareciendo de pronto en la puerta del baño, dándole el susto de su vida a su esposa - Lo lamento, no quise asustarte – Se disculpó – sólo quería enseñarte donde está la pasta y un cepillo de dientes nuevo, puedes usar lo que quieras - dijo dándole un beso en la frente y luego salió nuevamente.

Cambié Tu Destino  (Próximamente Retirada) (3° Libro De Saga Destino)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora