Capítulo Veintiocho.

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Melissa había pensado muchas veces en el beso que se habían dado hacía unos días y lo había comparado con aquéllos que habían compartido siete años atrás.

Después de tanto tiempo, volver a besar a aquel hombre se le debería de haber hecho raro, pero, por el contrario, le resultaba de lo más natural.

Al tener las manos en el pecho de Niall, Melissa sentía los latidos de su corazón, pero queriendo estar todavía más cerca de él le pasó los dedos por el pelo y lo besó con pasión.

-Oh, Dios mío, Melissa -murmuró Niall -. Cuánto tiempo hacía.

El deseo que Melissa percibió en su voz hizo que lo abrazara todavía con más fuerza y lo besara con más ardor.

Sentía sus manos por todas partes, por el pelo, por el cuello... Cuando llegaron a sus pechos, Melissa aguantó la respiración y sintió que el calor se apoderaba de su ser.

-Tienes más pecho que antes -gimió.

-Sí, por el embarazo -contestó Melissa.

Al instante, Niall dejó de tocarla y se apartó. Melissa sabía que había sido por haber nombrado la palabra «embarazo» y deseó con todas sus fuerzas poder echar marcha atrás y no pronunciar aquella frase, pero era imposible.

-Lo siento -le dijo con tristeza.

Niall negó con la cabeza y la abrazó.

-No pasa nada, es una parte de tu vida a la que me voy a tener que acostumbrar -le aseguró- Lo que pasa es que me resulta muy duro imaginarte haciendo el amor con otro hombre porque te quería mucho, Melissa, más de lo que te puedas imaginar.

Emocionada, le tomó las manos entre las suyas.

Al cabo de un rato, Niall suspiró y las apartó.

-Es tarde, así que me voy a casa y te dejo dormir.

Y Melissa se quedó mirándolo mientras se iba, sintiendo que el corazón se le rompía y deseando tener derecho a decirle que volviera.

Mucho tiempo después de que Niall se hubiera ido, Melissa estaba sentada ante el ventanal de su dormitorio, mirando hacia fuera, hacia la oscuridad, pensando en demasiadas cosas como para poder conciliar el sueño.

«Te quería mucho, Melissa, más de lo que te puedas imaginar».

Ella siempre había sabido que Niall la quería, pero, cuando se había ido sin explicarle nada, había comenzado a dudar de su amor y, al final, había terminado preguntándose si alguna vez la había querido.

Dejó caer la cabeza entre las piernas.

Si hubiera confiado en él, si hubiera pensado que iba a volver a buscarla, jamás se habría casado con Matt.

Había vuelto con él por desesperación y había aceptado su propuesta de matrimonio por miedo.

En aquel entonces, era joven y débil y le tenía miedo a su padre, quien guiaba su vida con mano de hierro. Se había mostrado cobarde y había dejado que otros decidieran por ella.

Pero ya no era así, ahora era una mujer independiente y segura de sí misma que tomaba sus propias decisiones.

Ahora, Niall había vuelto a aparecer en su vida.

Suspiró y se dio cuenta de que se estaba volviendo a enamorar de él. Aquello le dio pánico porque era muy difícil que pudieran ser felices juntos.

Para empezar, el primer obstáculo era su pasado, algo que, obviamente, a Niall le costaba asimilar y, para seguir...

-¿Mamá?                 

-¿Qué pasa, cariño? -dijo Melissa tomando a su hijo entre sus brazos.

-¿Dónde está Niall? -preguntó el niño bostezando.

-Supongo que en casa, durmiendo -contestó Melissa.

-¿Va a venir mañana?

-Eso espero -suspiró Melissa -. Venga, vamos, hay que volver a la cama -añadió tomando a su hijo de la mano y conduciéndolo a su dormitorio. 

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