VII - El Ojo de Tigre - Parte 4

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 - Guau... Simplemente, guau. Yo ya estaba pensando que estaba loco de remate. Realmente había un quilombo de la san puta alrededor de Trotta. No me lo puedo creer, todavía. No se si creerlo, igual, ya que me lo está contando un fantasma. Definitivamente no es la definición de sanidad que pensaba recuperar...

 - Si, bueno, mejor que te entre en la cabeza porque si esto fuese un sueño, en 5 minutos dejaría de existir. Están hasta los huevos, ustedes dos - Explicó, Ricky, mientras de la cocina venía Miguel con dos tazas de té -. Es muy probable que el Turco loco éste ahora nos la tenga jurada peor que nunca.

 - ¿Cómo es que nunca dio con ustedes, todavía? Me lo pintás como si fuese un puto rastreador profesional y sin embargo acá siguen estando.

 - El Dahak es bueno, pero nosotros también. Yo ya estaré viejo, pero no creas que siempre fui un jorobado. Nosotros conocemos las calles mejor que él. Supimos adaptarnos a los milicos, a la policía y a las cámaras. Ésto viene desde hace muchísimos años y creeme... No son historias lindas - Afirmó, Miguel, mientras le pasaba su taza a Adriano para que beba.

 - ¿Cómo sé que ustedes no son como ellos?

 - ¿Te parece que lo somos? Les salvamos el culo de una muerte segura y acá el pobre Miguel vive como ciruja como para que ya estés dudando de todo, don periodista - Ironizó, Ricky.

 - Esto es una mierda. Tal vez yo pueda volver a mi casa, pero Mora no puede. Nos deben estar buscando. No tengo mi celular encima, ¿Dónde está?

 - Se destruyó por completo en algún momento de la pelea. Tenemos algunas partes recicladas, pero no servía para nada más. Igual, no íbamos a meter ningun chip en éste lugar. Tuviste suerte de que no se te cayera - concluyó, Miguel.

 - Supongo. De todas formas, tengo que volver para prepararme para el trabajo.

 - ¡Claro! Andá a trabajar en la calle y bien adelante de las cámaras, donde el Turco nunca va a encontrarte. ¡Sos una luz! - Ironizó, Ricky.

 - Por más agresivo que suene, Ricky tiene un buen punto. Creo que tal vez debas empezar a enfocarte en lo que realmente importa y dejar de lado tus quehaceres diarios. Sólo vas a exponer al peligro a más gente.

 - Bueno, puede ser. Pero necesito volver al trabajo cuando ésto termine y por lo menos tengo que presentarme. ¿Es Domingo?

 - Por la tarde. No me parece una buena idea, Adriano, pero sos libre de elegir. Deberías considerar la idea de entrenarte para que la próxima vez puedas al menos sobrevivir solo en una situación así. El Dahāka te dió una paliza que ni siquiera viste venir.

 - Lo voy a tener en cuenta. Pero primero tengo que asegurarme que ciertas personas estén bien. ¿Dónde estamos ahora? ¿Pueden cuidar a Mora?

 - Estamos en Azara y Olavarría, La Boca. Mejor que vayas y vuelvas rápido porque nuestra capacidad de persuasión no va a ser tan alta estando sin vos - Finalizó, Miguel.



Adriano salió a toda velocidad de la sala, bajó varias escaleras y recorrió pasillos buscando la salida y finalmente llegó a la calle. El cuerpo le seguía doliendo, pero se tenía que aguantar hasta llegar a la casa. Se sentía ridículo con esas ropas, pero era mejor que andar desnudo. Le dolía la cabeza y se sentía como ajeno a todo lo que ocurría. Como si todo fuese un sueño. Toda su vida quiso que éste día llegara. Que las respuestas a sus preguntas puediesen ser respondidas. Ahora, sólo tenía que organizarse para poder lograr que sus dos mundos coexistan, ya que de algún lado iba a necesitar dinero. Tenía una tormenta de pensamientos que necesitaba ordenar en su cama fumando un poco.

Luego de viajar hasta Flores, tomar el Sarmiento, llegar a Morón y finalmente a su casa, Adriano se desplomó en la cama unos instantes y buscó un cigarro de marihuana para relajar la mente. Luego de unos quince minutos, prendió su computadora y puso a reproducir el disco "Let it Bleed". Se conectó a sus redes sociales para avisar que estaba incomunicado por celular y para intentar organizar una reunión con sus amigos. Mora tuvo que enterarse de todo de la peor forma, pero tal vez sus amigos Javier, Damian y Martín todavía estaban a tiempo de ponerse al día de forma amigable. Con el gordo ya casi no se hablaba, pero tal vez era hora de reconstruir la relación. Para su sorpresa, tenía mensajes mensajes directos por parte de él y el resto preguntándole si la explosión de la casa en Villa del Parque era la casa de Mora y si sabía algo de eso. Se le heló la sangre. Era obvio que la noticia iba a aparecer en los medios, pero verlo concretamente le impactó igual. Nada volvería a ser igual y necesitaba ayuda. Al verlo conectado, los primeros 3 de los muchachos le volvieron a chatear rápidamente, a lo cual les respondió "vengan a casa ya mismo, por favor", pero no a Matias.

Los chicos se organizaron y llegaron a la hora en un remis. Una vez dentro de la casa, lo miraron desconcertados hasta que Adriano juntó coraje y comenzó a hablar.




AdrianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora