Capítulo Catorce.

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El tema de Melissa y su padre fue lo que hizo que Niall no pudiera dormir aquella noche.

Niall era consciente de que, vendiendo las cosas que tenía, Melissa podría ir tirando de momento, pero no iba a ser suficiente ni de lejos para pagar la deuda que Matt le había dejado.

Por lo que le había dicho, confiaba en que War Lord la sacara del apuro, pero Niall sabía que eso no iba a ser así porque, a pesar de que aquel caballo era muy valioso, tenía un genio endiablado que hacía que no valiera nada.

Niall suspiró y decidió que iba a tener que hablar con ella para explicarle la situación y que no se hiciera demasiadas ilusiones con el caballo.

Claro que, tal y como estaban las cosas, lo más probable era que Melissa lo detestara todavía más.

A la mañana siguiente, Niall pasó de largo las cuadras y se dirigió directamente al estudio, donde sabía que encontraría a Melissa.

Llevaba unas semanas trabajando en su casa y conocía su rutina lo suficiente como para saber que allí era donde se encerraba todas las mañanas después de haber llevado a Grady al colegio.

Aunque sabía que advertirle de lo que pasaba con War Lord era lo que debía hacer, cuando se encontró ante la puerta de su estudio, comprobó que le sudaban las manos y que tenía un nudo en la boca del estómago.

Aunque la puerta estaba abierta, tocó con los nudillos porque no quería asustarla como la primera vez.

Melissa estaba inclinada sobre una caja y, al verlo, se incorporó.

-¿Ocurre algo?

Niall se quitó el sombrero y entró.

-No -contestó-. Bueno, espero que no -se corrigió Niall jugando nervioso con el sombrero mientras intentaba dilucidar la manera menos ruda de darle la noticia-. Tenemos que hablar de War Lord -anunció.

Melissa palideció.

-Por favor, no me digas que lo vas a dejar. Niall negó con la cabeza.

-No, voy a terminar el trabajo que he comenzado, pero quiero que sepas que, si crees que la venta de ese caballo va a ser suficiente como para pagar el crédito de Matt, estás muy equivocada. Tiene muy buen pedigrí, de eso no hay duda, y también es rápido, pero, aunque consiguiera domarlo, nadie te va a dar los trescientos mil que necesitas.

Melissa soltó el aire que había estado aguantando.

Parecía aliviada.

-Eso ya lo sé -le dijo-, pero lo que me van a pagar por él me permitirá respirar durante un tiempo.

-¿Cómo sabes lo que te van a pagar por él?

-He investigado -contestó Melissa -. He estado mirando por cuánto dinero se han vendido los demás potros hijos de su padre y de su madre. De media, todos han alcanzado más de cien mil dólares -le explicó sin dejar de trabajar-. Aunque War Lord no llegue a la media, es una buena cantidad y nos permitirá vivir a mi hijo y a mí hasta que mi negocio crezca lo suficiente como para podernos mantener.

Niall se quedó mirando las cajas que había por el estudio y los extraños elementos de decoración que había junto a ellas y se preguntó cómo demonios creía Melissa que iba a poder sobrevivir vendiendo cosas que parecían basura.

Entonces, recordó que Macy le había contado que le quitaban sus creaciones de las manos.

Pero lo hacía ella sola.

Era imposible que fuera capaz de hacer suficientes objetos como para mantenerse a sí misma y al niño.

En cualquier caso, decidió no decirle nada, no fuera a ser que Melissa se lo tomara como un insulto.

Al ver que Melissa se disponía a mover una caja, Niall se apresuró a ponerse el sombrero y a ofrecerle su ayuda.

-Deja, ya me ocupo yo.

-Puedo hacerlo yo -contestó Melissa dándole la espalda.

Pero Niall ya había agarrado la caja del otro lado y, al final, Melissa tuvo que ceder.

-Muy bien -suspiró-. Ponla allí con las demás -le indicó señalando una estantería.

-¿A dónde las vas a llevar? -quiso saber Niall.

-Hay una feria de antigüedades y artesanía en el centro comercial de Barton Creek en Austin mañana y he alquilado un puesto -contestó Melissa.

-Si necesitas dinero...

-No -lo interrumpió Melissa -. No quiero tu dinero.

Niall apretó la mandíbula.

-No se trata de si lo quieres o no sino de si lo necesitas. Si es así, da la casualidad de que yo te lo puedo prestar.

-No pienso pedirle dinero a nadie. Matt ya lo hizo y mira a lo que nos ha conducido.

-Entonces, considéralo un regalo -le ofreció Niall -. Lo cierto es que me harías un favor si lo aceptaras porque, al final, me voy a acabar comprando otro caballo y no lo necesito.

-No, Niall.

-Está bien, pero, si cambias de opinión, dímelo y el dinero es tuyo -contestó Niall yendo hacia la puerta.

-¿Niall?

-Dime.

A Melissa le temblaron los labios al sonreírle por primera vez en siete años.

-Gracias. Matt tenía suerte de tener un amigo como tú.

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