Jaden
Llevo usando el nombre solo un día y siento que todo aquel que conozco me llama Adam más de lo necesario. Supongo que es un alivio que tengan un nombre al cual llamarme, después de un tiempo "chico" o "muchacho" resulta incómodo.
No era de muchas apariciones, y si agregamos al juego mi larga ausencia, se podría decir que es poco tiempo, pero llevo lo suficiente para poder distinguir a algunas personas, los encargados sobre todo.
Debo admitir que es muy difícil acostumbrase al nuevo nombre, toda mi vida he respondido a Jaden. Los chicos aún tienen que llamarme dos veces para captar mi atención. Supongo que depende del tiempo.
Voy caminando hacia la salida, con mis manos en los bolsillos de mi chaqueta. No ando con prisa, eso es algo que disfruto después de abandonar la tediosa vida que llevaba.
No añoro nada.
Mentira.
No me permito añorar nada.
Verdad.
Extraño cosas, es obvio, pero tome una decisión y no voy a retractarme. Soy terco y obstinado. Voy a crear una nueva vida, y la viviré siendo este yo a quien estoy construyendo, y no siendo el otro, aquel que moldearon en educación y personalidad.
Me detengo abruptamente cuando alguien me llama, y no me refiero a mi nuevo nombre.
—¿Jaden? —suena más como una pregunta pero aún tiene la suficiente fuerza para hacerme voltear.
Supongo que estaba esperando este momento.
Su mirada normalmente alegre esta distorsionada por una capa de preocupación demasiado grande que logro percibir. Va informal, nada elegante, después de todo eso no le va.
—Jeff, en un buen momento —le digo—, antes de que digas nada quiero que mantengas mi paradero oculto, supongo que no se lo has contado a nadie. ¿A que debo tu presencia? —me hago el inocente.
Malditos modales. Supongo que los viejos hábitos jamás se olvidan. Lo extraño es que nunca he tratado de aparentar algo con Jeff hasta ahora.
El me mira desconcertado y enojado.
—¿Perdona? —bufa—. ¿Y qué supones que haga? ¿Qué me quede callado y me vaya? Estás loco Jaden, te vienes ahora mismo conmigo.
—Estoy bien. No iré a ningún lado Jefferson.
Llamarlo por su nombre completo hace que vea la seriedad de mis palabras.
—No puedo dejarte aquí —sentencia.
—Tendrás que hacerlo.
—¡Basta! ¿Qué estás haciendo? Por Dios —grita—. Explícame por favor ¿Cómo puedes decir que estas bien cuando no puedo ver a mi amigo en lo que sea que tengo enfrente?
Y ahora lo comprendo. Mi apariencia debe asustarlo. Y no me refiero solo a los golpes. Estoy vistiendo ropa de Xavier, lo que quiere decir que voy todo de negro, dándome una pinta de malandro, pero supongo que lo que más llama su atención o mejor dicho lo que más cambio físico hay en mí, es mi cabello. Desordenado y fresco, las hebras de pelo caen sobre mi frente, ya no es negro azabache, ahora es un marrón, casi rubio.
—¡Adam! —grita Walter, uno de los gorilas de anoche—. Xavier te espera en su oficina.
Asiento con la cabeza y desaparece dejándonos de nuevo solos.
—¿Adam? —casi escupe el nombre, pero hace una pausa, respira tratando de calmarse—. ¿Estás bien?
—Lo estoy.
—¿De verdad? Porque no lo pareces —dice—, luces como si te hubieran asaltado, o peor, luces como el asaltante.
—No sé a qué te refieres.
Me estoy exasperando, ¿Por qué tengo que darle explicaciones? Se adonde quiere llegar pero no voy a abordar ese tema.
—Tu rostro está lleno de golpes y al juzgar como te mueves también puedo jurar que llevas moretones por todo el cuerpo. Pero eso no es lo que me detiene Jaden, sabía que estarías aquí, así que sabía que estarías golpeado pero no puedo creer el resto.
—Estoy celebrando mi libertad, puedo hacer lo que quiera con ella. Es mi cuerpo, mis decisiones. ¿O es que acaso tú también te sientes con derecho a decidir por mí?
Eso lo detiene.
—Sabes que yo nunca hari...
—¿Entonces que te preocupa? Estoy tratando de crear una vida aquí, de descubrir lo que me gusta y lo que quiero hacer.
—¿Es eso lo que te estás diciendo? ¿Con eso estas tratando de convencerte? —me pregunta—. Jaden, te estás destruyendo. Y no lo haces por ti, lo haces porque sabes que esto es lo único que les va a doler a ellos.
—No tengo porque seguir escuchándote. Vete, tengo cosas que hacer.
—¿Por qué de repente quieres que me vaya? ¿Es porque no quieres que te digan la verdad en la cara? —se mueve desesperado—. Pues te aguantas.
—No tengo que aguantar nada, di lo que tengas que decir y vete. No quiero seguir hablando contigo hoy.
—Tu madre, Adela Thompson, una mujer que no le importa el dinero pero que vive de las apariencias y de lo que digan los demás, no pudo criar más que un hijo perfecto en apariencia y personalidad. ¿Qué le puede doler a esa mujer? Solo esto. Lo haces por vengarte, quieres que ella te vea así y que sufra al menos un poco de lo que sufres tú.
Puede que en un principio eso fuera lo que pensaba, es más, muy en el fondo aun lo sigo pensando pero, no solo es por ella, lo hago por mí. Si soy libre tengo que demostrármelo y creérmelo, no puedo simplemente seguir siendo una marioneta.
—¿Eso es todo? —quiero que se vaya, no quiero decir cosas de las que luego me arrepienta.
—Tu padre —me rio sarcásticamente.
—No puedo vengarme de él. No hay nada que haga en mí que pueda dolerle a él.
Se serena totalmente.
—Lo hay —su voz es apenas un susurro.
Y entonces su mirada se posa en mis manos aun guardadas en los bolsillos de mi chaqueta.
—¿Las estas escondiendo? —frunzo el ceño porque no lo estoy haciendo.
Aunque sé que respondo a su provocación saco las manos de los bolsillos. No tengo las vendas, así que puede ver las heridas abiertas, moretones e hinchazón en ellas.
—Es lo que sucede cuando peleas —le digo.
—No —hace una pausa con resignación—. Es lo que sucede cuando se busca una lesión, una que te impida tocar de nuevo
No digo nada, no es como si pudiera hacerlo.
—Volveré. Mañana —dice, supongo que es demasiado para él—. Jaden, ella está muy preocupada.
Hazel.
He tratado de no pensar en ella porque es una razón que me aferra a la vida que abandone y que no estoy dispuesto a regresar.
No quiero encontrar una excusa que me haga volver.
Yo lo haría, si ella me lo pidiera.
Tengo que alejarme de ella, no puedo tomar el riesgo de enamorarme.
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El sol.... Tan hermoso
Pero tan herido.
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El Sol También Brilla De Noche
RomantikLa vida de un músico debe ser libre, pero la de Jaden no lo es. Se ve obligado a actuar como un "chico perfecto" para demostrar que puede superar a sus padres, pero esto solo consigue reprimirlo. Las prioridades cambian cuando conoce a una canta...