Grady cerró la puerta de atrás y entró corriendo en la cocina.
-Niall ya ha llegado -anunció con la respiración entrecortada-. Ha traído un caballo muy grande y blanco. ¿Puedo ir a la cuadra a verlo?
Melissa se secó las manos con un trapo y miró por la ventana. No podía permitir que su hijo fuera a la cuadra solo porque eso sería establecer un precedente del que se aprovecharía Grady en el futuro.
Sin embargo, la idea de ir con él y volver a ver a Niall la atemorizaba. Se había pasado la mitad de la noche recordando el beso y la otra mitad soñando con él.
-¿Para qué ha traído otro caballo? -le preguntó a su hijo.
-No lo sé -contestó el niño-. Venga, vamos, ¿puedo ir a verlo?
Melissa dejó el trapo de cocina sobre la mesa y suspiró resignada.
-Está bien, pero voy contigo -contestó.
Grady la tomó de la mano y la sacó de la cocina a toda velocidad. Para cuando llegaron a la cuadra, Niall había colocado el camión junto a la puerta y estaba bajando de la cabina.
-¡Hola! -saludó Grady encantado.
-Hola -contestó Niall revolviéndole el pelo.
-¿Puedo acariciar al caballo?
-Claro que sí -contestó Niall tomando al niño en brazos y subiéndolo a la altura de la ventana del remolque.
Grady le acarició el hocico.
-Ten cuidado -le advirtió su madre-. Podría morderte.
Niall la miró y Melissa sintió que el calor se apoderaba de ella de pies a cabeza.
-Te aseguro que Molly no muerde -la tranquilizó Niall -. Es inofensiva, como un corderito.
Melissa rezó para que las piernas no la traicionaran y se puso de puntillas para ver a la recién llegada.
-Madre mía. Qué... grande es.
Niall chasqueó la lengua y dejó al niño en el suelo.
-Sí, que no te dé vergüenza decirlo. Es gorda y fea.
Melissa se echó hacia atrás y se mordió la lengua.
-No quería herir sus sentimientos.
-Molly sabe que está gorda como una vaca, ¿verdad, preciosa? -bromeó Niall acariciando a la yegua con cariño.
Melissa se acercó y le acarició el hocico.
-¿Para qué la has traído?
-Anoche se me ocurrió que, a lo mejor, lo que le pasa a tu caballo es que se encuentra solo, así que he traído a Molly para ver si lo calma. No sé si va a funcionar, pero creo que merece la pena intentarlo.
-¿Eso quiere decir que Molly se va quedar aquí? -preguntó Grady encantado.
-Durante un tiempo -contestó Niall.
-¿Y no te preocupa que War Lord pueda hacerle algo? -preguntó Melissa preocupada.
-No, Molly se sabe cuidar, te lo aseguro. Por eso la he elegido a ella -contestó Niall -. A ver, vamos a bajarla para que se conozcan -añadió con un gesto para que se hicieran a un lado.
Niall se dirigió a la parte de atrás del camión y Grady iba a seguirlo, pero Melissa lo agarró y se lo impidió.
Niall abrió la puerta para que la yegua bajara por la rampa.
-Venga, Molly, abajo.
Cuando la yegua hubo bajado, le pasó una cuerda por el cuello y la colocó en el centro del redil.
-Quédate aquí -le indicó-. Quiero presentarte a un amigo.
Dicho aquello, Niall fue a buscar a War Lord.
Melissa oía relinchar y cocear al caballo y rezó para que Niall supiera lo que estaba haciendo.
Niall abrió la puerta y el caballo salió moviendo la cabeza furioso y estuvo a punto de golpear a Niall en el brazo, pero se apartó a tiempo.
Al ver a Molly, War Lord se paró en seco. Echó la cabeza hacia atrás y pateó el suelo. La yegua lo miró aburrida y giró la cabeza hacia el otro lado.
Obviamente insultado, War Lord se dirigió hacia ella.
Melissa aguantó la respiración.
War Lord se acercó a Molly, dio varias vueltas a su alrededor y la olfateó. Luego, le pasó el hocico por el costado y le hizo una señal con el cuello como diciéndole «ven conmigo».
Acto seguido, trotó hasta el prado y la yegua lo siguió, pero mucho más lentamente.
Niall les hizo a Melissa y a Grady una señal con los pulgares hacia arriba.
-Me parece que se han hecho amigos -comentó acercándose al remolque.
-No me lo puedo creer -comentó Melissa sorprendida-. Creía que la iba a atacar.
-Si hubiera traído a un macho, eso es lo que habría sucedido -le explicó Niall.
-¿Puedo montar a Molly? -preguntó Grady.
-Eso depende de tu madre.
-Luego -contestó Melissa -. Ahora, tenemos que darles tiempo para que se conozcan.
-Tu madre tiene razón -dijo Niall -. Había pensado preparar una cuadra para la yegua y volver a mi casa a ocuparme de mis animales. Cuando vuelva esta tarde, si a tu madre le parece bien, podrás montarla.
-¿Te puedo ayudar con la cuadra?
Melissa miró a Niall.
-¿No te molesta? –quizó saber Melissa.
-No, la verdad es que me van a venir bien un par de manos más -contestó Niall.
-Estupendo —exclamó el niño agarrando a Niall de la mano.
En ese momento, oyeron el motor de un coche que se acercaba y miraron hacia la carretera.
Al ver que se trataba de un Mercedes negro que iba hacia ellos a mucha velocidad, a Melissa se le hizo un nudo en el estómago.
Le entraron ganas de salir corriendo y esconderse o, por lo menos, de esconder a Niall, pero no le dio tiempo.
El coche se paró junto al camión de Niall y de él se bajó su padre. Por la cara de pocos amigos que llevaba y la furia con la que cerró la puerta, Melissa se dio cuenta de que no era una visita de cortesía.